Después de 33 años, la Serie del Caribe regresó a Miami, aunque esta vez parece una apuesta tan segura, que sus organizadores ya empiezan a pensar en repetir el experimento en 2028.
La llamada Pequeña Serie Mundial Latinoamericana ya tuvo dos ediciones anteriores en la Capital del Sol, en 1990 y 1991, y en ambas ocasiones resultó un fracaso rotundo.
Entonces, no existían en Miami las condiciones para celebrar semejante evento y la población mayoritaria en la ciudad estaba compuesta por cubanos, que no se interesaron mucho o nada en los campeones de Puerto Rico, México, República Dominicana y Venezuela.
Además, en 1990 se disputó en el Orange Bowl, un estadio de football malamente preparado para jugar béisbol, mientras que en 1991 se realizó en el Bobby Maduro, un viejo parque de pelota sin las condiciones del loan
Depot Park, la casa de los Miami Marlins, que acoge esta edición de 2024.
Pero las cosas cambiaron y la demografía del sur de la Florida se diversificó, con lo que la Capital del Sol se hizo sumamente atractiva para la celebración de eventos beisboleros internacionales.
Como botón de muestra, las tres ocasiones en que el estadio de los Marlins ha sido escenario del Clásico Mundial de Béisbol (WBC).
El crecimiento de comunidades como las de venezolanos, nicaragüenses, dominicanos y colombianos en el condado Miami-Dade hacen que la Serie del Caribe hoy sea una apuesta segura al éxito, al punto de incluir al loanDepot Park en la rotación de sedes cada cuatro o cinco años.
Además, la fanaticada cubana, que hace tres décadas no se interesó por los equipos participantes, ahora también se ve representada en el certamen, incluso sin necesidad de que venga un equipo de la isla.
Desde que René Arocha escapó de la selección cubana durante una escala en Miami en 1991, miles de sus compatriotas han seguido sus pasos y muchos de ellos se han insertado en las diferentes ligas invernales del Caribe.
Ver a ex jugadores de Grandes Ligas como Yasiel Puig, Yadiel Hernández o Odrisamer Despaigne con las franelas de Venezuela, República Dominicana y México, respectivamente, son un atractivo para los cubanos amantes del béisbol en la capital del exilio.
Ya se adelantan varios llenos totales en algunos partidos, reservados para el tercer turno de cada jornada, como los de República Dominicana vs Venezuela, o el de los quisqueyanos ante los boricuas, la mayor rivalidad histórica en estas lides.
Y no sólo es que Miami necesite de estos eventos que lleven al estadio más público del que consiguen los Marlins en su temporada de Grandes Ligas.
La Serie del Caribe necesita de Miami, para revitalizar un torneo que ha estado varias veces al borde de la muerte y ha sabido reinventarse en los últimos años.
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