Cuando muchos norteamericanos creían que al marcharse de Irak y de Afganistán acabaría su etapa de luchas en países extranjeros donde llevan más de diez años enfrentándose a terroristas islámicos, la amenaza de Al Qaeda reaparece y les obliga nuevamente a dedicar efectivos a la lucha anti terrorista.
En este caso, se trata del país norteafricano de Mali y, a diferencia de Afganistán e Irak, es muy improbable que haya ninguna presencia norteamericana pues las operaciones van a cargo de Francia, que lucha en Mali por la estabilidad de su antigua colonia.
Francia intervino al atender la petición del presidente de Malí para detener la ofensiva de las guerrillas alqaedistas del norte del país. Las tropas francesas y malienses lograron al principio recuperar la ciudad de Konna y trataban de asegurar la frontera entre el sur de Malí, de población negra, y el norte, donde predomina la etnia tuareg.
La rápida respuesta de Paris se debió a que el caos militar y político imperante en Malí dio alas a las cuatro guerrillas del país que simpatizan con Al Qaeda y amenazan ahora con establecer allí una importante base terrorista.
El peligro es grande en sí, porque desde el norte de Malí se pueden emprender acciones terroristas contra Europa Occidental y sería aún mayor de confirmarse los indicios de que importantes sectores del Ejército argelino colaboran con Aqim, una de las guerrillas islamistas más virulentas del África Occidental.
Se tratarìa de una situación semejante a la de Afganistán, donde los talibanes tienen aliados en el ejército del vecino Pakistán, con el agravante de que desde Argelia, ex colonia francesa y donde se habla extensamente el francés y existen amplios lazos con le ex metrópoli, es más fácil organizar acciones terroristas que desde el centro de Asia
Senegal y Nigeria prometieron ayuda al Gobierno legítimo de Malí, pero no se materializó en los primeros momentos. Igualmente, la Comunidad de Naciones Afro-occidentales había prometido el envió de 3.000 soldados para una misión pacificadora, pero se enfrenta a graves penurias presupuestarias.
Estados Unidos, que se ha puesto del lado del gobierno legítimo de Mali y de su aliado en la OTAN, es reacio a enviar tropas, pero podría prestar una decisiva ayuda técnico-militar con el envío de aviones no tripulados, satélites espía y otras armas modernas.
En esto seguiría el patrón de la intervención en Libia, donde no hubo despliegue norteamericano pero sí una importante ayuda logística a las fuerzas europeas. El propio secretario de Defensa Leon Panetta declaró que Estados Unidos no puede permanecer indiferente ante esta nueva amenaza terrorista que podría crear un nuevo santuario para Al Qaeda en el norte de Africa.
En realidad, la situación actual de Mali es en parte una secuela de la caída del régimen libio: muchos de los tuaregs que hoy se han asociado con Al Qaeda, estaban al servicio de Gaddafi y no solo cuentan con la experiencia y el entrenamiento, sino con muchas de las armas libias que han caído en su poder.
Aunque los primeros ataques franceses produjeron una huída de los elementos armados hacia la frontera con Mauritania, su portavoz advirtió de que las operaciones fracasarán y representarán una fuerte pérdida militar occidental.
Muchos expertos coinciden en la dificultad de las operaciones, que se realizan en un enorme terreno desértico y Francia, que envió en un primer momento varios centenares de soldados, anunció inmediatamente que aumentaría su presencia militar con por lo menos 2500 efectivos màs.
En este caso, se trata del país norteafricano de Mali y, a diferencia de Afganistán e Irak, es muy improbable que haya ninguna presencia norteamericana pues las operaciones van a cargo de Francia, que lucha en Mali por la estabilidad de su antigua colonia.
Francia intervino al atender la petición del presidente de Malí para detener la ofensiva de las guerrillas alqaedistas del norte del país. Las tropas francesas y malienses lograron al principio recuperar la ciudad de Konna y trataban de asegurar la frontera entre el sur de Malí, de población negra, y el norte, donde predomina la etnia tuareg.
La rápida respuesta de Paris se debió a que el caos militar y político imperante en Malí dio alas a las cuatro guerrillas del país que simpatizan con Al Qaeda y amenazan ahora con establecer allí una importante base terrorista.
El peligro es grande en sí, porque desde el norte de Malí se pueden emprender acciones terroristas contra Europa Occidental y sería aún mayor de confirmarse los indicios de que importantes sectores del Ejército argelino colaboran con Aqim, una de las guerrillas islamistas más virulentas del África Occidental.
Se tratarìa de una situación semejante a la de Afganistán, donde los talibanes tienen aliados en el ejército del vecino Pakistán, con el agravante de que desde Argelia, ex colonia francesa y donde se habla extensamente el francés y existen amplios lazos con le ex metrópoli, es más fácil organizar acciones terroristas que desde el centro de Asia
Senegal y Nigeria prometieron ayuda al Gobierno legítimo de Malí, pero no se materializó en los primeros momentos. Igualmente, la Comunidad de Naciones Afro-occidentales había prometido el envió de 3.000 soldados para una misión pacificadora, pero se enfrenta a graves penurias presupuestarias.
Estados Unidos, que se ha puesto del lado del gobierno legítimo de Mali y de su aliado en la OTAN, es reacio a enviar tropas, pero podría prestar una decisiva ayuda técnico-militar con el envío de aviones no tripulados, satélites espía y otras armas modernas.
En esto seguiría el patrón de la intervención en Libia, donde no hubo despliegue norteamericano pero sí una importante ayuda logística a las fuerzas europeas. El propio secretario de Defensa Leon Panetta declaró que Estados Unidos no puede permanecer indiferente ante esta nueva amenaza terrorista que podría crear un nuevo santuario para Al Qaeda en el norte de Africa.
En realidad, la situación actual de Mali es en parte una secuela de la caída del régimen libio: muchos de los tuaregs que hoy se han asociado con Al Qaeda, estaban al servicio de Gaddafi y no solo cuentan con la experiencia y el entrenamiento, sino con muchas de las armas libias que han caído en su poder.
Aunque los primeros ataques franceses produjeron una huída de los elementos armados hacia la frontera con Mauritania, su portavoz advirtió de que las operaciones fracasarán y representarán una fuerte pérdida militar occidental.
Muchos expertos coinciden en la dificultad de las operaciones, que se realizan en un enorme terreno desértico y Francia, que envió en un primer momento varios centenares de soldados, anunció inmediatamente que aumentaría su presencia militar con por lo menos 2500 efectivos màs.