En apenas trece minutos de historia varios activistas de derechos humanos cuentan cómo han sido atacados por oficiales de la policía política y hombres vestidos de civil. ¿La razón? Las pintadas anticastristas en las calles, los carteles colgando de las azoteas.
Sin ánimos de justificarse, jóvenes disidentes explican cómo se han sorprendido cuando aparecen estos letreros que les achacan a ellos mismos y provienen de la creciente población inconforme en todo el país.
El grupo de experimentación visual independiente, Palenque Visión, de la Alianza Democrática Oriental, ha vuelto a publicar desde la enmarañada geografía guantanamera un documental producido por ellos mismos y dirigido por Rolando Rodríguez Lobaina. El material, titulado “Para Cuba, libertad”, está apoyado en una narrativa sencilla, sin afeites, profusión de efectos audiovisuales ni complicaciones en su montaje.
Este mismo grupo produjo recientemente un divertido video filmado con cámara oculta que muestra una asamblea previa al proceso de elecciones de delegados municipales del Poder Popular en Baracoa, Guantánamo, el pasado mes de septiembre, donde los dirigentes revolucionarios caen en un profundo sueño al ritmo de las arengas.
La operatividad del documental cubano de ahora mismo se encuentra entre el visionado en pequeños círculos intelectuales, los pocos espacios para muestras y festivales, y el rico ambiente clandestino de la vida cotidiana. Las vías alternativas que se crecen de ciudadano a ciudadano son las que enriquecen la realidad inmediata.
La proliferación de las memorias flash, el uso y vulgarización de un medio tan útil como el reproductor casero de DVD y la liberación por parte del gobierno cubano de las patentes para reproducir y vender productos audiovisuales por parte de los trabajadores por cuenta propia, han movido las zonas de contacto del espectador cubano de los últimos cinco años.
Las series televisivas norteamericanas que los aparatos de propaganda en la isla no permiten divulgar, materiales de deportistas cubanos residentes en el exterior, telenovelas, filmes históricos, de acción y aventuras (todos de factura capitalista), van de casa en casa, en dispositivos tecnológicos de punta o en los casi obsoletos discos compactos.
En medio de esa avalancha entran también al hogar cubano los materiales que muestran la represión gubernamental o los primeros planos que denuncian la miseria en que se encuentra el país.
Los documentales de Palenque Visión se unen a los materiales que salen de las escuelas de cine y los grupos de experimentación independientes, que han producido debates como Razones Ciudadanas y Estado de Sats y reportajes de denuncia como los de Hablemos Press y otras agencias de prensa independientes.
Esta es una buena señal para la salud del documental cubano.
Sin ánimos de justificarse, jóvenes disidentes explican cómo se han sorprendido cuando aparecen estos letreros que les achacan a ellos mismos y provienen de la creciente población inconforme en todo el país.
El grupo de experimentación visual independiente, Palenque Visión, de la Alianza Democrática Oriental, ha vuelto a publicar desde la enmarañada geografía guantanamera un documental producido por ellos mismos y dirigido por Rolando Rodríguez Lobaina. El material, titulado “Para Cuba, libertad”, está apoyado en una narrativa sencilla, sin afeites, profusión de efectos audiovisuales ni complicaciones en su montaje.
Este mismo grupo produjo recientemente un divertido video filmado con cámara oculta que muestra una asamblea previa al proceso de elecciones de delegados municipales del Poder Popular en Baracoa, Guantánamo, el pasado mes de septiembre, donde los dirigentes revolucionarios caen en un profundo sueño al ritmo de las arengas.
La operatividad del documental cubano de ahora mismo se encuentra entre el visionado en pequeños círculos intelectuales, los pocos espacios para muestras y festivales, y el rico ambiente clandestino de la vida cotidiana. Las vías alternativas que se crecen de ciudadano a ciudadano son las que enriquecen la realidad inmediata.
La proliferación de las memorias flash, el uso y vulgarización de un medio tan útil como el reproductor casero de DVD y la liberación por parte del gobierno cubano de las patentes para reproducir y vender productos audiovisuales por parte de los trabajadores por cuenta propia, han movido las zonas de contacto del espectador cubano de los últimos cinco años.
Las series televisivas norteamericanas que los aparatos de propaganda en la isla no permiten divulgar, materiales de deportistas cubanos residentes en el exterior, telenovelas, filmes históricos, de acción y aventuras (todos de factura capitalista), van de casa en casa, en dispositivos tecnológicos de punta o en los casi obsoletos discos compactos.
En medio de esa avalancha entran también al hogar cubano los materiales que muestran la represión gubernamental o los primeros planos que denuncian la miseria en que se encuentra el país.
Los documentales de Palenque Visión se unen a los materiales que salen de las escuelas de cine y los grupos de experimentación independientes, que han producido debates como Razones Ciudadanas y Estado de Sats y reportajes de denuncia como los de Hablemos Press y otras agencias de prensa independientes.
Esta es una buena señal para la salud del documental cubano.
