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Carlos Curbelo contra la Ley de Ajuste Cubano


Pasaporte cubano revisado
Pasaporte cubano revisado

El debate sobre si los cubanos que llegan a Estados Unidos son emigrantes políticos o económicos no cabe en el espíritu abierto inclusivo y humano de la Ley de Ajuste Cubano.

Con el mayor respeto que me merece el congresista cubanoamericano Carlos Curbelo, quiero compartir con él la siguiente reflexión sobre la Ley de Ajuste Cubano: Pocas naciones en la historia de la humanidad presentan las credenciales legislativas en favor de los desfavorecidos de otros países como Estados Unidos de Norteamérica.

Desde mexicanos hasta cubanos, pasando por irlandeses, coreanos, nicaragüenses, vietnamitas, chinos y haitianos, entre otras decenas de comunidades nacionales por todos los rincones del mundo, han recibido la espontánea generosidad de los brazos abiertos de esta gran nación de George Washington, Abraham Lincoln, Martin Luther King, Ronald Reagan y John F. Kennedy.

La Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el Congreso de Estados Unidos el 2 de noviembre de 1966, con el objetivo de ofrecer un estatus legal ordenado a los inmigrantes cubanos que llegaban de la isla en oleadas masivas a estas tierras de libertad, fue un gesto de solidaridad humana sin precedentes, que los cubanos no deberían olvidar. Se calcula que más de un millón de cubanos, que de una y otra forma demostraron su preferencia a vivir bajo el marco legal de un país libre recibieron la residencia en Estados Unidos a consecuencia de la Ley de Ajuste Cubano.

Esta ley tuvo su antecedente en el éxodo por el puerto de Camarioca de 1965, impulsado por el régimen cubano, que desencadenaron los Vuelos de la Libertad, patrocinados por el Gobierno de Lyndon B. Johnson ese mismo año, por lo que más de 260.000 cubanos llegaron a tierras de Estados Unidos en un lapso de ocho años, obteniendo la residencia norteamericana.

Paradójicamente, estamos obligados a preguntarnos: ¿Por qué si los logros humanos de esta ley fueron y son tan ricos en oportunidades de desarrollo humano con todo el pueblo cubano, algunas voces que con anterioridad, ellos o sus familias, se beneficiaron de la misma, se empeñan en estos momentos en revisar y/o reformar los pormenores de la ley para castigar a algunos de sus futuros favorecidos?

Afirmar, como han dicho algunos de estos reformadores, que la Ley de Ajuste Cubano es un instrumento caduco, es desconocer que la realidad cubana se ha mantenido en los mismos cauces de miseria, carencias, opresión, y falta de oportunidades, que el comunismo castrista impuso a la isla cubana sin clemencia alguna desde 1959.

Que el Gobierno de Raúl Castro aplique ahora, después de medio siglo de prohibiciones de salidas, una política de autorizar viajes al exterior y de permitir en su territorio el cuentapropismo (pequeña empresa privada), no debe sorprender a nadie, pues la historia siempre es dinámica y nunca es rígida como la mujer de Lot que se convirtió en estatua de sal por mirar atrás.

Además, siempre que la tensión social se ha incrementado en la isla, el Gobierno comunista cubano ha utilizado el estímulo de impulsar oleadas masivas de cubanos hacia Estados Unidos, para aliviar esa situación de descomposición social interna.

Tenemos, como recuerdo histórico, el incidente del éxodo del Mariel en 1980. Por esta vía del Puerto de Mariel, unos 125.000 cubanos abandonaron la isla en botes provenientes de Estados Unidos.

En 1994, posterior a la masacre genocida del remolcador 13 de Marzo, donde fueron asesinados vilmente niños inocentes con sus padres, se produjeron las protestas populares en el Malecón habanero, con un clamor de libertad generalizado entre los participantes, que fueron reprimidas con brutalidad extrema por las fuerzas de la Seguridad del Estado cubana.

Entonces, el Gobierno castrista ordenó a sus guarda fronteras permitir la salida del país a cualquier cubano que deseara abandonar la isla. El Gobierno del presidente Bill Clinton se vio obligado a decretar la intercepción de los emigrantes cubanos –unos 32.300– y su traslado a un refugio seguro en la Base Naval de Guantánamo. Posteriormente, fueron admitidos en Estados Unidos.

En todos estos eslabones históricos, posteriores a su aprobación, la Ley de Ajuste Cubano, como joya legislativa, ha cumplido su cometido solidario y humano de recibir con los brazos abiertos a los cubanos que llegaban a tierra de Estados Unidos.

Esta ley se concibió para todos los cubanos, ya fueran emigrados con perfiles políticos, económicos, religiosos o sociales. Nunca exigió la ley ni en su espíritu ni en su letra, que estos emigrados que se acogían al Ajuste Cubano fueran perseguidos políticos.

Por eso, en ese espíritu de generosidad amplia, implícito en la Ley de Ajuste Cubano, no caben exclusiones de ningún tipo. La ley simplemente otorga un derecho de residencia, justo y generoso, a todos los cubanos que lleguen a estas tierras y cumplan con los requerimientos.

Si después se cubano quiere ser comerciante, teólogo, académico; o decide afiliarse al Partido Republicano, al Demócrata o inscribirse como Independiente en la política estadounidense; o finalmente asume la decisión de viajar a Cuba por razones de reunificación familiar, para visitar a un familiar cercano, esa no debe ser materia de revisión ni de ajuste de ningún tipo, aunque algunas voces cubanoamericanas lo anden planteando inoportuna y erróneamente.

El debate sobre si los cubanos que llegan a Estados Unidos, son emigrantes políticos o económicos, no cabe en el espíritu abierto inclusivo y humano de la Ley de Ajuste Cubano.

El mayor enemigo de esta ley humanitaria del Congreso de Estados Unidos de 1966, ha sido el gobernante cubano Raúl Castro, que la ha catalogado en más de una ocasión, de una Ley Asesina.

Plantear una revisión o un ajuste a la Ley de Ajuste Cubano, porque algunos de estos emigrados viajan a la isla por razones de reunificación familiar, sería un contrasentido del espíritu justo y solidario que inspiró esta joya legislativa en el Congreso de los Estados e indirectamente sería coincidir con los deseos del gobierno castrista de enterrar la ley por su carácter asesino, como afirma Raúl Castro.

Dejemos que sean los comunistas los que ataquen esta ley unificadora y justa. A los cubanos, en todas las latitudes, les toca defenderla por agradecimiento y por un sentido elemental de justicia con el pueblo cubano.

En el espíritu de la Ley de Ajuste Cubano está evitar cualquier caos migratorio en Estados Unidos, este es el punto neurálgico y desencadenante de esta legislación. No importa lo que hagan después los que se acojan a ella, si viajan o no viajan a la isla.

Tampoco importa si los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos reanudan sus relaciones diplomáticas, se disminuye el aislamiento a la isla y aumenta el monto de turistas viajando.

Mientras el pueblo de Cuba, por las razones existentes en Cuba, que son morales (un país envejecido y con pocas esperanzas), sociales (por la falta de libertad) y económicas (por la miseria existente), muestre que más de un 30% de la población y un 70% de su juventud quieren abandonar la isla hacia Estados Unidos, hay plena justificación para mantener en pie y defender la justeza de la Ley de Ajuste Cubano.

No intentemos cerrar ahora la puerta que nosotros mismos y nuestros familiares utilizaron para disfrutar del bienestar y la libertad que garantiza Estados Unidos.

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