De acuerdo a documentos del Departamento de Justicia, el gobierno estadounidense tenía “motivos suficientes para creer que el corresponsal de la cadena Fox ,James Rosen, había violado las leyes del espionaje de Estados Unidos, y si no, por lo menos había ayudado o respaldado al funcionario gubernamental Stephen Jim Woo King,” quien supuestamente divulgara documentos que perjudicaban la seguridad nacional de este país
La noticia mete miedo. Como periodista hace más de medio siglo yo he hecho cosas parecidas a las que alegan que Rosen hizo miles de veces. Un buen reportero siempre cultiva y protege a sus fuentes en el gobierno. Así funciona la prensa libre, elemento esencial en una democracia.
Ojo, nunca pensé que hablaba con funcionarios que querían hacerle daño al gobierno. Pero ellos me proporcionaban información importantísima para mantener informado a los que viven en el sur de la Florida. En 1980 con la toma de la Embajada del Perú en La Habana y con el comienzo del puente marítimo del Mariel, los residentes del sur de la Florida estaban al tanto de los mínimos detalles.
Era esencial mantenerlos bien informados. Los voceros del Departamento de Estado y de Justicia, y los Guarda Costas no podían cubrir todos los detalles de noticias que principalmente afectaban a los residentes del sur de la Florida. El gobierno del entonces presidente Jimmy Carter tenía problemas más serios que atender.
Elementos radicales en Irán habían irrumpido en la Embajada Norteamericana en Teherán y tenían a cientos de diplomáticos como rehenes. Carter ordenó rescatarlo y el intento fracasó. Irán era más importante como noticia que Cuba.
Pero las cosas eran distintas en el sur de la Florida. Los reporteros del patio teníamos que saber que pasaba en Washington. Lo que allí pasaba era esencial para los sur floridanos.
Yo tenía por lo menos media docena de fuentes en los Departamento de Estado y Justicia con los que hablaba a diario, a veces hasta dos y tres veces. El Departamento de Estado decía que los exiliados no debían ir en embarcaciones al Puerto del Mariel. Los voceros de los Guarda Costas daban instrucciones de lo que debían llevar a bordo los botes que se dirigían al Mariel.
La información era contradictoria y eso hizo que muchos pensaran que el gobierno no los castigaría si iban a buscar a sus familiares.
Un día el encargado de la oficina de asuntos cubanos en el Departamento de Estado me dijo que al día siguiente los primeros refugiados de la Embajada del Perú llegarían por avión a Costa Rica. Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de San José, yo era el único corresponsal norteamericano allí.
Después funcionarios en la oficina de refugiados del Departamento de Estado me mantenían al tanto de lo que ocurría con el arribo constante de botes del Mariel y a la vez me alertaron al arribo de botes procedentes de Haití repletos de haitianos que querían el mismo trato que los cubanos. Los funcionarios trataban de explicar la diferencia entre un grupo de refugiados y los otros y no hallaban
La noticia mete miedo. Como periodista hace más de medio siglo yo he hecho cosas parecidas a las que alegan que Rosen hizo miles de veces. Un buen reportero siempre cultiva y protege a sus fuentes en el gobierno. Así funciona la prensa libre, elemento esencial en una democracia.
Ojo, nunca pensé que hablaba con funcionarios que querían hacerle daño al gobierno. Pero ellos me proporcionaban información importantísima para mantener informado a los que viven en el sur de la Florida. En 1980 con la toma de la Embajada del Perú en La Habana y con el comienzo del puente marítimo del Mariel, los residentes del sur de la Florida estaban al tanto de los mínimos detalles.
Era esencial mantenerlos bien informados. Los voceros del Departamento de Estado y de Justicia, y los Guarda Costas no podían cubrir todos los detalles de noticias que principalmente afectaban a los residentes del sur de la Florida. El gobierno del entonces presidente Jimmy Carter tenía problemas más serios que atender.
Elementos radicales en Irán habían irrumpido en la Embajada Norteamericana en Teherán y tenían a cientos de diplomáticos como rehenes. Carter ordenó rescatarlo y el intento fracasó. Irán era más importante como noticia que Cuba.
Pero las cosas eran distintas en el sur de la Florida. Los reporteros del patio teníamos que saber que pasaba en Washington. Lo que allí pasaba era esencial para los sur floridanos.
Yo tenía por lo menos media docena de fuentes en los Departamento de Estado y Justicia con los que hablaba a diario, a veces hasta dos y tres veces. El Departamento de Estado decía que los exiliados no debían ir en embarcaciones al Puerto del Mariel. Los voceros de los Guarda Costas daban instrucciones de lo que debían llevar a bordo los botes que se dirigían al Mariel.
La información era contradictoria y eso hizo que muchos pensaran que el gobierno no los castigaría si iban a buscar a sus familiares.
Un día el encargado de la oficina de asuntos cubanos en el Departamento de Estado me dijo que al día siguiente los primeros refugiados de la Embajada del Perú llegarían por avión a Costa Rica. Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de San José, yo era el único corresponsal norteamericano allí.
Después funcionarios en la oficina de refugiados del Departamento de Estado me mantenían al tanto de lo que ocurría con el arribo constante de botes del Mariel y a la vez me alertaron al arribo de botes procedentes de Haití repletos de haitianos que querían el mismo trato que los cubanos. Los funcionarios trataban de explicar la diferencia entre un grupo de refugiados y los otros y no hallaban