El proceso electoral en Estados Unidos dura un año desde que comienza la votación en los estados de Iowa y New Hampshire hasta julio, cuando los dos principales partidos tienen sus convenciones.
A partir de ahí, los dos candidatos ganadores comienzan su campaña que culmina con las elecciones de noviembre.
Cada campaña política tiene sus peculiaridades.
En los 57 años que vengo siguiendo las elecciones presidenciales en Estados Unidos, no recuerdo ninguna que se parezca a la de este año. Y no recuerdo ninguna en la cual, a menos de un mes de comenzada la contienda, ya esté claro quiénes van a ser los ganadores.
Hasta ahora, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton tiene una enorme ventaja sobre su rival, el senador de Vermont Bernie Sanders. Sanders, que es socialista e independiente, aspira este año a la Presidencia por el Partido Demócrata. Y no le va bien.
Sanders ganó el estado de New Hampshire que es aledaño a Vermont. Pero Clinton ha ganado el resto por un margen enorme. A mediados de semana, Sanders le pidió a la prensa que no se apresurara a declarar a Clinton la ganadora de la nominación Demócrata, pero los números no mienten y la ventaja de Clinton supera los 20 puntos.
Por el Partido Republicano los votantes están hartos de los políticos habituales. Creen que estos políticos prometen mucho y después no hacen nada. Por eso el multimillonario Donald Trump tiene 99 papeletas de 100 para ser el candidato ganador.
La idea de que Trump gane la nominación Republicana no es del agrado de los funcionarios del partido y la gran mayoría de los senadores, congresistas y gobernadores. Ellos le temen al temperamento de Trump y quisieran que uno de los dos senadores cubanoamericanos –Marco Rubio en la Florida y Ted Cruz de Texas– pudieran alcanzar a Trump.
El martes de esta semana los republicanos tuvieron una primaria en Nevada. Hasta ahora, nadie pensaba que Trump podía sacar más del 35% o 40% del voto en las primarias republicanas.
Trump sacó más del 40% del voto; Rubio el 23% y Cruz el 22%.
Su victoria en Nevada mostró que podía sacar más del 40% de los votos y probó que hasta los hispanos votaron por Trump. Y eso que Trump comenzó su campaña atacando a los indocumentados, prometiendo que como presidente construiría un enorme muro a lo largo de la frontera con México. Agregó que México manda a sus peores ciudadanos a que migren a Estados Unidos.
Los latinos en Nevada que votaron ya son ciudadanos, pero ellos han sentido en carne propia todos los insultos e improperios que Trump ha dicho de los indocumentados. Muchos de los hispanos que votan fueron indocumentados o hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos.
Trump es un fenómeno no visto anteriormente en el proceso electoral en Estados Unidos. Dice que él sabe cómo volver a hacer de Estados Unidos un país ganador; que va a negociar tratados que favorezcan a este país.
Trump dice que él sabe cómo ganar porque él es un ganador. En ningún momento ha explicado cómo va a hacer las cosas que promete, pero lo dice con tanta fuerza que los votantes le quieren.
Los analistas americanos ven el fenómeno Trump y dicen que es un voto de personas que están hartas de los políticos que prometen mucho y después no hacen nada.
Hay tiempo para analizar el casi seguro triunfo de Trump como candidato a la Presidencia por el Partido Republicano.
Por ahora, es suficiente señalar que ninguno de los dos senadores cubanoamericanos pueden ganarle, a menos que uno de ellos y los otros dos candidatos republicanos –el exgobernador de Ohio John Kasich y el neurocirujano pediatra Ben Carson–, se retiren de la campaña.
Mientras eso no ocurra, no hay forma de ganarle a Trump.
En el Partido Demócrata las cosas son más sencillas.
Clinton tiene una enorme ventaja sobre Sanders y, aunque el Senador de Vermont ha sido un magnífico candidato, no tiene los recursos para vencer a Clinton.
Los analistas que dicen estas cosas admiten que se están arriesgando. La semana que viene hay elecciones en 11 estados. Los que no se animan a hacer predicciones ahora, dicen que ya para marzo –después del súper martes con primarias en 11 estados y de la primaria en la Florida el 15 de marzo– va a ser más fácil predecir quiénes serán los ganadores.
No importa a quién creer. Lo cierto es que, a menos que ocurra algo inesperado, Clinton y Trump serán los candidatos que en noviembre se disputarán la Presidencia de Estados Unidos.