Parece increíble que el destino o las casualidades de la vida hayan juntado a Rosa María Payá, hija del fallecido líder opositor cubano Oswaldo Payá, y a Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, la mujer que encabeza por la parte norteamericana importantísimas conversaciones que podrían definir el futuro de Cuba.
Jacobson viajaba a La Habana, con una escala en Miami. Rosa María regresaba al sur de la Florida luego de ser invitada por el senador republicano Marco Rubio a presenciar en Washington el discurso de Obama sobre el estado de la unión. Payá Acevedo la vio y la abordó en el avión. Jacobson se puso de pie para saludarla y, entonces, hablaron, relató la hija de Payá a Martí Noticias.
"This is always a point that we raise (este es un punto que siempre tocamos)", respondió Jacobson cuando la joven activista por los Derechos Humanos en la isla inquirió si el tema de la muerte de su padre sería tocado como parte de las conversaciones.
Este episodio no solo ocurre en las películas y ahora ofrece una idea de hasta dónde es capaz de llegar Rosa María con tal de no dejar en el olvido lo que ella considera un asesinato político, ocurrido en julio de 2012 en una carretera secundaria del interior de la isla de Cuba, cuando Oswaldo Payá Sardiñas, líder del opositor Movimiento Cristiano Liberación, junto al activista cubano Harold Cepero y los políticos Aron Modig y Ángel Carromero, sueco y español respectivamente, tuvieron un siniestro vial todavía sin esclarecer correctamente.
Según relata Rosa María, Jacobson le preguntó si se dirigía a su casa lo cual indica que la alta funcionara no conocía el estatus de exiliada de su interlocutora, quien se refugió en Estados Unidos luego de intentar echar la pelea por el esclarecimiento de los hechos desde la isla, pero la Seguridad del Estado (policía política) la acosaba constantemente; no solo a ella, sino también a su familia, incluyendo una anciana que era ofendida por teléfono.
La activista ha dicho en entrevistas que el acoso de la Seguridad del Estado llegó a amenazarla de muerte. "La última vez que estuve allí (en La Habana), a un costado del Parque Manila en El Cerro, la Seguridad del Estado perseguía a mis hermanos en la calle y llamaban por teléfono para decir: "hija de p..., te vamos a matar", escribe la activista en su perfil de Facebook.
Desde la muerte de su padre, Rosa María Payá Acevedo ha buscado apoyo de políticos diversos en todo el mundo, con la finalidad de abrir una investigación internacional e independiente que dictamine si en realidad se trató de un accidente de tránsito o de un asesinato de Estado (existen varios indicios de que se trató de lo segundo). En su post recuerda que aún el Gobierno de la isla no ha entregado a su familia un informe de la autopsia de su padre.
También hace un llamado de atención a los nombres de los negociadores de La Habana, ya que uno de ellos "es el reconocido agente de la Seguridad del Estado Gustavo Machín. No por casualidad, fue el mismo que tuvo a su cargo la circense rueda de prensa que el sueco Aron Modig realizó en Cuba mientras estaba preso en régimen de aislamiento y sin cargos, justo antes de expulsarlo del país sin permitirle encontrarse con mi familia, tal como solicitamos, al tratarse de un conocido nuestro y ser nosotros los más afectados", escribe Payá Acevedo.
"Este viernes 23 de enero, me reuniré en la Casa Blanca con Ricardo Zúñiga, director senior para Asuntos del Hemisferio Occidental. Espero que para entonces él tenga noticias de la respuesta del Gobierno cubano a Roberta Jacobson sobre la investigación del atentado contra Harold y mi padre aquel día cruel, que nuestra familia temía pero jamás llegó a concebir", escribe esperanzada la joven hacia el final del texto.
Cabe recordar que en sus incursiones por la política española, Rosa María, aunque habló directamente con el ex presidente José María Aznar y con Josep Antoni Durán i Lleida, político catalán de alta reputación, no consiguió que España se interesara en una investigación independiente.
Ahora con las rondas de conversaciones de alto nivel entre Washington y La Habana cabría una posibilidad de reabrir el caso. Un encuentro al parecer fortuito dentro de un avión podría cambiar la vida de la familia Payá Acevedo.