El pueblo de Lampedusa recibió la "Cruz del milagro" el 17 de enero de este año; es el regalo que el general Raúl Castro entregó al papa Francisco durante su visita a Cuba.
La creación representa a Cristo sobre una cruz de remos que, aunque lleva la firma del artista plástico Alexis Leyva (Kcho), en realidad fue elaborada, en parte, por el pintor, escultor y grabador espirituano Jorge César Sáenz Gómez.
¿Quién es el artista ignorado?
Jorge César nació en Trinidad en 1972. Realizó estudios en la Escuela Elemental de Artes Plásticas de su provincia natal y, más tarde, en la Escuela Nacional de Artes (ENA) en La Habana. En la ENA conoció al entonces joven transgresor e iconoclasta Alexis Leyva.
Sus trabajos han sido expuestos en galerías de Trinidad, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Caibarién y La Habana; pero el alcoholismo lo alejó por un tiempo de su profesión. No obstante, vayamos por partes:
Es una práctica habitual que dibujos y bocetos de artistas de las artes plásticas se puedan materializar en fundiciones y talleres de otros creadores residentes dentro o fuera de Cuba.
La imaginería de Manuel Mendive, Arles del Río, Roberto Fabelo, Rafael Pérez, Osmany (Lolo) Betancourt, Eduardo Abella y Luis Camejo, que permanecieron expuestas en la pasada XII edición de la Bienal de La Habana, por ejemplo, fueron hechas en Miami, en el estudio-fundición ASU Bronze (Art & SCULPTURE UNLIMITED) bajo la supervisión del excelente escultor Lázaro Valdés.
Algo totalmente viable y sencillo, la calidad que les ofrece producir en otros lugares, el desabastecimiento de materiales, la ineficiencia estatal y el cansancio que produce enfrentarse a la constante complejidad de todo el fenómeno asociado a la producción de una obra, hacen que la elaboración dentro de la isla se convierta en un proceso agotador. Es tal así que muchas veces atasca a los artistas y estos tienen que aplazar compromisos y establecer nuevos plazos para exposiciones.
Ninguna de estas fue la razón por la cual Kcho adquirió la obra impresionante de su colega Jorge César sino el precio.
Pagó una mísera suma. No hubo colaboración entre artistas sino simple explotación del capitalista burgués (algo que tanto critica el propio Leyva) sobre el trabajo creador de su talentoso "amigo".
Jorge César no solamente trabajó, también usó su cuerpo, su rostro y hasta sus manos para modelar la escultura en madera, estucada y policromada, de Jesús sobre una cruz.
Kcho añadió los remos a la "Cruz del Milagro", que ahora reposa en la parroquia de la mayor de las islas del archipiélago de las Pelagias.
Kcho nunca le informó a Sáenz el destino, ni la importancia que tomaría su pieza al ser regalada al Santo Padre, ni siquiera le dio el crédito, algo que demuestra mucha mala fe.
Para casos como este, y viendo el rumbo de los acontecimientos, los artistas de la isla deberían estar amparados por una ley que proteja a autores que, como Julio César, hayan cedido los derechos sobre sus obras antes de conocer el valor real de las mismas. Existe en el mundo y se llama "derecho de rescisión".