Mis viajes a Najasa –al sureste de Camagüey- están marcados por las primeras impresiones al llegar.
La primera vez, me asombraron las lomas con farallones que escoltan la carretera desde Cuatro Caminos –la soleada capital- hasta Manolín, como si el camión se hubiese salido de Camagüey para ir a dar a los montes de Oriente o de Pinar del Río; otra, las fincas de mucho verde y pocas vacas. Guardo otras primeras imágenes: la tan repetida de ese maltratado y muy recto camino que lleva a cierta finca querida; la vista del ancho río Najasa que cruza y nombra al municipio; y la casa de Artola, de madera, que antes fue comandancia de guerrilleros y hoy es más útil –es un museo. Pero la primera impresión de este último viaje ha sido distinta: más irritante y risible.
Entré a la cafetería de la terminal. Vendían bocaditos con diversos riesgos: mortadella, morcilla, croqueta; algún refresco y, obviamente, cigarro, tabaco y ron. Pero esta vez había otro producto: un cartón rectangular, grande, con cuatro papeles pegados, cada uno con la foto y la biografía de uno de los candidatos del municipio a las asambleas Provincial y Nacional, para las elecciones del 3 de febrero.
La más llamativa era la de una señora, probablemente buena persona, que es candidata al Parlamento aunque en Najasa pregunté y no la conocen, ni la han visto a las 9 de la mañana en la carretera de Cubanacán por falta de transporte para llegar a su trabajo, ni levantada de madrugada junto a un campesino para saber en qué condiciones él ordeña la vaca que sin embargo tiene prohibido comerse. Su elección es segura, aunque puede que yo haya sido el único lector de su biografía.
Esta candidata por Najasa nació y estudió en escuelas militares de La Habana, fue fiscal militar y dirige la asesoría jurídica del Consejo de Ministros, y lo único que me hace mencionarla en este blog es mostrar la evidencia de cómo quienes son ubicados en donde se debiera decidir el presente y futuro de los cubanos, son precisamente los menos adecuados para defenderlos.
Los otros candidatos del atribulado municipio son cuadros del Partido Comunista, de esos de los que están llenas las faldas del Olimpo; se sabe que no cambiarán en nada la vida de sus electores. Estoy seguro que serán mejores personas de lo que pintan sus secos currículums, pero ¿son los que necesita la gente de Najasa?
Porque ninguna de las biografías me dice cuál de esos candidatos tendrá deseo y valor para pedir la palabra en la Asamblea y clamar contra los ineficientes monopolios estatales –ECIL, Acopio y Combinado Cárnico a la cabeza- que absorben la leche, las siembras y la carne producidas por los campesinos.
O quién de ellos va a decirle al comandante Guillermo García Frías, director de la endeudadísima Empresa Nacional de Flora y Fauna, que pida permiso y pague de su bolsillo cada noche con aire acondicionado y piscina –unos 40 CUC para los demás cubanos- en sus visitas al Área mal-Protegida de La Belén, cada cerdo estatal –o sea, del pueblo- que ordena asar por gusto -cuando montones de niños de los alrededores fueron a la escuela esa mañana con el estómago medio vacío- y cada litro de gasolina quemado en las excursiones de sus familiares. ¿Dónde anuncia la promoción de esos candidatos cuál tendrá interés en explicarles a los miles de campesinos que en el 2013 aún lo ignoran, qué significa Internet y cómo les puede cambiar la vida, y luego va a recoger sus firmas y a tirarlas en la mesa de quien no deja llegar la red de redes hasta ellos?
En fin, ¿cómo sé si alguno de esos candidatos prefiere serle fiel a la gente que representa antes que a sus líderes políticos? No me lo dicen sus biografías, ni sus rostros. Y me pasa lo mismo con todos los del país, que han desfilado por el televisor últimamente.
Pienso en todo esto sentado en la parada rumbo al monte, donde llevamos casi tres horas sin transporte una muchacha embarazada, un jovencito de secundaria, una anciana con dos niños, un hombre ebrio y otro que se desesperó y se fue a tomar cerveza o ron –eso no falta.
Como nosotros, como Najasa, este 3 de febrero Cuba aún espera, y vota contra sí misma. Pero cada vez con menos paciencia.
