Como ya han hecho en múltiples ocasiones, varios expertos en relaciones latinoamericanas pidieron nuevamente en Washington que Cuba sea retirada de la lista de países que patrocinan el terrorismo.
Lo hicieron en una conferencia en el Club Nacional de Prensa de la capital norteamericana. Los ponentes eran Wayne Smith, quien fue el primer jefe de la Sección de Intereses nortmeaircana en Cuba, en la época del presidente Jimmy Carter, además del congresista demócrata por Massachussets Jim McGovern, quien regresó recientemente de un viaje a la isla. También el abogado Robert Muse, quien ha representado varias causas contra el embargo y la prohibición de viajes a Cuba, así como el diplomático retirado Anthony Quainton, quien participó en su día en la decisión de incluir a Cuba en la lista de países terroristas y. el representante de la Oficina de Washington para América Latina, Adam Isaacson.
Si bien McGovern aseguró que Cuba experimenta grandes cambios y conviene reconocerlos, lo cual puede servir para una mejora de relaciones, Quainton dijo que una buena forma de hacerlo es recordar las bases para haber incluído a Cuba en esa lista y reconsiderarlo con esta perspectiva.
Quainton indicó que la conducta de Cuba en los foros internacionales ha cambiado y, a diferencia de lo que ocurría hace décadas, ya no participa en acciones violentas. Por el contrario, favorece negociaciones contra el terrorismo. Dio para ello el ejemplo de su mediación entre el gobierno de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), aunque no olvidó el rol de apoyo que en su día tuvo La Habana para otro grupo terrorista colombiano, el ELN (Ejército de Liberación Nacional), cuyos líderes estudiaron en la isla.
Para Quainton, el cambio se debe en parte a la nueva situación creada internacionalmente, pues hoy en día hay muchos líderes de izquierda en el hemisferio y las autoridades cubanas no ven motivos para seguir sus métodos anteriores.
En cuanto a Muse, señaló que los argumentos actuales del Departamento de Estado, de que Cuba patrocina el terrorismo por su apoyo a la ETA española o a miembros de las FARC no son válidos, porque en el caso de la ETA actúa con apoyo del gobierno de Madrid. Con las FARC, Cuba hace una mediación de paz..
Tampoco acepta que se la incluya en esa lista porque da refugio a fugitivos de la justicia, pues los acuerdos de extradición ya no son vigentes y difícilmente podría aplicarse, y menos aún exigirse, un acuerdo que nadie sigue.
Isaacson también se manifestó contrario a la designación de estado terrorista, pero añadió que es muy difícil cambiarla mientras Cuba siga reteniendo al contratista norteamericano Alan Gross, aunque expresó su esperanza de que este problema pueda resolverse mediante negociaciones.
De especial interés fueron los comentarios de Wayne Smith, quien repasó la actitud y conducta de los presidentes norteamericanos desde Jimmy Carter. Señaló que la mayoría de ellos, republicanos o demócratas, llegaron a la Casa Blanca con expectativas que no se materializaron en sus relaciones con Cuba, pues en general habían mostrado pocas inclinaciones a endurecer las sanciones contra la isla.
Ni los republicanos Reagan o su sucesor George W H Bush parecían interesados en actuar contra Cuba, pero endurecieron su posición en la Casa Blanca. En cuanto a los demócratas, Smith se mostró sorprendido y amargado por su actuación: Carter, en vez de un acercamiento, acabó con una postura más dura y Bill Clinton, quien parecía tender una mano a la Habana, presidió sobre el endurecimiento mayor desde la llegada de los hermanos Castro, pues firmó la ley Helms Burton, que codifica el embargo.
Efectivamente, antes de esa ley los presidentes podrían haber levantado el embargo por orden ejecutiva, pero ahora tan solo pueden hacerlo si el Congreso cambia la legislación. Smith y los demás panelistas especularon que los presidentes actuaban en respuesta a las acciones de Cuba, como en el caso de Clinton tras el derribo de una avioneta de Hermanos al Rescate fuera de las aguas jurisdiccionales cubanas – o que reaccionaban a las presiones del exilio cubano.
En este último sentido, expresaron todos su esperanza de que el presidente Obama sea más positivo con Cuba pues las últimas elecciones parecen indicar que el voto de la Florida ya no depende de una política de mano dura con el régimen de Castro. Es consecuencia, dijeron, de que en Miami hay una nueva generación de exiliados cubanos y también de que la Florida tiene emigrantes hispanos de muchos otros lugares además de Cuba.
