Ya es casi un hecho. El filochavismo y, por extensión, el filocastrismo, podrían hacerse con el Gobierno de España.
Así lo parecen apuntar incluso los sondeos de opinión oficiales del Gobierno, según han avanzado esta semana algunos medios de comunicación españoles.
El Podemos de Pablo Iglesias, según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), superaría al PSOE y estaría pisando los talones al gobernante PP.
Si estos pronósticos se cumplieran, significaría que en España se daría por finalizado el bipartidismo y la alternancia entre dos partidos mayoritarios, que serían desplazados por una fuerza nueva, sin historial de gobierno ninguno, algo que en el contexto actual ha contribuido a su meteórico ascenso.
El deterioro del sistema democrático español es evidente y el daño lo ha ocasionado la desidia de los partidos mayoritarios a poner solución a uno de los problemas endémicos del país, la corrupción galopante, incluso en tiempos de crisis. Según un estudio de la Universidad de las Palmas, la corrupción cuesta a los españoles cada año 40.000 millones de euros.
La mala gestión de los partidos mayoritarios sirve ahora, en bandeja de plata, el Gobierno de España a un grupo que basa todo su discurso en señalar las vergüenzas de los partidos que se han repartido el poder en los últimos años. La crisis ha dejado en el país tal nivel de desánimo y desesperanza que cualquiera que se erija como salvador de la patria, por poco concreto que sea el programa con el que pretende lograr esas soluciones, se lleva a los españoles en fila, como el flautista de Hamelin a sus ratoncillos.
La llegada de Podemos al Gobierno, haciendo un poco de política ficción, podría representar un giro en cuanto a relaciones exteriores, un acercamiento más directo a América Latina, pero principalmente con los líderes de la alianza bolivariana. En su reciente gira latinoamericana, Iglesias se encontró con el presidente de Uruguay, José Mujica. De momento, a la formación no se le ocurrió viajar a Venezuela y procurar un encuentro con Nicolás Maduro.
Las relaciones del líder de Podemos con Venezuela son un punto importante de crítica en España. Por mucho que se intente restar importancia a la fascinación de Iglesias con el chavismo, Youtube es la mejor hemeroteca para dejar en evidencia al líder de la formación. Allí se pueden ver vídeos de Iglesias haciendo declaraciones hiperbólicas a la televisión estatal de Bolivia sobre la figura de Chávez.
La evolución de Podemos resulta preocupante en la medida que su fascinación bolivariana emparenta al grupo con los que usan ese discurso que identifica y reduce al enemigo en un solo saco, en esta caso, el de la "casta". Si bien es verdad que hay políticos en España que se demuestra a diario que actúan como una auténtica organización orientada a satisfacer intereses particulares a costa de lo público, resulta realmente preocupante reducir todo oponente bajo esa etiqueta.
En Cuba el poder se ampara en la lucha contra los contrarevolucioanrios, en Venezuela se les llama escuálidos, en España ahora, la casta. En España sobra apasionamiento ideológico y falta, en cambio, el guardar respeto a la diferencia, o capacidad para empatizar con el oponente.
Los de Podemos no solo piensan que en Venezuela las cosas se han hecho bien. El partido mira hacia Ecuador para emular políticas de Rafael Correa que estiman muy buenas y confían en poder aplicarlas en España. Si las encuestas siguen dando esa fuerza a Iglesias y a los suyos muy pronto quedará inaugurada en Europa la primera filial del ALBA. ¿Quién lo iba a decir, que después de Cuba y Venezuela le podría llegar la hora a España?