Otra vez bajo reflectores, pero calificados en las antípodas --según la visión de los críticos--, los peloteros cubanos Yasiel Puig y Aroldis Chapman comenzaron la semana como el chico malo y el chico bueno de las Grandes Ligas.
A Puig --creo que con demasiada crudeza--, lo están juzgando por haberse "dormido" con la pelota en la mano, allá en su recién estrenada posición de center field de los Dodgers. Fue en un partido contra los Angelinos: el moreno de Cienfuegos capturó un fly, se pavoneó con la bola en su poder… y Albert Pujols, un hombre poco veloz en las almohadillas, le avanzó desde primera hacia la intermedia.
"Él (Puig) tiene una manera peculiar de soltar la pelota, se balancea de un lado a otro cuando piensa que no corre ningún peligro en el terreno y eso le costó esta vez, pero es parte todavía de su aprendizaje", opinó de ese lance el piloto Don Mattingly.
Pero en la memoria de las tribunas quedará la imagen del lenguaje corporal de Pujols. Fue, si usted no lo vio, un gesto de desafío contra el moreno que tan poderoso brazo mostró desde sus inicios en Cuba.
Otro brazo potente, pero zurdo, es el del pitcher cerrador Aroldis Chapman. Formado igualmente en Cuba --en la oriental provincia de Holguín--, Chapman supera ampliamente a Puig en lo que a madurez mental se refiere, y continúa asombrando con su endiablada velocidad desde el montículo del Cincinnati.
El taponero alcanzó el fin de semana su rescate 102 en las Mayores, y archiva una cadena récord de 47 apariciones ponchando por lo menos a un rival. Se trata de 95 hombres burlados, abanicando la brisa en 48,2 innings.
Al espigado pelotero le pertenece el envío más veloz registrado desde 2008, una recta de 105,1 millas por horas frente a Tony Gwynn Jr., de San Diego, a quien --por si fuera poco-- le disparó además un envío de 104,1, el segundo más relampagueante en la carrera de Chapman. Esto fue el 24 de septiembre de 2010 y, por supuesto, Gwynn fue out por la vía del ponche.
En lo que va de la temporada 2014, las estadísticas de MLB han anotado --entre los pitchers de los 30 equipos-- 139 lanzamientos en el rango desde 100,8 mph hasta 103,8. Parece increíble, pero 136 de esas pelotas salieron de la mano del cubano, como si Dios hubiera puesto toda la velocidad del mundo en poder de un humilde moreno de Cuba.
Es el mismo muchacho a quien, todavía como jugador de la categoría juvenil, encontré hace años a las puertas del estadio del Cerro, en La Habana, cuando tomaba de la mano a una bellísima criollita. "No va a llegar lejos en el deporte, enamorando de pie antes de entrar al juego", me comentó entonces otro testigo, como si los jóvenes en Cuba dispusieran de otras comodidades para enamorar.
Chapman, ajeno a aquel augurio, si llegó lejos, y su horizonte no parece estar todavía a la vista.