Los estadios vacíos, la apatía de la vieja afición hacia el llamado ‘deporte nacional’ y un nuevo trasvase de niños y jóvenes hinchas desde las bolas y los strikes hacia el fútbol son el panorama más visible del deporte en Cuba.
Seguido de la fuga de estelares deportistas, el 2013 empezó con el desastroso resultado del equipo cubano en el Clásico Mundial de Béisbol, mientras cubanos que juegan en la Gran carpa en los Estados Unidos ya brillan, entre otros factores por la posibilidad que tienen de contrastar sus potencialidades con otras figuras.
En el ámbito local, las demostraciones de soberbia del manager del equipo Cuba, el ex estelar Víctor Mesa, han dejado un mal sabor en quienes han visto al deporte como un canal de formación para los jóvenes y una vía para el trabajo en equipo. Las indisciplinas del timonel Mesa son pasadas por alto una y otra vez por los directivos, en tanto aplican duras sanciones a los peloteros por faltas menores, a decir de los aficionados.
El torneo nacional cubano ha dejado ver algunos costados grises: improvisación sin ningún resultado, deslucimiento de los atletas por falta de motivación y hasta “guantes descocidos”, como ha dicho en un interesante artículo el reportero independiente Iván García.
La fanaticada se las arregla para ver partidos de Grandes Ligas transmitidos en canales locales del Sur de la Florida, pero las autoridades de la isla, no sueltan prenda, el béisbol es asunto de Estado y la salida de peloteros a contratos en el exterior, se ve cada día más lejos.
En el mismo orden, el señor Joseph Blatter, presidente de la FIFA está en La Habana revisando el funcionamiento del programa Goal, que su organización ha destinado para desarrollar el deporte balompédico en naciones con menos posibilidades económicas.
En su estancia habanera Blattler ha planteado que el fútbol es más importante en este momento que el béisbol, y lo ha dicho en una conferencia de prensa en la que explicó además que no tiene las estadísticas exactas. Es una verdad a voz en cuello, pero que encuentra oídos sordos en los ejecutivos gubernamentales, culpables del descenso de la preferencia de la pelota ante el fútbol.
Esto pudiera ser bueno y malo. Para los cubanos es bueno que las nuevas generaciones se enfilen sobre un deporte de menor arraigo, lo fatídico es que rebajen el pasatiempo nacional a diversión de barrio, mientras las jóvenes promesas que logran escapar de la isla toman puestos importantes en los equipos de ligas mayores.
En estos días se ha conocido que el mediocampista cubano Osvaldo Alonso, ex jugador de la selección cubana y ahora estelar en los Seattle Sounders, espera el permiso de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) para sumarse a la selección de Estados Unidos.
Alonso abandonó el equipo en un gira por los Estados Unidos, como otros más, pero Blattler no hizo mención alguna a ese pedido ni a las deserciones criollas. En la actualidad el director técnico de los Sounders, Juergen Klinsmann, está presionando fuertemente para contar con Alonso en la cita universal, pues lo ha calificado como una pieza clave en sus planes para lograr la clasificación del equipo estadounidense a Brasil 2014.
El brillante jugador ha sido seleccionado el Jugador Más Valioso del equipo Seattle en los últimos tres campeonatos de la MLS y ha participado en dos ocasiones en el Juego de Estrellas. También se le considera el mejor jugador de su posición -volante de contención- en el fútbol profesional de Estados Unidos.
Seguido de la fuga de estelares deportistas, el 2013 empezó con el desastroso resultado del equipo cubano en el Clásico Mundial de Béisbol, mientras cubanos que juegan en la Gran carpa en los Estados Unidos ya brillan, entre otros factores por la posibilidad que tienen de contrastar sus potencialidades con otras figuras.
En el ámbito local, las demostraciones de soberbia del manager del equipo Cuba, el ex estelar Víctor Mesa, han dejado un mal sabor en quienes han visto al deporte como un canal de formación para los jóvenes y una vía para el trabajo en equipo. Las indisciplinas del timonel Mesa son pasadas por alto una y otra vez por los directivos, en tanto aplican duras sanciones a los peloteros por faltas menores, a decir de los aficionados.
El torneo nacional cubano ha dejado ver algunos costados grises: improvisación sin ningún resultado, deslucimiento de los atletas por falta de motivación y hasta “guantes descocidos”, como ha dicho en un interesante artículo el reportero independiente Iván García.
La fanaticada se las arregla para ver partidos de Grandes Ligas transmitidos en canales locales del Sur de la Florida, pero las autoridades de la isla, no sueltan prenda, el béisbol es asunto de Estado y la salida de peloteros a contratos en el exterior, se ve cada día más lejos.
En el mismo orden, el señor Joseph Blatter, presidente de la FIFA está en La Habana revisando el funcionamiento del programa Goal, que su organización ha destinado para desarrollar el deporte balompédico en naciones con menos posibilidades económicas.
En su estancia habanera Blattler ha planteado que el fútbol es más importante en este momento que el béisbol, y lo ha dicho en una conferencia de prensa en la que explicó además que no tiene las estadísticas exactas. Es una verdad a voz en cuello, pero que encuentra oídos sordos en los ejecutivos gubernamentales, culpables del descenso de la preferencia de la pelota ante el fútbol.
Esto pudiera ser bueno y malo. Para los cubanos es bueno que las nuevas generaciones se enfilen sobre un deporte de menor arraigo, lo fatídico es que rebajen el pasatiempo nacional a diversión de barrio, mientras las jóvenes promesas que logran escapar de la isla toman puestos importantes en los equipos de ligas mayores.
En estos días se ha conocido que el mediocampista cubano Osvaldo Alonso, ex jugador de la selección cubana y ahora estelar en los Seattle Sounders, espera el permiso de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) para sumarse a la selección de Estados Unidos.
Alonso abandonó el equipo en un gira por los Estados Unidos, como otros más, pero Blattler no hizo mención alguna a ese pedido ni a las deserciones criollas. En la actualidad el director técnico de los Sounders, Juergen Klinsmann, está presionando fuertemente para contar con Alonso en la cita universal, pues lo ha calificado como una pieza clave en sus planes para lograr la clasificación del equipo estadounidense a Brasil 2014.
El brillante jugador ha sido seleccionado el Jugador Más Valioso del equipo Seattle en los últimos tres campeonatos de la MLS y ha participado en dos ocasiones en el Juego de Estrellas. También se le considera el mejor jugador de su posición -volante de contención- en el fútbol profesional de Estados Unidos.