Así suceden cuando los padres autoritarios se convierten en obstáculos para la llegada al poder de sus ambiciosos y no menos autoritarios hijos.
La primera noticia apareció en el The New York Times - Saif al Islam, hijo de Muamar Gadafi, desea encabezar el proceso de transición en su país y su padre dejaría el poder. La prensa británica se apresuro a confirmar que Saif estaba en contacto con los servicios de inteligencia del Reino Unido y de Italia. No importa el que sea, tanto en Londres como en Roma están interesados en una solución rápida a la crisis de Libia. Fuentes del MI6 dicen que personas cercanas a Saif ya se reunieron y desean el encuentro. Portavoces del régimen libio reconocieron en Trípoli que se ha intentado un acercamiento a las cancillerías europeas para exponer su punto de vista y detener el bombardeo. Todos los reportes de analistas y conocedores de la realidad de Libia afirman que Saif busca un lugar en el futuro de político cuando su padre salga, ya no importa como, del poder. La mala noticia para los planes del inquieto joven es que ni su padre ni los rebeldes gustan del plan. El coronel libio, que aunque no tiene cargos oficiales es el encargado de dar las órdenes finales, sigue dando luz verde a los ataques y no respeta el alto al fuego que ha pedido las Naciones Unidas. Los rebeldes no desean a nadie de ese clan que se proclame como un salvador de la democracia.
Al inicio de las hostilidades el discurso de Saif era beligerante, para después pasar a conciliador. Siempre ha sido considerado el hijo favorito de Muamar, y por décadas a derrochado el dinero del erario libio. Precisamente en Londres, donde estudió economía (ahora resulta que cometió plagio en su tesis), partidarios de los insurgentes libios ocuparon la mansión de la que Saif era propietario. La misma esta valorada en 11 millones de libras esterlinas, con piscina, una sala de cine, sauna y televisores plasma en cada habitación. Anteriormente la renta por 10 mil libras esterlinas a la semana. Otro hermano, Saadi, le apoya en sus planes, mientras que la hermana y otros familiares parecen apostar por la intransigencia del padre. Una familia dividida por el poder. La tragedia del Rey Lear y la división entre sus herederos por un pedazo de poder.
La hija de Gadafi, Aisha Gadafi ,ha quedado fuera de toda planificación política. Su única salida es la retirada. Como abogada ha estado en el equipo de defensa de Sadam Hussein, y del iraki que lanzo un zapato al presidente George W. Bush. Aunque se le vio en medio de una manifestación de apoyo al gobierno, medios de prensa de Italia afirman que partió hacia Malta para preparar la retirada familiar. Del 2009 hasta febrero del 2011 fue embajadora de Buena Voluntad de la ONU, pero perdió tal distinción por la violencia organizada por los leales a su padre.
Esos hijos, todos conocedores de los placeres del poder, y con la ambición y el sueño de seguir ellos gobernando al igual que sus progenitores, buscan una salida del poder de estos. Pactan con cualquiera con tal de ellos mantener la misma silla que tuvieron sus padres; aunque tengan que cambiar el nombre del país, del partido político o de la calle donde viven.