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Cuestionan campaña que empujó cambio de política de EEUU hacia Cuba


El presidente Barack Obama conversa con Raúl Castro y el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, durante la inauguración de la VII Cumbre de las Américas en Panamá.
El presidente Barack Obama conversa con Raúl Castro y el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, durante la inauguración de la VII Cumbre de las Américas en Panamá.

Según el Washington Examiner, la campaña planeada por el Grupo Trimpa y financiada con un millón de dólares ha sido criticada por falta de transparencia.

El sitio de noticias y análisis sobre el Gobierno Federal de Estados Unidos Washington Examiner reporta que críticos del acercamiento con Cuba y grupos vigilantes de la ética gubernamental están cuestionando, por presunta falta de transparencia, una campaña de relaciones y estrategia política –financiada con un millón de dólares– que contribuyó al histórico deshielo en las relaciones.

Los detalles sobre la campaña organizada por el Grupo Trimpa, con sede en Denver, Colorado, aparecieron en sendos artículos del historiador de las relaciones bilaterales Peter Kornbluh (uno de ellos coescrito con su colega William LeoGrande) acerca de las acciones entre bambalinas que condujeron al anuncio del pasado 17 de diciembre.

Ambos artículos, uno publicado por la publicación Mother Jones y otro por The Nation atribuyen a la elaborada campaña de cabildeo del Grupo Trimpa el mérito de fomentar el apoyo político que necesitaban quienes en la Casa Blanca querían cambiar la política hacia La Habana.

Origen de una campaña

Los autores del texto publicado en Mother Jones precisan que en octubre de 2012 el multimillonario Tim Gill viajó a Cuba en un grupo autorizado bajo los llamados viajes de pueblo a pueblo de Obama.

Le acompañaba en el tour una amiga rica, Patty Ebrahimi, quien nació y se crio en Cuba, pero emigró con su familia un año después de que Fidel Castro tomara el poder.

Ebrahimi se sintió irritada por las restricciones que imponían al programa las regulaciones del Departamento del Tesoro: no podía ir por su cuenta a visitar los barrios de su juventud, localizar a amigos de la familia o visitar sus antiguas escuelas. Mientras ventilaba sus frustraciones con Gill en el Hotel Saratoga de La Habana, él le sugirió que usara su dinero para cambiar la política.

Meses más tarde, Gill presentó a Ted Trimpa, fundador del grupo, y a Ebrahimi.

Un empujoncito

Luego de un estudio exploratorio de tres meses, el Grupo Trimpa informó que "el más alto nivel de toma de decisiones en la Administración Obama" quería cambiar la política y que sólo necesitaba un refuerzo político para llevar a cabo el cambio. Patty Ebrahimi decidió, entonces, costear ese esfuerzo aportando $1 millón para la campaña que ofreció a la Casa Blanca el capital político necesario.

El artículo de Kornbluh y LeoGrande en Mother Jones asegura que #CubaNow, organización que presionó a favor del cambio, definiéndose como la voz de la más joven y moderada comunidad cubanoamericana en Miami, es una criatura del Grupo Trimpa.

¿Y dónde está el millón?

El Washington Examiner señala que a pesar de que la campaña contó con un financiamiento de un millón de dólares, no existen en la base de datos del Congreso registros sobre la campaña del Grupo Trimpa, algo a lo que están obligados quienes cabildean con alguna rama del Gobierno Federal por la Ley de Divulgación del Cabildeo de1995.

Varios organismos vigilantes de la ética en el Gobierno entrevistados por la publicación señalaron que dicha transparencia se basa en la presentación de informes por los propios cabilderos y que hay tantas lagunas y tan poca exigencia de cumplimiento que es difícil, si no imposible, saber si las empresas están violando el espíritu o la letra de la ley.

Meredith McGehee, directora de políticas del Centro sobre Legalidad de las Campañas, admitió que es posible que el Grupo Trimpa no hiciera nada legalmente incorrecto al abstenerse de presentar informes. Pero también dijo que eso no significa que fuera correcto.

"Creo que la mayoría de los estadounidenses se sorprenderían al descubrir que una campaña financiada con un millón de dólares, con el fin de afectar la política de Washington, puede ser llevada a cabo sin que haya sido esencialmente declarada a través de los canales oficiales", dijo McGehee al Examiner.

John Wonderlich, director de políticas de la Fundación Sunlight, entidad no partidista y sin fines de lucro dedicada a asegurar un gobierno más transparente y responsable, explicó a la publicación que las empresas o asociaciones comerciales que conducen las campañas de cabildeo a menudo no están obligadas a presentar informes de divulgación de cabildeo porque se ocupan de la planificación estratégica y no están involucrados directamente en los contactos con los miembros del Congreso o funcionarios de la Administración.

Preguntado por dichos informes, Trimpa remitió a los periodistas del Examiner a James Williams, exdirector de política pública en el Grupo Trimpa que trabajó en la campaña de Cuba antes de dejar el grupo a principios de mayo para convertirse en presidente de la organización no lucrativa Engage Cuba, que se centra en el levantamiento de las restricciones comerciales y de viaje entre los dos países.

"Esto es como una boda", dijo Williams, citado por The New York Times ya como presidente de Engage Cuba, en la flamante Embajada de Cuba en Washington, durante su inauguración oficial el pasado 20 de julio. "Te pasas todo este tiempo planeando tu boda y finalmente ves que alguien viene por el pasillo. Y luego tienes el resto de la vida para estar juntos".

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    Rolando Cartaya

    Rolando Cartaya (La Habana, 1952) periodista, traductor e investigador. Trabajó por varias décadas en Radio Martí desde 1989, donde fue periodista, editor y director y guionista de programas radiales. Actualmente labora en la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba. Fue vicepresidente en la isla del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

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