La retrospectiva más ambiciosa que se ha hecho del artista cubano Wifredo Lam la está ofreciendo el Museo Reina Sofía, de Madrid.
La exposición es una relectura de su obra, a través de casi 250 obras que permiten apreciar con amplitud las diferentes facetas de uno de los artistas más fascinantes del siglo XX, acota un despacho de la agencia Efe fechado en la capital española.
La muestra se ha exhibido anteriormente en el Pompidou, de París, en una versión más reducida, ya que en la de Madrid se ha reforzado la presencia de obras de sus primeros años en España y de los años 40. Posteriormente, viajará al Tate Modern de Londres.
Algunas de las obras que se han incorporado en el Reina Sofía no se han visto nunca, son muy poco conocidas o, como señaló Ejkil Lam uno de los hijos del artista, sólo las conocían "por fotos. Es muy emocionante poder verlas colgadas", dijo.
Hijo de padre chino y de madre mestiza descendiente de esclavos africanos, Wifredo Lam nació en Sagua La Grande, Cuba, en 1902, y murió en París en 1982. Viajó medio mundo y de sus viajes salieron muchos de los temas de sus obras.
El recorrido de la exposición está dividido en cinco bloques; trata de resituar su obra dentro de la historia del arte internacional, así como prestar especial atención a las progresivas etapas de un trabajo construido entre España, Francia, Italia y Cuba.
"España (1923-1938)" trata una época en la que el artista se libera progresivamente de la práctica académica aprendida en La Habana y en la Academia de Bellas Artes de Madrid.
Las obras realizadas en Madrid, Cuenca, León, Málaga y Barcelona, que dejó en manos de amigos cuando huyó precipitadamente a Francia tras haberse comprometido con las fuerzas republicanas, reaparecieron tras la muerte del artista, que las creía perdidas.
En ellas se "pone de manifiesto un largo y difícil aprendizaje en la ex metrópoli colonial", según la comisaria, Catherine David.
En "París-Marsella (1938-1941)", Lam descubrió la influencia de la estatuaria africana en el arte europeo, reivindicada por las vanguardias y por Picasso. Los rostros de sus personajes se convierten, así, en máscaras geométricas.
Por otro lado, "Cuba y América (1941-1952)" abarca la época en la que el artista regresó a su país, donde quedó impresionado por la corrupción, el racismo y la miseria. Su obra aparece llena de figuras sincréticas que unen lo vegetal, lo animal y lo humano, reproduciendo los mundos espirituales propios de las culturas caribeñas.