Cuerpos destrozados, charcos de sangre y hospitales desbordados. En la ciudad siria de Alepo (norte), los barrios rebeldes viven escenas apocalípticas, bombardeados sin cesar por los aviones de las fuerzas gubernamentales sirias y sus aliados rusos.
Un funcionario de Naciones Unidas denunció que casi dos millones de personas no tienen suministro de agua ante el deterioro de las condiciones de seguridad en la zona en los últimos días.
En uno de los últimos hospitales que quedan en servicio en la parte rebelde de la segunda ciudad de Siria, los heridos se alinean sobre el suelo, a falta de camas, constató el sábado el corresponsal de la AFP. Dos hombres en la treintena murieron ante sus ojos.
Sólo quedan tres o cuatro hospitales en el este de Alepo, el área de la ciudad controlada por los rebeldes, sometida a una lluvia de bombas y obuses desde hace varios días. Muy poco como para atender a las decenas de heridos, víctimas de la ofensiva del régimen sirio para recuperar los barrios que se le resisten.
"Están utilizando armas que parecen específicamente diseñadas para (derribar) edificios", dijo un alto funcionario de una facción rebelde basada en Alepo, el Frente del Levante, a Reuters. "La mayoría de las víctimas están bajo los escombros porque más de la mitad de la defensa civil ha tenido que quedarse fuera de servicio".
Alepo, clave de la guerra en Siria, que ha dejado ya más de 300.000 muertos, está dividida desde 2012 en una zona este, controlada por los insurgentes, y una parte oeste, bajo control gubernamental.
Fuerzas del gobierno sirio capturaron el sábado una zona controlada por los rebeldes en las afueras de Alepo, reforzando el sitio que mantienen contra los barrios bajo control de la oposición en la ciudad norteña mientras varios ataques aéreos destruyeron más inmuebles.