La posibilidad de adquirir una plaza para un niño en un círculo infantil en Cuba, se ha convertido una verdadera búsqueda de lo imposible. La poca capacidad en estas guarderías, la mala alimentación y la reducción de los requisitos de admisión para las mujeres que trabajan en los ministerios de Salud Pública y Educación hacen que muchos vean esta meta como una quimera.
Los círculos infantiles y jardines de la infancia se implementaron a inicios de los ’60, para que los padres cubanos pudieran trabajar sin la preocupación del cuidado de sus hijos. Pero en los últimos años, estos centros educativos se han convertido en una exclusividad, sobre todo en algunas regiones del interior del país donde existe aproximadamente uno en cada municipio.
Sin la recomendación del sindicato, el apoyo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y otros resortes que funcionan como una palanca, es imposible obtener una plaza en estos lugares.
La enfermera Mildred Sánchez, residente en el costero municipio de Antilla, en la provincia Holguín, nunca pudo poner a sus hijas en un jardín de la infancia pues no había matrícula.
“La solución ahora son las muchachas que no han accedido a la Universidad y al estar sin trabajo se ponen a cuidar niños”, dice Mildred.
Estas jovencitas “cuidan niños menores de un año porque hay madres que necesitan incorporarse a trabajar, y van con ellas y les cuidan sus bebés. Aquí en mi cuadra viven dos niñas de 16 años que están cuidando bebés, una tiene 3 y la otra tiene 4 niños menores en su casa”, afirma.
La alternativa de las guarderías privadas pasó primero por el rigor de los inspectores estatales, que multaban a quienes la ejercían, hasta que en los últimos intentos de reformas se incluyó como una modalidad de ‘trabajo por cuenta propia’.
En la capital una empleada de estas guarderías puede llegar a tener un salario de hasta 40 CUC al mes y además se le garantiza el almuerzo.
En Antilla, donde reside Mildred, existe un círculo infantil, dividido en dos unidades “uno frente al otro, son casas particulares de personas que han emigrado del país”, concluye la señora Mildred Sánchez.
Yanisleidis Rodríguez, es una habanera madre, trabajadora y disidente a la vez. Tiene un cuño con el que le ha sido y le será imposible obtener una plaza. “Anterior a estar en esto (se refiere a la oposición) no tenía derecho y ahora menos”, señala. Ella tiene dos niños, uno de 7 y otra de 4 años respectivamente y tiene que pagar a particulares porque le cuiden a la más pequeña.
“Imagínese que yo trabajé en Educación Provincial y ni así me concedieron el ‘círculo’ para mis hijos. Allí conmigo había madres que llevaban muchos años en Educación y tenían que pagarle a una persona para que le cuidaran el niño y ellas poder trabajar”, indicó.
La corrupción ha penetrado este sector, como refiere Yanisleidis, quien asegura que mayormente siendo un dirigente o teniendo una buena recomendación se logra obtener el preciado puesto para un infante en estos sitios.
Las solicitudes de matrícula para los hijos de Yuliet Pérez, residente en Pinar del Río y ex trabajadora del Hospital Provincial Abel Santamaría, encontraron un muro de concreto.
“Cuando yo tenía mi primera niña lo pedí y nunca me llegó”, indica y agrega que las carreras de educadoras de círculos infantiles tampoco llegan lo cual también afecta la disponibilidad de estos servicios.
Desde La Habana el periodista independiente Álvaro Yero Felipe denunció en el sitio Primavera Digital que “seis trabajadores de un círculo infantil ubicado en el municipio Arroyo Naranjo enviaron una carta a la Dirección Nacional del Ministerio de Educación de Ciudad de la Habana, donde acusan a la administración del centro de desviar comida y recursos económicos y materiales destinados a los niños”, señaló la publicación.
Yero reportó que el incidente tuvo lugar en el círculo infantil Luxíl, que está ubicado en Arroyo Naranjo, y la carta relata el desvío de “los recursos que destina el gobierno así como organizaciones humanitarias extranjeras a los infantes que allí se encuentran internados, bajo la atención estatal por no tener familias”.
