José Fernández, el cubano sensación en el pitcheo de los Marlins de Miami, llevó a su equipo a un triunfo sobre el pujante equipo de los Dodgers --nada menos que en el estadio de La Pequeña Habana-- y ratificó antes, durante y después del juego, que está ungido por ese carisma que suele calificarse como ángel.
José (¿o lo llamamos Ángel?) ha aprovechado bien su estancia en Estados Unidos, la transcurrida desde aquel accidentado trayecto desde su natal Santa Clara. Convertido en figura mediática --a la gerencia de los Peces le conviene, si de engordar las tribunas se trata-- el pitcher declaró que este lunes se despertó, ansioso, a las 6:45 de la mañana.
Y que estaba alegre porque un compatriota, Yasiel Puig, llegaba a Miami como regular de los Dodgers y convertido en otro granito de arena en el aporte de la Isla al béisbol de las Mayores.
Tres veces dominó el de Santa Clara al cienfueguero Puig, las dos primeras con el concurso del torpedero Adeiny Hechavarría, de Santiago de Cuba: foul fly en el primer inning; batazo por el cuadro en el tercero.
Y lo mejor estaba por llegar, cuando los Marlins ganaban 2-0. Los visitantes llenaron las bases en el quinto episodio, con un error incluido, pero Fernández dominó a la tanda abridora rival: Carl Crawford fue out por segunda base --entró una carrera--, tras lo cual Puig y Adrián González se atragantaron de ponches.
Un inning después, el último en su faena, José Fernández soportó el empate rival, pero sus compañeros lograron a continuación la ofensiva necesaria para imponerse ante el coreano Ryu. El lanzador criollo, que antes pegó de hit y anotó la primera rayita de Miami, tiene ahora 9 triunfos y cinco reveses.
En el plano de las simpatías, al de Villa Clara le fue mejor que al de Cienfuegos. Fernández se vio, como siempre, animando a sus compañeros en la cueva, y me deslumbró otra vez con su entrevista en inglés para la televisión.
Puig, que falló en cinco turnos --dos relevistas también lo silenciaron, con ponche y fly a los jardines respectivamente, lo último para el out 27-- mostró poca compostura después de un abanicado, no por tirarle a una pelota alta, sino por el strike número dos, cantado por el árbitro.
Pero yo confío en Puig, y en la sociedad que en tan solo cinco años ha hecho madurar a su compatriota José Fernández. Con el talento que derrocha, y si se rodea de gente buena --como él mismo--, Yasiel Puig será, definitivamente, otro orgullo para los cubanos.
José (¿o lo llamamos Ángel?) ha aprovechado bien su estancia en Estados Unidos, la transcurrida desde aquel accidentado trayecto desde su natal Santa Clara. Convertido en figura mediática --a la gerencia de los Peces le conviene, si de engordar las tribunas se trata-- el pitcher declaró que este lunes se despertó, ansioso, a las 6:45 de la mañana.
Y que estaba alegre porque un compatriota, Yasiel Puig, llegaba a Miami como regular de los Dodgers y convertido en otro granito de arena en el aporte de la Isla al béisbol de las Mayores.
Tres veces dominó el de Santa Clara al cienfueguero Puig, las dos primeras con el concurso del torpedero Adeiny Hechavarría, de Santiago de Cuba: foul fly en el primer inning; batazo por el cuadro en el tercero.
Y lo mejor estaba por llegar, cuando los Marlins ganaban 2-0. Los visitantes llenaron las bases en el quinto episodio, con un error incluido, pero Fernández dominó a la tanda abridora rival: Carl Crawford fue out por segunda base --entró una carrera--, tras lo cual Puig y Adrián González se atragantaron de ponches.
Un inning después, el último en su faena, José Fernández soportó el empate rival, pero sus compañeros lograron a continuación la ofensiva necesaria para imponerse ante el coreano Ryu. El lanzador criollo, que antes pegó de hit y anotó la primera rayita de Miami, tiene ahora 9 triunfos y cinco reveses.
En el plano de las simpatías, al de Villa Clara le fue mejor que al de Cienfuegos. Fernández se vio, como siempre, animando a sus compañeros en la cueva, y me deslumbró otra vez con su entrevista en inglés para la televisión.
Puig, que falló en cinco turnos --dos relevistas también lo silenciaron, con ponche y fly a los jardines respectivamente, lo último para el out 27-- mostró poca compostura después de un abanicado, no por tirarle a una pelota alta, sino por el strike número dos, cantado por el árbitro.
Pero yo confío en Puig, y en la sociedad que en tan solo cinco años ha hecho madurar a su compatriota José Fernández. Con el talento que derrocha, y si se rodea de gente buena --como él mismo--, Yasiel Puig será, definitivamente, otro orgullo para los cubanos.