Parece que el mapa geopolítico latinoamericano tendrá otra configuración en un tiempo relativamente corto. Las causas para expresar tal pronóstico cobran mayor dinamismo en la medida en que la salud del presidente venezolano se deteriora.
No obstante los escuetos partes médicos relacionados con la nueva operación quirúrgica para extirparle otras células cancerosas, es imposible obviar que se trata de un evento grave que podría acabar con su vida de un momento a otro.
Incluso si el equipo médico lograra otorgarle otro plazo (el segundo) para continuar entre los vivos, sería muy difícil que pudiera retomar todas sus responsabilidades.
El complicado proceso quirúrgico que se prolongó seis horas, las devastadoras sesiones de quimioterapia, a lo que también habría que añadir la ingestión de potentes medicamentos para aliviar los dolores asociados a la enfermedad, indican lo difícil que resultaría verlo nuevamente como tribuno en los maratónicos actos políticos que regularmente realiza ante multitudes de seguidores.
La salida de Chávez del tablero político regional traería consigo una serie de consecuencias muy negativas para los impulsores y simpatizantes de esa entelequia que acuñaron con el nombre de "socialismo del siglo XXI".
En el plano interno, es potencialmente creíble el desencadenamiento de una guerra civil entre detractores y partidarios de la revolución bolivariana. La polarización política no es algo del pasado. En las recientes elecciones presidenciales hubo evidencias irrefutables de que este problema, lejos de suavizarse, se ha profundizado desde que Chávez gobierna.
Desde una perspectiva internacional, la ausencia del mandatario venezolano obligaría a una reevaluación de las estrategias de la entente que se opone a las políticas occidentales comandadas por los Estados Unidos y la Unión Europea. Sin Chávez, Rusia, China e Irán no podrían proceder de la misma manera frente a sus adversarios. Su capacidad de influencia mermaría considerablemente al perder su mejor ficha en esta área del mundo.
Respecto a Cuba, la situación se proyecta como un hecho que casi seguro presionará a la nomenclatura a acelerar el ritmo de las reformas. El cese o disminución de las subvenciones petroleras constituye un golpe mortal a una economía donde aún abundan los números rojos.
Al analizar la problemática cubana, hay que admitir que la generosa asistencia venezolana impide una verdadera restructuración económica en la Isla.
Al tener garantizados los suministros de hidrocarburos, el régimen obtiene el suficiente margen de maniobra para proteger sus intereses de clase con algunas transformaciones a calificar, sin temor a equivocaciones, como inconexas y anodinas.
Ningún país estaría en condiciones de suplantar un programa de subsidios que iguala al recibido de la Unión Soviética desde los años 70 del siglo XX hasta la primera mitad de la década del 80.
Así que sin Chávez, la economía cubana podría colapsar si desde ahora no se busca un reacomodo a tono con la realidad nacional e internacional. Una apuesta por continuar por los caminos de la intransigencia, va más allá de la irresponsabilidad. La democracia llegaría por las vías más dramáticas. O sea, por medio de una crisis socioeconómica de magnitudes inimaginables.
Es necesario que se imponga la razón. Y aceptar definitivamente el fracaso de un sistema que no resiste más parches.
La palabra cambio debe constituirse en la prioridad por excelencia. El mensaje a insertar en la mente de cada dirigente. El término a cumplir sin dilaciones.
De lo contrario, el desenlace será violento. El tiempo apremia.
Publicado en Primavera Digital el 10 de enero de 2010 autor Jorge Olivera.
No obstante los escuetos partes médicos relacionados con la nueva operación quirúrgica para extirparle otras células cancerosas, es imposible obviar que se trata de un evento grave que podría acabar con su vida de un momento a otro.
Incluso si el equipo médico lograra otorgarle otro plazo (el segundo) para continuar entre los vivos, sería muy difícil que pudiera retomar todas sus responsabilidades.
El complicado proceso quirúrgico que se prolongó seis horas, las devastadoras sesiones de quimioterapia, a lo que también habría que añadir la ingestión de potentes medicamentos para aliviar los dolores asociados a la enfermedad, indican lo difícil que resultaría verlo nuevamente como tribuno en los maratónicos actos políticos que regularmente realiza ante multitudes de seguidores.
La salida de Chávez del tablero político regional traería consigo una serie de consecuencias muy negativas para los impulsores y simpatizantes de esa entelequia que acuñaron con el nombre de "socialismo del siglo XXI".
En el plano interno, es potencialmente creíble el desencadenamiento de una guerra civil entre detractores y partidarios de la revolución bolivariana. La polarización política no es algo del pasado. En las recientes elecciones presidenciales hubo evidencias irrefutables de que este problema, lejos de suavizarse, se ha profundizado desde que Chávez gobierna.
Desde una perspectiva internacional, la ausencia del mandatario venezolano obligaría a una reevaluación de las estrategias de la entente que se opone a las políticas occidentales comandadas por los Estados Unidos y la Unión Europea. Sin Chávez, Rusia, China e Irán no podrían proceder de la misma manera frente a sus adversarios. Su capacidad de influencia mermaría considerablemente al perder su mejor ficha en esta área del mundo.
Respecto a Cuba, la situación se proyecta como un hecho que casi seguro presionará a la nomenclatura a acelerar el ritmo de las reformas. El cese o disminución de las subvenciones petroleras constituye un golpe mortal a una economía donde aún abundan los números rojos.
Al analizar la problemática cubana, hay que admitir que la generosa asistencia venezolana impide una verdadera restructuración económica en la Isla.
Al tener garantizados los suministros de hidrocarburos, el régimen obtiene el suficiente margen de maniobra para proteger sus intereses de clase con algunas transformaciones a calificar, sin temor a equivocaciones, como inconexas y anodinas.
Ningún país estaría en condiciones de suplantar un programa de subsidios que iguala al recibido de la Unión Soviética desde los años 70 del siglo XX hasta la primera mitad de la década del 80.
Así que sin Chávez, la economía cubana podría colapsar si desde ahora no se busca un reacomodo a tono con la realidad nacional e internacional. Una apuesta por continuar por los caminos de la intransigencia, va más allá de la irresponsabilidad. La democracia llegaría por las vías más dramáticas. O sea, por medio de una crisis socioeconómica de magnitudes inimaginables.
Es necesario que se imponga la razón. Y aceptar definitivamente el fracaso de un sistema que no resiste más parches.
La palabra cambio debe constituirse en la prioridad por excelencia. El mensaje a insertar en la mente de cada dirigente. El término a cumplir sin dilaciones.
De lo contrario, el desenlace será violento. El tiempo apremia.
Publicado en Primavera Digital el 10 de enero de 2010 autor Jorge Olivera.