Publicado en el blog Reportes de Viaje el 30 de enero de 2012
La primera vez, me asombraron las lomas con farallones que escoltan la carretera desde Cuatro Caminos –la soleada capital- hasta Manolín, como si el camión se hubiese salido de Camagüey para ir a dar a los montes de Oriente o de Pinar del Río; otra, las fincas de mucho verde y pocas vacas. Guardo otras primeras imágenes: la tan repetida de ese maltratado y muy recto camino que lleva a cierta finca querida; la vista del ancho río Najasa que cruza y nombra al municipio; y la casa de Artola, de madera, que antes fue comandancia de guerrilleros y hoy es más útil –es un museo. Pero la primera impresión de este último viaje ha sido distinta: más irritante y risible.
Entré a la cafetería de la terminal. Vendían bocaditos con diversos riesgos: mortadella, morcilla, croqueta; algún refresco y, obviamente, cigarro, tabaco y ron. Pero esta vez había otro producto: un cartón rectangular, grande, con cuatro papeles pegados, cada uno con la foto y la biografía de uno de los candidatos del municipio a las asambleas Provincial y Nacional, para las elecciones del 3 de febrero.
La más llamativa era la de una señora, probablemente buena persona, que es candidata al Parlamento aunque en Najasa pregunté y no la conocen, ni la han visto a las 9 de la mañana en la carretera de Cubanacán por falta de transporte para llegar a su trabajo, ni levantada de madrugada junto a un campesino para saber en qué condiciones él ordeña la vaca que sin embargo tiene prohibido comerse. Su elección es segura, aunque puede que yo haya sido el único lector de su biografía.
Esta candidata por Najasa nació y estudió en escuelas militares de La Habana, fue fiscal militar y dirige la asesoría jurídica del Consejo de Ministros, y lo único que me hace mencionarla en este blog es mostrar la evidencia de cómo quienes son ubicados en donde se debiera decidir el presente y futuro de los cubanos, son precisamente los menos adecuados para defenderlos.
Los otros candidatos del atribulado municipio son cuadros del Partido Comunista, de esos de los que están llenas las faldas del Olimpo; se sabe que no cambiarán en nada la vida de sus electores. Estoy seguro que serán mejores personas de lo que pintan sus secos currículums, pero ¿son los que necesita la gente de Najasa?
Porque ninguna de las biografías me dice cuál de esos candidatos tendrá deseo y valor para pedir la palabra en la Asamblea y clamar contra los ineficientes monopolios estatales –ECIL, Acopio y Combinado Cárnico a la cabeza- que absorben la leche, las siembras y la carne producidas por los campesinos.
O quién de ellos va a decirle al comandante Guillermo García Frías, director de la endeudadísima Empresa Nacional de Flora y Fauna, que pida permiso y pague de su bolsillo cada noche con aire acondicionado y piscina –unos 40 CUC para los demás cubanos- en sus visitas al Área mal-Protegida de La Belén, cada cerdo estatal –o sea, del pueblo- que ordena asar por gusto -cuando montones de niños de los alrededores fueron a la escuela esa mañana con el estómago medio vacío- y cada litro de gasolina quemado en las excursiones de sus familiares. ¿Dónde anuncia la promoción de esos candidatos cuál tendrá interés en explicarles a los miles de campesinos que en el 2013 aún lo ignoran, qué significa Internet y cómo les puede cambiar la vida, y luego va a recoger sus firmas y a tirarlas en la mesa de quien no deja llegar la red de redes hasta ellos?
En fin, ¿cómo sé si alguno de esos candidatos prefiere serle fiel a la gente que representa antes que a sus líderes políticos? No me lo dicen sus biografías, ni sus rostros. Y me pasa lo mismo con todos los del país, que han desfilado por el televisor últimamente.
Pienso en todo esto sentado en la parada rumbo al monte, donde llevamos casi tres horas sin transporte una muchacha embarazada, un jovencito de secundaria, una anciana con dos niños, un hombre ebrio y otro que se desesperó y se fue a tomar cerveza o ron –eso no falta.
Como nosotros, como Najasa, este 3 de febrero Cuba aún espera, y vota contra sí misma. Pero cada vez con menos paciencia.
Publicado en el blog Reportes de Viaje el 30 de enero de 2012