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Adiós, Alina; el agua ya puede entrar


La maestra Carmela y su alumno Chalas en "Conducta", de Ernesto Daranas.
La maestra Carmela y su alumno Chalas en "Conducta", de Ernesto Daranas.

Con el personaje de Carmela, Alina Rodríguez volvió a tocar la fama siendo una mujer de la tercera edad. Su rostro, su carácter se reinventaron en una etapa de la vida donde supuestamente algunas cosas van de caída.

Sin el personaje de Justa, primero, en la tele, y el de Carmela, mucho después, en el cine, el nombre de Alina Rodríguez no hubiera sonado tanto. Eso sucede cuando la carrera de un actor o actriz se desarrolla fundamentalmente en el teatro. Así le sucedió a la gran actriz Adria Santana, que no fue popular hasta encarnar a la delegada en aquella serie histórica de igual nombre, y le pasó a Alina Rodríguez, fallecida de cáncer este lunes en La Habana, a los 64 años.

El mundo de las tablas está de luto profundo con la muerte de Alina, muerte que venía anunciándose como un clamor por las redes sociales. Fue entonces cuando la memoria tiró hacia atrás y rescató a la Justa, de la serie Tierra Brava, y alguien que escribió la necrológica en medios oficialistas recordó a María Antonia, la emblemática pieza del dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa, que fue llevada al cine por Sergio Giral.

Alina era una actriz de carácter que se forjó en Teatro Estudio, bajo las órdenes de los hermanos Revuelta, la mejor escuela que pudo haber existido en Cuba fuera de la academia. Su papel en la obra En el parque, junto a Adolfo Llauradó, fue un hito para las tablas cubanas. Es una obra difícil, con mucho texto y unas exigencias histriónicas que no cualquiera puede asumir. Alina bordó el personaje en 1987.

Muchos años después, en el 2013, interpretó a la maestra Carmela del filme Conducta, dirigido por Ernesto Daranas. La película sin ella no hubiera tenido ese impacto en muchos confines del mundo. Se trata de un personaje rebelde que le planta cara, precisamente, a la conducta de un régimen totalitario como es el del país donde nacimos y, en el caso de ella, país que nunca fue exilio, como sí ha sucedido con innumerables artistas cubanos.

Con Carmela, Alina Rodríguez volvió a tocar la fama siendo una mujer de la tercera edad. Su rostro, su carácter se reinventaron en una etapa de la vida donde supuestamente algunas cosas van de caída.

Cuando viajé a La Habana en 2010 para despedirme de mi madre que se moría precisamente de cáncer, tuve la oportunidad de conversar con Alina en un balcón frente al Malecón. Era de noche y, como es habitual, tomamos ron. Alina estaba ocupadísima en resolver una compuerta para que no entrara agua de mar a una casa “nueva” que estaba reconstruyendo, muy cerca de allí. Esas viviendas cerca del Malecón se habían devaluado en los últimos años, porque el Atántico se desborda a cada rato, y la gente por lo general lo pierde todo.

Esa era la lucha de Alina aquella noche. Todavía el personaje de Carmela no le había robado la preocupación.

Ahora da igual, el agua ya puede entrar.

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    Jorge Ignacio Pérez

    Nació en La Habana en 1965. Luego de ser tanquista en el servicio militar obligatorio, se graduó en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana, en 1992. Trabajó como redactor y fotógrafo de prensa, columnista de teatro y editor en varias publicaciones de la isla. En 2001 se exilió en Barcelona, hasta el año 2012 en que se afincó en Miami, donde reside actualmente. Fue editor del portal on line de asuntos cubanos Cubanet.org. Desde 2007 lleva el blog personal Segunda Naturaleza. Además del libro de memorias Historias de depiladoras y batidoras americanas (Neo Club Press Ediciones, 2014), tiene otro inédito titulado Pasajeros en tránsito.

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