Buscan mejorar su situación económica y por eso salen huyendo hacia la capital del país. Los residentes en las provincias orientales llegan a La Habana buscando un paraíso que pocas veces encuentran. Así lo describe un breve reportaje de la productora independiente Palenque Visión. Son testimonios que no por harto conocidos, dejan de ser interesantes.
A la pregunta de por qué migran hacia el occidente, las respuestas van desde la búsqueda de mejores empleos y salarios, condiciones de vida que no hayan en los inhóspitos parajes donde nacieron, hasta la ilusión de encontrar una Habana que ya no existe.
“Aquí está el capitolio, Obispo (la calle), aquí hay más desarrollo”, dice una mujer y concluye que le gustaría llegarse a Oriente pero no podría porque no tiene “ni un kilo”. Entre las apreciaciones de los realizadores, la apuesta va por el fatalismo que ha divido la isla entre Oriente y Occidente y la falta de incentivos para quedarse en pequeños pueblos donde la vida se ha apagado poco a poco.
Desde inicio de los años ’60 los planes de desarrollo a largo plazo que implementó el gobierno potenciaron el Oeste del país, en detrimento del Este. Es por ello que además del lógico flujo de inmigrantes que generó, impulsó un éxodo de mano de obra multitudinaria hacia planes agrícolas, en el sector de la construcción y hasta de militares que prestaron servicio temporal en unidades castrenses de la zona.
Muchos años después aquellos trabajadores que decidieron quedarse en La Habana fueron secundados por otros que lo hicieron de manera furtiva y con ellos trajeron a sus familiares. “Lo que hace falta -dice otro de los entrevistados- es que los que piensan aquí (se refiere a los gobernantes), le den a la gente de allá (fuera de la capital) el mismo desenvolvimiento que hay aquí en La Habana”.
Yoandris Beltrán Gamboa hablo para Martinoticias y su conclusión fue aplastante, al referirse a la manera en que el mismo Fidel Castro se refiriera a Guantánamo como el último lugar, no solo de Cuba sino del mundo:
Pero no basta con que haya leyes que intenten regular el flujo migratorio hacia la que anteponen el slogan de “la capital de todos los cubanos”. Muchos residentes oriundos de allí rechazan la avalancha de hombres y mujeres que vienen buscando una vida más llevadera. “Son conflictivos, quieren estar en todas, quieren cogerse todo, quieren hacerse los dueños de todo”, dice un transeúnte interpelado por el clandestino equipo de realización.
Sin llegar aún a tonos alarmantes de xenofobia, los orientales son llamados Palestinos, y una retahíla de chistes y bromas de mal gusto acompañan el mito de que han ido a complicarles la vida a los residentes capitalinos.
A la pregunta de por qué migran hacia el occidente, las respuestas van desde la búsqueda de mejores empleos y salarios, condiciones de vida que no hayan en los inhóspitos parajes donde nacieron, hasta la ilusión de encontrar una Habana que ya no existe.
“Aquí está el capitolio, Obispo (la calle), aquí hay más desarrollo”, dice una mujer y concluye que le gustaría llegarse a Oriente pero no podría porque no tiene “ni un kilo”. Entre las apreciaciones de los realizadores, la apuesta va por el fatalismo que ha divido la isla entre Oriente y Occidente y la falta de incentivos para quedarse en pequeños pueblos donde la vida se ha apagado poco a poco.
Desde inicio de los años ’60 los planes de desarrollo a largo plazo que implementó el gobierno potenciaron el Oeste del país, en detrimento del Este. Es por ello que además del lógico flujo de inmigrantes que generó, impulsó un éxodo de mano de obra multitudinaria hacia planes agrícolas, en el sector de la construcción y hasta de militares que prestaron servicio temporal en unidades castrenses de la zona.
Muchos años después aquellos trabajadores que decidieron quedarse en La Habana fueron secundados por otros que lo hicieron de manera furtiva y con ellos trajeron a sus familiares. “Lo que hace falta -dice otro de los entrevistados- es que los que piensan aquí (se refiere a los gobernantes), le den a la gente de allá (fuera de la capital) el mismo desenvolvimiento que hay aquí en La Habana”.
Yoandris Beltrán Gamboa hablo para Martinoticias y su conclusión fue aplastante, al referirse a la manera en que el mismo Fidel Castro se refiriera a Guantánamo como el último lugar, no solo de Cuba sino del mundo:
Pero no basta con que haya leyes que intenten regular el flujo migratorio hacia la que anteponen el slogan de “la capital de todos los cubanos”. Muchos residentes oriundos de allí rechazan la avalancha de hombres y mujeres que vienen buscando una vida más llevadera. “Son conflictivos, quieren estar en todas, quieren cogerse todo, quieren hacerse los dueños de todo”, dice un transeúnte interpelado por el clandestino equipo de realización.
Sin llegar aún a tonos alarmantes de xenofobia, los orientales son llamados Palestinos, y una retahíla de chistes y bromas de mal gusto acompañan el mito de que han ido a complicarles la vida a los residentes capitalinos.