El vicepresidente, Joseph Biden, dijo hoy que ver entrar a la candidata demócrata Hillary Clinton en la Casa Blanca "cambiará las vidas" de las hijas y nietas de todos los ciudadanos del país.
"Sé lo que le apasiona (a Hillary). La conozco", enfatizó Biden durante su discurso en la Convención Demócrata.
Además de alabar a Clinton, con quien dijo que desayunaba una vez a la semana en la residencia vicepresidencial cuando ella era secretaria de Estado, Biden se centró en atacar duramente al candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump.
Sobre Trump, Biden afirmó tajante que "no tiene idea de nada, y punto", y agregó que el magnate es el aspirante presidencial menos preparado de la historia, especialmente para hacerse cargo de la seguridad nacional del país.
"Dice que se preocupa por la clase media. Denme un respiro. Eso es solo un puñado de mentiras", aseveró el vicepresidente.
Biden destacó que Trump es "racista", está a favor de la tortura y promueve la intolerancia religiosa.
“Las amenazas son muy grandes como para elegir a Donald Trump como presidente”, dijo.
Al comienzo de su discurso, Biden recordó emocionado a su hijo mayor, Beau, quien falleció el año pasado víctima de un cáncer. Terminó recordándoles a los demócratas que “tienen la última palabra”.
Filadelfia - una convención que hubiera sido de Biden
Esta convención en Filadelfia hubiera sido la convención de Biden, quien por ser el vicepresidente, la lógica de la historia le ubicaba en el camino a la presidencia.
Hace casi 30 años, en 1988, se lanzó a una campaña presidencial, compitiendo contra Michael Dukakis y Dick Gephardt.
Tuvo que dejar el intento tras descubrirse que había plagiado un discurso, un borrón en su expediente que le persiguió desde entonces.
En 2008 lo volvió a intentar y se llevó el segundo premio: quedarse apenas a un paso del cargo con el que tanto soñó y que, finalmente, se le escapó de las manos.
Con 73 años y cuatro décadas de carrera política a sus espaldas, a Biden le ha costado hacerse a la idea de abandonar el poder el mismo día en que el presidente Barack Obama deje la Casa Blanca, después de ocho años haciéndole sombra en el Despacho Oval.
Quienes le conocen saben que habría querido tomarle el relevo a Obama, y muchos lo consideraban su sucesor natural dado su férreo respaldo de las medidas del mandatario y su tendencia a ser más progresista que Clinton, especialmente en política exterior.
Le costó al menos dos años decidir si presentarse o no a las elecciones primarias, en un proceso marcado por la muerte de su hijo Beau en mayo de 2015 y que finalmente concluyó con el anuncio, en octubre pasado, de que no competiría, en parte por el duelo y en parte por la falta de tiempo para orquestar una carrera exitosa.
"Fue la decisión correcta para mi familia", aseguró hoy Biden en una entrevista en la cadena de televisión MSNBC. "Mi intención es mantenerme implicado (en la política). No voy a alejarme de ello. Pero eso es diferente que querer tomar algunas de esas decisiones" como presidente, añadió.
Biden aseguró que no se "arrepiente" de esa decisión y bromeó sobre el apoyo que ha recibido, al afirmar que "la forma de hacerte realmente popular es anunciar que no te presentas a la Presidencia".
Diferencias de Biden con Obama y Clinton
Con la exsecretaria de Estado ha tenido desencuentros sonados -como su oposición a la operación contra Muamar el Gadafi en Libia que Clinton promovió en 2011 dentro del Gobierno de Obama- y en ocasiones incluso la ha criticado abiertamente, por lo que su apoyo de hoy era especialmente importante para la candidata demócrata.
La vehemencia de Biden ha sido el factor definitorio de su vida política: mientras unos lo aplaudían por honesto y genuino, otros lo tachaban de impulsivo y metepatas. La contraposición entre el cálculo de Obama y el ímpetu de Biden es para muchos lo que hace funcionar a su equipo, definido por el exvicepresidente Walter Mondale como "un matrimonio sin posibilidad de divorcio, pero que vive en casas diferentes". Al "número dos" de Obama le costó hacerse al papel de subalterno de alguien a quien triplicaba en experiencia, y no dejó de recordar con algo de nostalgia los días en los que era su propio jefe.
Pero este veterano exsenador supo adaptarse a un cargo en el que las responsabilidades definidas son pocas y la misión tiene la vaga descripción de servir de respaldo al presidente.
Cuando Obama le propuso ser su mano derecha, Biden puso una sola condición, según confesó en 2008: que "en cualquier decisión clave, económica y política, pudiera estar en la habitación", y desde entonces nunca teme llevar la contraria al presidente.
Con Obama ha tenido desencuentros sonados, como ocurrió con su consejo de no impulsar la reforma sanitaria en un momento de dificultad económica o cuando recomendó no lanzar laoperación que mató a Osama bin Laden en mayo de 2011. Pero una vez en marcha, Biden se convirtió en el defensor más ferviente de esas políticas, y en 2012 dijo que el ataque contra Bin Laden fue la decisión "más audaz" que nadie ha tomado "en 500 años".
Pese a su amplia experiencia, la lengua sin tapujos de Biden le ha jugado algunas malas pasadas y ha puesto las cosas en bandeja a quienes le buscaban las cosquillas. Esa tendencia a prescindir del guión también sentó las bases para un cambio trascendental: en mayo de 2012, Biden afirmó que se encontraba "absolutamente cómodo" con el matrimonio homosexual.
Poco después, Obama se vio obligado a reconocer su apoyo a las uniones del mismo sexo, generando una corriente que culminó en la decisión del Tribunal Supremo de legalizar el matrimonio gay.
Joseph Robinette Biden nació en una familia humilde -su padre era vendedor de automóviles- y eso le ha ganado tirón con los votantes blancos de clase trabajadora, los mismos que se le resistían a Obama y que todavía son escépticos con Clinton.
Su historia personal está profundamente marcada por el accidente de tráfico que mató a su mujer y su hija cuando él tenía 29 años y saboreaba su elección como senador. Él no se ahogó en la amargura y se volcó en sus otros dos hijos, y el año pasado volvió a dar ejemplo de entereza tras perder a su primogénito, Beau, fallecido de un tumor cerebral a los 46 años.
Su muerte le llevó a liderar con más fuerza una campaña para la lucha contra el cáncer, que abandera con entusiasmo.En 1977 se casó de nuevo con su esposa actual, Jill Biden, con la que tuvo otra hija, Ashley.
Con materiales de agencias informativas.