Los relatores del Comité de Naciones Unidas contra la Desapariciones Forzadas durante una sesión en marzo en Ginebra, Suiza, hicieron al régimen castrista preguntas sobre los desaparecidos y los derechos de los detenidos en la isla, una situación que debió haberse presentado muchos antes porque hay numerosas evidencias que durante los 58 años de dictadura son muchos los desaparecidos, incluido, Andrew de Graux Villafana, ciudadano estadounidense por vía paterna.
El relator del Comité, Juan José López Ortega, dijo a la delegación castrista que es imprescindible que la investigación de los crímenes sea desarrollada por un sistema de justicia independiente al que impera en la isla y resaltó, la improcedencia de la jurisdicción militar dentro del sistema legal cubano, además manifestó sus dudas sobre la estructura del sistema de Justicia en Cuba, y recalcó que el país se beneficiaría si aceptara las recomendaciones de la ONU sobre ese tema.
El trinitario Andrew de Graux Villafana, cuya hermana, Mary, lleva décadas reclamando a la dictadura cubana información sobre su hermano, es uno de los muchos desaparecidos del régimen castrista.
La madre de Andy, fue la trinitaria María Villafaña su padre, el ciudadano estadounidense por nacimiento Andrew de Graux, 1882, quien viajó a Cuba durante la intervención de su país en la isla donde alcanzó el grado de capitán, posteriormente fue agente especial de la División de Inteligencia Militar en la Embajada norteamericana en la Habana, según documento en poder de su hermana Mary, firmado por el coronel James M. Hobson
Andy nació el 15 de febrero de 1943 en Trinidad, Cuba pero su padre lo registró junto a su hermana gemela en el Consulado Norteamericano de Cienfuegos, ante el cónsul Hernán C. Vegonitz o Vegenitz el día 9 de marzo de 1943.
Con apenas 18 años, se unió a las guerrillas del Escambray, al día siguiente del desembarco de Playa Girón. El y sus compañeros estaban conscientes de que podían morir o resultar heridos, pero nunca imaginaron que podían convertirse en No Personas porque la dictadura los desaparecería.
Marchó dispuesto a pelear en una guerra campesina que se extendió por toda la isla durante varios años, pero no sospechó que la vesania del enemigo llegaría al extremo que después de ser herido, le torturarían y menos que su cuerpo se esfumaría como si nunca hubiera existido.
Andy, "El americanito", como le conocían en Trinidad, fue herido en la finca Limones Cantero el 13 de septiembre de 1962, durante un enfrentamiento con las milicias del régimen. Recibió dos balazos. Uno de los proyectiles le entró por el hombro hasta impactarle la quinta vértebra dejándolo inmovilizado.
Capturado fue conducido al hospital de Trinidad, su pueblo natal, a dos cuadras de la casa de sus padres. Conocía al médico y le pidió que avisara a su madre, pero otro galeno, más represor que curador, Cuco Lara, ordenó que el herido fuera sacado de la sala y recluido en un cuarto aislado, en consecuencia, cuando los padres llegaron al sanatorio, no lo pudieron ver.
No recibió atención médica adecuada pero si fue torturado física y psicológicamente. Posteriormente por mandato de la todopoderosa Seguridad del Estado fue conducido al hospital de Cienfuegos.
Mientras, la madre de Andy, fue urgentemente a la delegación suiza en La Habana que representaba los intereses de Estados Unidos en la isla. Sus gestiones fueron infructuosas.
Dice Mary que supieron que su hermano había sido operado exitosamente por el doctor Miguel Rodríguez Marcoleta, según les informó una persona ajena a Andy.
El 18 de septiembre el galeno Rodríguez Marcoleta fue a ver a Andy. No lo encontró. Preguntó por el joven que recién había operado y le respondieron que había muerto. Fue a la morgue a ver el cadáver, tampoco estaba, había desaparecido. Días después la Seguridad del Estado le pidió al doctor que firmara el certificado de defunción de Graux Villafana, a lo que el médico se negó rotundamente.
Cuenta Mary de Graux que entre las numerosas gestiones que realizó en Cuba y las que sigue cumpliendo en el exterior, escribió a la CIA y en una llamada que le hicieron, le informaron que ellos desconocían ese caso, en consecuencia, los funcionarios suizos nunca le comunicaron a las autoridades estadounidense la situación de su hermano Andy, un ejemplo más de la absoluta impunidad que han disfrutado la dictadura castrista y sus sicarios.