La oleada de inmolaciones registrada en los últimos días en Tíbet planea sobre el Congreso del Partido Comunista Chino (PCC), aunque Pekín responde a estos suicidios de protesta reforzando el control en las regiones en donde el dominio chino está cuestionado.
Una escalada de actos desesperados sin precedentes desde las violentas manifestaciones de 2008 en Lhasa, la capital tibetana, que se suman a las cerca de 70 inmolaciones de tibetanos, en su mayoría monjes budistas, que se han registrado desde marzo de 2011 en las zonas tibetanas chinas.
La coincidencia con el Congreso del PC no se debe a una casualidad. Interrogado por la APF, un portavoz del gobierno tibetano en el exilio en Dharamsala, India, confirmó que este aumento de suicidios está relacionado con este cónclave en Pekín.
"Las inmolaciones pretenden transmitir un mensaje claro a la nueva cúpula que participa en el congreso. Los nuevos dirigentes deben mostrar que tienen la voluntad política y la sabiduría de resolver el problema de Tíbet", dijo Lobsang Choedak.
El último tibetano que se suicidó prendiendo fuego a su ropa tenía 18 años. Gonpo Tsering se inmoló el sábado ante un monasterio de la provincia de Gansu (noroeste), informó la agencia Xinhua, que suele pasar por alto estos suicidios. El joven es el séptimo tibetano que se convierte en en antorcha humana en una semana.
Las autoridades temen más que nada una inmolación en el centro de Pekín por lo que se han colocado extintores en la plaza de Tiananmen, donde se reúnen los delegados del congreso en el Palacio del Pueblo. La probabilidad, sin embargo, de que un tibetano llegue hasta este lugar neurálgico es mínima, dados los estrictos controles.
En las regiones tibetanas chinas, a las que la prensa extranjera tiene prohibido el acceso, la policía ha reforzado su presencia y sus patrullas, según organizaciones de defensa de los tibetanos. Es el caso, en particular de la ciudad de Tongren, en la provincia de Qingha, donde se congregaron miles de manifestantes el jueves.
Una escalada de actos desesperados sin precedentes desde las violentas manifestaciones de 2008 en Lhasa, la capital tibetana, que se suman a las cerca de 70 inmolaciones de tibetanos, en su mayoría monjes budistas, que se han registrado desde marzo de 2011 en las zonas tibetanas chinas.
La coincidencia con el Congreso del PC no se debe a una casualidad. Interrogado por la APF, un portavoz del gobierno tibetano en el exilio en Dharamsala, India, confirmó que este aumento de suicidios está relacionado con este cónclave en Pekín.
"Las inmolaciones pretenden transmitir un mensaje claro a la nueva cúpula que participa en el congreso. Los nuevos dirigentes deben mostrar que tienen la voluntad política y la sabiduría de resolver el problema de Tíbet", dijo Lobsang Choedak.
El último tibetano que se suicidó prendiendo fuego a su ropa tenía 18 años. Gonpo Tsering se inmoló el sábado ante un monasterio de la provincia de Gansu (noroeste), informó la agencia Xinhua, que suele pasar por alto estos suicidios. El joven es el séptimo tibetano que se convierte en en antorcha humana en una semana.
Las autoridades temen más que nada una inmolación en el centro de Pekín por lo que se han colocado extintores en la plaza de Tiananmen, donde se reúnen los delegados del congreso en el Palacio del Pueblo. La probabilidad, sin embargo, de que un tibetano llegue hasta este lugar neurálgico es mínima, dados los estrictos controles.
En las regiones tibetanas chinas, a las que la prensa extranjera tiene prohibido el acceso, la policía ha reforzado su presencia y sus patrullas, según organizaciones de defensa de los tibetanos. Es el caso, en particular de la ciudad de Tongren, en la provincia de Qingha, donde se congregaron miles de manifestantes el jueves.