Artefactus Teatro ha tenido a bien recibir en su sede del suroeste de Miami a Ariel Bouza y su equipo. El lujo de este abril es que traen desde La Habana Historia de una muñeca abandonada, una versión libérrima del dramaturgo cubano Norge Espinosa sobre el texto del español Alfonso Sastre.
Con esta Muñeca… al parecer han usado un pulimento especial para conservar la gracia con que 'Paquita' y 'Lolita' juguetean con la ambición, el amor, la envidia y la piedad en una armazón teatral que pone la actuación por encima de las falacias que tan a menudo vemos en los tiempos que corren. El grupo la lleva en andas hace más de quince años.
Ariel Bouza (al frente de Teatro Pálpito, La Habana) dirige sus acciones entre el drama, la risa y la reflexión para llevar a los espectadores a situaciones en las que deben decidir por héroes y antihéroes, pero no se puede estar en el medio. Esta pieza, que Bouza lleva a escena desde 1999, tiene el incentivo de la ambivalencia: Puede ser vista y gozada lo mismo por niños que por adultos. La versión de Sastre: Clásica, hierática, bien plantada en la historia del teatro moderno, se rejuvenece con la puesta de Bouza y el empuje de Pálpito.
Gleris Garcés (Lolita) se lleva los aplausos. No por ser un jovencísimo actor carece de maestría. El manejo de los atuendos y muñecos, la conversión de las voces y la proyección que pone en los tonos para llegar al último asiento le granjean la simpatía de los espectadores desde el momento mismo en que sale a escena.
Con la versión del crítico, dramaturgo y poeta cubano Norge Espinosa sucede algo sorprendente, pues nos llega de la mano probada de Sastre, que a su vez viene tamizado por la sombra de El círculo de tiza caucasiano, la conocida obra de B. Brecht. El resultado sale ileso entre esos dos excelentes escritores que fueron referentes obligados de la dramaturgia del siglo XX.
Ambos actores, Bouza y Garcés, lucen el lujo de las palabras que no van al vacío, el teatro siempre ayuda a la gente e Historia de una muñeca abandonada salva a los espectadores.
Esta mañana del sábado 4 sólo había cinco personas en el público, invitados a jugar y a disfrutar de unos artistas que se lucen por la dignidad en la actuación. Actuaban a teatro lleno, en un juicio final –que lo fue– porque cada puesta es un juicio en el que le va la vida a los implicados en este sueño: Desde la señora que barre las lunetas hasta el director, que encabeza la lista en los promocionales.
Artefactus Teatro, la sede donde Teatro Pálpito está celebrando la fiesta de las palabras y los gestos, lo invita a ver la magia del teatro, sin alardes, ni poses. Es en el 12302 SW 133 Ct. en Miami.
