Mary Anastasia O’Grady, editora del periódico The Wall Street Journal, escribe que el Gobierno militar de Venezuela llevará a cabo "elecciones" presidenciales el 14 de abril, y recuerda que uno de los candidatos en la boleta electoral será Nicolás Maduro, el sucesor elegido a dedo por Hugo Chávez.
"El líder sindical fue nombrado presidente interino de Venezuela, después de que se anunciara el 5 de marzo que Chávez había muerto. Con toda probabilidad, el Sr. Maduro ganará las elecciones, utilizando los métodos dudosos perfeccionados por Chávez y con cualquier ayuda que La Habana considere necesario proporcionar con ese propósito".
O’Grady plantea que Maduro ha sido presentado al mundo como una persona con entrenamiento de chofer de autobús, que está a punto de ser presidente de Venezuela por casualidad, pero como explicara el escritor cubano Carlos Alberto Montaner en una columna de El Nuevo Herald de Miami la semana pasada, la llegada al poder de Maduro es cualquier cosa menos casual. Cuba siempre ha tenido sus ojos puestos en el petróleo de Venezuela, y Maduro habría sido entrenado para lograr ese objetivo desde hace décadas.
Venezuela tiene una constitución, pero no la usa mucho, indica O’Grady. El nombramiento de Maduro el mes pasado como presidente interino es una muestra de ello. Según la Constitución, ese cargo debería haber sido desempeñado por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
Pero Cabello no recibió el visto bueno, muy probablemente porque Cuba no estaba de acuerdo. La isla tropical comunista es una ruina económica después de 54 años de liderazgo de los Castro, y sólo sobrevive gracias a las subvenciones de petróleo de Venezuela. Cuba controla todos los resortes del estado de seguridad e inteligencia que ayuda al chavismo a mantener el control sobre la disidencia.
Según O’Grady, Cuba no podía confiar en Cabello. Se le conoce como un nacionalista y, después de provenir de los militares, mantiene estrechos vínculos con los uniformados. Muchos de ellos se quejan de la enorme influencia que tiene Cuba en las decisiones que se toman en territorio venezolano y de la generosidad venezolana (petróleo) con La Habana, mientras tantos venezolanos viven en extrema pobreza. Por eso, seguramente, los hermanos Castro consideraron que era demasiado arriesgado que Cabello ocupara la silla presidencial, aunque fuera temporal.
Por otro lado, Maduro, es una cara conocida de La Habana, según Montaner, quien basó su informe en el testimonio de un supuesto exagente cubano que dice que Maduro asistió a la escuela especial de Cuba para el liderazgo político, la Escuela Ñico López, en la década de 1980. "A juzgar por estos datos," Montaner escribe, que Maduro es "un viejo colaborador de la inteligencia castrista. Debido a eso, Raúl Castro convenció a Hugo Chávez, de que él era su heredero natural".
"El líder sindical fue nombrado presidente interino de Venezuela, después de que se anunciara el 5 de marzo que Chávez había muerto. Con toda probabilidad, el Sr. Maduro ganará las elecciones, utilizando los métodos dudosos perfeccionados por Chávez y con cualquier ayuda que La Habana considere necesario proporcionar con ese propósito".
O’Grady plantea que Maduro ha sido presentado al mundo como una persona con entrenamiento de chofer de autobús, que está a punto de ser presidente de Venezuela por casualidad, pero como explicara el escritor cubano Carlos Alberto Montaner en una columna de El Nuevo Herald de Miami la semana pasada, la llegada al poder de Maduro es cualquier cosa menos casual. Cuba siempre ha tenido sus ojos puestos en el petróleo de Venezuela, y Maduro habría sido entrenado para lograr ese objetivo desde hace décadas.
Venezuela tiene una constitución, pero no la usa mucho, indica O’Grady. El nombramiento de Maduro el mes pasado como presidente interino es una muestra de ello. Según la Constitución, ese cargo debería haber sido desempeñado por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
Pero Cabello no recibió el visto bueno, muy probablemente porque Cuba no estaba de acuerdo. La isla tropical comunista es una ruina económica después de 54 años de liderazgo de los Castro, y sólo sobrevive gracias a las subvenciones de petróleo de Venezuela. Cuba controla todos los resortes del estado de seguridad e inteligencia que ayuda al chavismo a mantener el control sobre la disidencia.
Según O’Grady, Cuba no podía confiar en Cabello. Se le conoce como un nacionalista y, después de provenir de los militares, mantiene estrechos vínculos con los uniformados. Muchos de ellos se quejan de la enorme influencia que tiene Cuba en las decisiones que se toman en territorio venezolano y de la generosidad venezolana (petróleo) con La Habana, mientras tantos venezolanos viven en extrema pobreza. Por eso, seguramente, los hermanos Castro consideraron que era demasiado arriesgado que Cabello ocupara la silla presidencial, aunque fuera temporal.
Por otro lado, Maduro, es una cara conocida de La Habana, según Montaner, quien basó su informe en el testimonio de un supuesto exagente cubano que dice que Maduro asistió a la escuela especial de Cuba para el liderazgo político, la Escuela Ñico López, en la década de 1980. "A juzgar por estos datos," Montaner escribe, que Maduro es "un viejo colaborador de la inteligencia castrista. Debido a eso, Raúl Castro convenció a Hugo Chávez, de que él era su heredero natural".