Los niños están bajo custodia estatal y su principal apoyo es la agencia de seguridad y protección SEPSA y no superan los cinco años de edad.
Los círculos infantiles y jardines de la infancia se implementaron a inicios de los ’60, para que los padres cubanos pudieran trabajar sin la preocupación del cuidado de sus hijos. Pero en los últimos años, estos centros educativos se han convertido en una exclusividad, sobre todo en algunas regiones del interior del país donde existe aproximadamente uno en cada municipio.
Sin la recomendación del sindicato, el apoyo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y otros resortes que funcionan como una palanca, es imposible obtener una plaza en estos lugares.
La enfermera Mildred Sánchez, residente en el costero municipio de Antilla, en la provincia Holguín, nunca pudo poner a sus hijas en un jardín de la infancia pues no había matrícula.
“La solución ahora son las muchachas que no han accedido a la Universidad y al estar sin trabajo se ponen a cuidar niños”, dice Mildred.
Estas jovencitas “cuidan niños menores de un año porque hay madres que necesitan incorporarse a trabajar, y van con ellas y les cuidan sus bebés. Aquí en mi cuadra viven dos niñas de 16 años que están cuidando bebés, una tiene 3 y la otra tiene 4 niños menores en su casa”, afirma.
La alternativa de las guarderías privadas pasó primero por el rigor de los inspectores estatales, que multaban a quienes la ejercían, hasta que en los últimos intentos de reformas se incluyó como una modalidad de ‘trabajo por cuenta propia’.
En la capital una empleada de estas guarderías puede llegar a tener un salario de hasta 40 CUC al mes y además se le garantiza el almuerzo.
En Antilla, donde reside Mildred, existe un círculo infantil, dividido en dos unidades “uno frente al otro, son casas particulares de personas que han emigrado del país”, concluye la señora Mildred Sánchez.
Yanisleidis Rodríguez, es una habanera madre, trabajadora y disidente a la vez. Tiene un cuño con el que le ha sido y le será imposible obtener una plaza. “Anterior a estar en esto (se refiere a la oposición) no tenía derecho y ahora menos”, señala. Ella tiene dos niños, uno de 7 y otra de 4 años respectivamente y tiene que pagar a particulares porque le cuiden a la más pequeña.
“Imagínese que yo trabajé en Educación Provincial y ni así me concedieron el ‘círculo’ para mis hijos. Allí conmigo había madres que llevaban muchos años en Educación y tenían que pagarle a una persona para que le cuidaran el niño y ellas poder trabajar”, indicó.
La corrupción ha penetrado este sector, como refiere Yanisleidis, quien asegura que mayormente siendo un dirigente o teniendo una buena recomendación se logra obtener el preciado puesto para un infante en estos sitios.
Las solicitudes de matrícula para los hijos de Yuliet Pérez, residente en Pinar del Río y ex trabajadora del Hospital Provincial Abel Santamaría, encontraron un muro de concreto.
“Cuando yo tenía mi primera niña lo pedí y nunca me llegó”, indica y agrega que las carreras de educadoras de círculos infantiles tampoco llegan lo cual también afecta la disponibilidad de estos servicios.
Desde La Habana el periodista independiente Álvaro Yero Felipe denunció en el sitio Primavera Digital que “seis trabajadores de un círculo infantil ubicado en el municipio Arroyo Naranjo enviaron una carta a la Dirección Nacional del Ministerio de Educación de Ciudad de la Habana, donde acusan a la administración del centro de desviar comida y recursos económicos y materiales destinados a los niños”, señaló la publicación.
Yero reportó que el incidente tuvo lugar en el círculo infantil Luxíl, que está ubicado en Arroyo Naranjo, y la carta relata el desvío de “los recursos que destina el gobierno así como organizaciones humanitarias extranjeras a los infantes que allí se encuentran internados, bajo la atención estatal por no tener familias”.
Los niños están bajo custodia estatal y su principal apoyo es la agencia de seguridad y protección SEPSA y no superan los cinco años de edad.