La compleja relación entre el fenómeno terrorista y la cobertura que le prestan los medios de información, en particular con la expansión de internet, focalizó la primera jornada de la IX Conferencia Internacional sobre Terrorismo y Medios Electrónicos, que comenzó en la localidad de Budva, república de Montenegro.
Los especialistas en la reunión, organizada por la Academia Internacional de Radio y Televisión, abordaron la cuestión de los desafíos y las oportunidades, así como las lecciones que pueden extraerse del acto terrorista como fenómeno propagandístico y el papel de los medios, que, muchas veces e incluso sin pretenderlo, se convierten en agente transmisor de propaganda de esos grupos.
En este sentido, el profesor estadounidense Yonah Alexander, director del Centro Interuniversitario sobre Estudios de Terrorismo, con sede en Arlington, Virginia, considera que el papel de los medios en la cobertura de los actos terroristas "continúa siendo una cuestión polémica y pendiente de resolver".
Alexander subrayó que el terrorismo, sobre todo en la actualidad, se convierte en una especie de "guerra entre mundos", entre concepciones del mundo, lo que desemboca, además, en una "guerra que se libra también en los medios digitales" y, en definitiva, en una "guerra de la propaganda", pro y antiterrorista.
El especialista estadounidense incidió, además, en un tema ya clásico para los estudiosos de la propaganda, como es la corrupción del mensaje por los medios de comunicación cuando se habla de terrorismo. Una de las preguntas clave, según él, es si las noticias sobre terrorismo pueden ser un modo de avivar el fenómeno o incluso un vehículo de incitación a la comisión de más actos violentos.
Como señaló el experto ruso Valentín Sóbolev, "un terrorista, además de armas, demanda la cobertura de los medios", pues dado que sus actos se plantean como acciones de guerra y que esta es de tipo asimétrico, también busca librar una batalla de amplio efecto en el ámbito de la llamada "guerra psicológica", de la que los atentados del 11 de septiembre de 2001 son un ejemplo muy destacado.
"La gente aprende enseguida quiénes son y cómo piensan los terroristas", argumentó Sóbolev, para quien esto puede tener alguna ventaja si la mayoría de la opinión pública repudia el mensaje, pero no pocos inconvenientes si aquel cala en algunos grupos.
Otra de las preguntas que se plantearon se refirió a dónde se encuentra la línea que separa la información de la mera propaganda, aunque esta sea involuntaria. En este sentido, los expertos incidieron en la relevancia que se da a Al Qaeda y grupos afines cada vez que un mensaje, un vídeo o un audio suyo se difunden en la red y los medios informan al respecto.
"Conviene que aprendamos las lecciones de la historia", afirmó Alexander, quien, siquiera como simple anécdota, comentó que en las últimas décadas se ha observado que septiembre es un mes en el que se registra una especial actividad terrorista.
Como ejemplo presentó algunas de las acciones más llamativas y sangrientas cometidas en los últimos 40 años en el mes de septiembre. Añadió que el debate no radica tanto en informar o no informar sino en el modo de hacerlo para que una noticia no sirva como altavoz de propaganda de los terroristas.
Los especialistas en la reunión, organizada por la Academia Internacional de Radio y Televisión, abordaron la cuestión de los desafíos y las oportunidades, así como las lecciones que pueden extraerse del acto terrorista como fenómeno propagandístico y el papel de los medios, que, muchas veces e incluso sin pretenderlo, se convierten en agente transmisor de propaganda de esos grupos.
En este sentido, el profesor estadounidense Yonah Alexander, director del Centro Interuniversitario sobre Estudios de Terrorismo, con sede en Arlington, Virginia, considera que el papel de los medios en la cobertura de los actos terroristas "continúa siendo una cuestión polémica y pendiente de resolver".
Alexander subrayó que el terrorismo, sobre todo en la actualidad, se convierte en una especie de "guerra entre mundos", entre concepciones del mundo, lo que desemboca, además, en una "guerra que se libra también en los medios digitales" y, en definitiva, en una "guerra de la propaganda", pro y antiterrorista.
El especialista estadounidense incidió, además, en un tema ya clásico para los estudiosos de la propaganda, como es la corrupción del mensaje por los medios de comunicación cuando se habla de terrorismo. Una de las preguntas clave, según él, es si las noticias sobre terrorismo pueden ser un modo de avivar el fenómeno o incluso un vehículo de incitación a la comisión de más actos violentos.
Como señaló el experto ruso Valentín Sóbolev, "un terrorista, además de armas, demanda la cobertura de los medios", pues dado que sus actos se plantean como acciones de guerra y que esta es de tipo asimétrico, también busca librar una batalla de amplio efecto en el ámbito de la llamada "guerra psicológica", de la que los atentados del 11 de septiembre de 2001 son un ejemplo muy destacado.
"La gente aprende enseguida quiénes son y cómo piensan los terroristas", argumentó Sóbolev, para quien esto puede tener alguna ventaja si la mayoría de la opinión pública repudia el mensaje, pero no pocos inconvenientes si aquel cala en algunos grupos.
Otra de las preguntas que se plantearon se refirió a dónde se encuentra la línea que separa la información de la mera propaganda, aunque esta sea involuntaria. En este sentido, los expertos incidieron en la relevancia que se da a Al Qaeda y grupos afines cada vez que un mensaje, un vídeo o un audio suyo se difunden en la red y los medios informan al respecto.
"Conviene que aprendamos las lecciones de la historia", afirmó Alexander, quien, siquiera como simple anécdota, comentó que en las últimas décadas se ha observado que septiembre es un mes en el que se registra una especial actividad terrorista.
Como ejemplo presentó algunas de las acciones más llamativas y sangrientas cometidas en los últimos 40 años en el mes de septiembre. Añadió que el debate no radica tanto en informar o no informar sino en el modo de hacerlo para que una noticia no sirva como altavoz de propaganda de los terroristas.