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Camajuaní en vilo por corruptela de artesanos, MININT, MINFAR y Fondo de Bienes Culturales


Soldados cubanos participan en el ensayo del desfile militar.
Soldados cubanos participan en el ensayo del desfile militar.

Medio centenar de personas en diferentes centros de instrucción, figuran fraude, falsificación, cohecho, extorsión, contrabando, abuso de autoridad, enriquecimiento ilícito, violación arancelaria, evasión de impuestos a la ONAT y tráfico de influencias.

Cuba intenta silenciar un "explote" nacional de gran intensidad, que involucra a funcionarios del MININT, el MINFAR, Fondo de Bienes Culturales, el Banco Nacional de Cuba, empresarios extranjeros y artesanos zapateros del villaclareño municipio Camajuaní.

Según fuentes que trabajan en la Fiscalía Nacional, a uno de los implicados le sorprendió la noticia en el extranjero y, para evadir la justicia, prefiere no regresar.

Entre los presuntos delitos por los que están procesando a más de medio centenar de personas en diferentes centros de instrucción, figuran fraude, falsificación, cohecho, extorsión, contrabando, abuso de autoridad, enriquecimiento ilícito, violación arancelaria, evasión de impuestos a la ONAT y tráfico de influencias.

El monto estimado de sobornos probados supera los 5 millones de pesos y se espera continue, de seguir husmeando esa gaveta; que ahora mismo tiene un impasse dentro del proceso legal. Por decisión del más alto nivel de gobierno, el rollo adquiere “carácter de secretividad” para no empañar la visita de Su Santidad a la isla, por no dar una mala imagen a posibles inversores, y porque involucra además a varios oficiales cuyos nombres no aparecen en la lista de implicados.

Hagamos historia

Camajuaní es un pequeño municipio, fundado en el siglo XIX, ubicado al noreste de Villa Clara, justo en una encrucijada de caminos y líneas de tren. Esa facilidad vial lo convirtió en un lugar de asentamiento para mercaderes y comerciantes. Fue por ello que decenas de años de economía planificada y experimentos “revolucionistas” (mitad revolucionarios, mitad comunistas), no lograron impedir que la mentalidad emprendedora del camajuanense continuara, como ADN, de generación en generación. En Camajuaní la industria del calzado es la locomotora local, de allí, un número importante de artesanos zapateros son miembros del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), institución estatal que tiene la peculiaridad de permitir a los artesanos romper el monopilio de la importación estatal.

Los artesanos del Fondo, pueden salir de Cuba y comprar materia prima, maquinarias y/o herramientas que emplean para producir; pueden importar al país determinadas cantidades de material haciendo uso de un documento especial llamado “La Carta de Importación”; y pueden vender sus productos a personas, empresas y/o ministerios. Dicho así parece sencillo, pero no; este sector de emprendedores cubanos, también tiene que enfrentarse a la corrupción general, a un estrecho marco legal, y a un amplio prejuicio social. Es muy fácil delinquir donde casi todo es prohibido.

Entonces, y ante una creciente demanda, estos artesanos para ampliar la producción y como el procedimiento estatal es tan engorroso, falsificaron “La Carta de Importación”. Otros, más astutos, comenzaron a alterar el permiso de importación y su capacidad productiva sobornando a jefes y agentes de la Aduana General, oficiales del MININT y a importantes ejecutivos del FCBC que les permitieron, a cambio de billetes verdes, alterar la nomenclatura de “maquinaria artesanal” por “equipamiento industrial”.

Un mercado seguro. Las botas que consumen las FAR, y el EJT (Ejercito Juvenil del Trabajo), normalmente se fabrican en COMBELL, una empresa deprimida que intenta garantizar el suministro a los militares. Pero cuando no lo logra, práctica que por lo seguido parece premeditada, los empresarios de las FAR abren una licitación en la que participan los artesanos. Las autoridades cubanas presumen que estos operarios, hoy presos, ganaban las licitaciones después de mantequillar a uniformados con poder de decisión, que en componenda con funcionarios del Banco Nacional, comisión de por medio, daban preferencia en el cobro.

Lo malo, es que estos talleres privados que le dan vida a una buena cantidad de personas, incluyendo a ex trabajadores del sector de la salud que antes percibían salarios irrisorios y, hoy, para particulares, pueden ganar 100, 150 y hasta 200 pesos diarios, tendrán que cerrar por falta de materia prima; es solo cuestión de tiempo.

El municipio Camajuaní tiene una población que no llega a los 60 mil habitantes, es preocupante saber que una parte importante de ellos se quedará sin empleo y por lógica, eso provocará problemas mayores.

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    Juan Juan Almeida

    Licenciado en Ciencias Penales. Analista, escritor. Fue premiado en un concurso de cuentos cortos en Argentina. En el año 2009 publica “Memorias de un guerrillero desconocido cubano”, novela testimonio donde satiriza  la decadencia de la élite del poder en Cuba.

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