El abogado de Alan Gross ha llevado el caso del ciudadano estadounidense condenado en Cuba a 15 años de prisión, a los foros internacionales y ha conseguido ya que las Naciones Unidas le dé la razón, que las acusaciones no significan culpabilidad ni acción criminal alguna y no justifican su sentencia.
Gross, que cumplió este 3 de diciembre tres años en las cárceles cubanas, fue detenido durante uno de sus muchos viajes a la isla, donde trataba de ayudar a la comunidad judía a la que entregaba material de telecomunicaciones. Su abogado, Jared Genser, explica que las tres pequeñas comunidades judías se hallan en diferentes lugares de Cuba y gracias a estos materiales podían mantenerse en contacto entre sí.
Contrariamente a lo que muchos creen, es decir, que Gross fue detenido por llevar estos materiales a Cuba, el subcontratista fue juzgado bajo una acusación difusa de "atentar contra la integridad territorial" del país y no por importar maquinaria alguna. Además, su esposa, Judy Gross, asegura que él declaraba los aparatos cuando entraba en Cuba y que, en una ocasión, incluso ofreció dejarlos en la aduana porque no tenía permiso de importación, pero los controles fronterizos le dijeron que no era necesario.
La referencia a los sistemas de telecomunicaciones, asegura su abogado Jared Genser, fue la excusa que halló el gobierno de Cuba para acusar a Gross, pero no quiere especular acerca de los motivos de la Habana. Genser no considera aceptable supeditar la liberación de Gross a otras cuestiones que enfrentan a Cuba y Estados Unidos, como la suerte de cuatro ciudadanos cubanos condenados y encarcelados en Estados Unidos.
Se refiere a los "cinco cubanos", convictos de espionaje y conspiración. Uno de ellos cumplió ya su condena, pero los otros cuatro siguen en prisión. El gobierno cubano reconoció que se hallaban en misión de espionaje, pero asegura que trataban de infiltrar la comunidad cubana en Estados Unidos y no el gobierno norteamericano.
Si el abogado de Gross no lo hace, otros sí hablan específicamente de las exigencias de Cuba para liberar a Gross. El que fue embajador de Estados Unidos ante la ONU, Bill Richardson, visitó Cuba para negociar esta liberación, pero contrariamente a lo que le habían dado a entender en conversaciones preliminares, ni pudo ver a Raúl Castro ni se le permitió visitar a Gross. A su regreso, Richardson habló de Gross como un "rehén", al que Cuba quiere canjear por sus ciudadanos que cumplen condena en EEUU.
El propio Ricardo Alarcón, en declaraciones a medios informativos internacionales, relacionó recientemente la situación de Gross con la de los prisioneros cubanos, lo que reduce las perspectivas de que Gross sea liberado.
El impulso más reciente para ayudarlo es la resolución presentada por 44 senadores para pedir que sea puesto en libertad, pero ninguno de ellos sugiere un canje de Gross por personas convictas de otros delitos en Estados Unidos. El principal argumento de estos senadores, aparte del aspecto humanitario, es que las relaciones con Cuba han ido mejorando y podrían seguir por este camino, algo que beneficiaría a la población de la isla, pero cualquier avance queda descartado mientras Cuba retenga a Gross.
Entre tanto, la familia de Alan Gross sigue una espera angustiosa: su esposa Judy Gross tuvo problemas de salud y con ello dificultades económicas que la obligaron a vender su casa y tan solo puede visitar a su marido pocas veces, pues no puede faltar de su trabajo. Una de sus hijas tuvo que pasar por una operación de cáncer de mama sin la presencia de su padre, mientras que la madre de Alan Gross, una anciana de 90 años que sufre también de cáncer, ha empeorado y teme que morirá sin volver a ver a su hijo.