Lo hicieron en una conferencia en el Club Nacional de Prensa de la capital norteamericana. Los ponentes eran Wayne Smith, quien fue el primer jefe de la Sección de Intereses nortmeaircana en Cuba, en la época del presidente Jimmy Carter, además del congresista demócrata por Massachussets Jim McGovern, quien regresó recientemente de un viaje a la isla. También el abogado Robert Muse, quien ha representado varias causas contra el embargo y la prohibición de viajes a Cuba, así como el diplomático retirado Anthony Quainton, quien participó en su día en la decisión de incluir a Cuba en la lista de países terroristas y. el representante de la Oficina de Washington para América Latina, Adam Isaacson.
Si bien McGovern aseguró que Cuba experimenta grandes cambios y conviene reconocerlos, lo cual puede servir para una mejora de relaciones, Quainton dijo que una buena forma de hacerlo es recordar las bases para haber incluído a Cuba en esa lista y reconsiderarlo con esta perspectiva.
Quainton indicó que la conducta de Cuba en los foros internacionales ha cambiado y, a diferencia de lo que ocurría hace décadas, ya no participa en acciones violentas. Por el contrario, favorece negociaciones contra el terrorismo. Dio para ello el ejemplo de su mediación entre el gobierno de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), aunque no olvidó el rol de apoyo que en su día tuvo La Habana para otro grupo terrorista colombiano, el ELN (Ejército de Liberación Nacional), cuyos líderes estudiaron en la isla.
Para Quainton, el cambio se debe en parte a la nueva situación creada internacionalmente, pues hoy en día hay muchos líderes de izquierda en el hemisferio y las autoridades cubanas no ven motivos para seguir sus métodos anteriores.
En cuanto a Muse, señaló que los argumentos actuales del Departamento de Estado, de que Cuba patrocina el terrorismo por su apoyo a la ETA española o a miembros de las FARC no son válidos, porque en el caso de la ETA actúa con apoyo del gobierno de Madrid. Con las FARC, Cuba hace una mediación de paz..
Tampoco acepta que se la incluya en esa lista porque da refugio a fugitivos de la justicia, pues los acuerdos de extradición ya no son vigentes y difícilmente podría aplicarse, y menos aún exigirse, un acuerdo que nadie sigue.
Isaacson también se manifestó contrario a la designación de estado terrorista, pero añadió que es muy difícil cambiarla mientras Cuba siga reteniendo al contratista norteamericano Alan Gross, aunque expresó su esperanza de que este problema pueda resolverse mediante negociaciones.
De especial interés fueron los comentarios de Wayne Smith, quien repasó la actitud y conducta de los presidentes norteamericanos desde Jimmy Carter. Señaló que la mayoría de ellos, republicanos o demócratas, llegaron a la Casa Blanca con expectativas que no se materializaron en sus relaciones con Cuba, pues en general habían mostrado pocas inclinaciones a endurecer las sanciones contra la isla.
Ni los republicanos Reagan o su sucesor George W H Bush parecían interesados en actuar contra Cuba, pero endurecieron su posición en la Casa Blanca. En cuanto a los demócratas, Smith se mostró sorprendido y amargado por su actuación: Carter, en vez de un acercamiento, acabó con una postura más dura y Bill Clinton, quien parecía tender una mano a la Habana, presidió sobre el endurecimiento mayor desde la llegada de los hermanos Castro, pues firmó la ley Helms Burton, que codifica el embargo.
Efectivamente, antes de esa ley los presidentes podrían haber levantado el embargo por orden ejecutiva, pero ahora tan solo pueden hacerlo si el Congreso cambia la legislación. Smith y los demás panelistas especularon que los presidentes actuaban en respuesta a las acciones de Cuba, como en el caso de Clinton tras el derribo de una avioneta de Hermanos al Rescate fuera de las aguas jurisdiccionales cubanas – o que reaccionaban a las presiones del exilio cubano.
En este último sentido, expresaron todos su esperanza de que el presidente Obama sea más positivo con Cuba pues las últimas elecciones parecen indicar que el voto de la Florida ya no depende de una política de mano dura con el régimen de Castro. Es consecuencia, dijeron, de que en Miami hay una nueva generación de exiliados cubanos y también de que la Florida tiene emigrantes hispanos de muchos otros lugares además de Cuba.