A diferencia del interés de que gozan hoy los carros americanos en Cuba, los coleccionistas extranjeros no comprarían los miles de coches antiguos que todavía ruedan por la isla, según aseguró un especialista en seguros de autos de colección.
“Simplemente no lo vemos”, dijo a CNBC.com, McKeel Hagerty, CEO de la compañía estadounidense Hagerty Insurance.
Como una “burbuja de anacronismo” describen a La Habana de estos tiempos, una deformación del tiempo en un país embargado económicamente por los Estados Unidos desde el 1962, prohibiéndole a las empresas automovilísticas hacer negocios con el régimen castrista.
No obstante, abunda el artículo, existe una gran admiración por el ingenio desplegado para mantener estos autos con vida, “resolviendo” los problemas típicos causados por el desgaste, con adaptaciones de piezas de autos de diferentes países, como Rusia o China.
Como “la isla Galápagos de los autos”, describe Hagerty la transformación que han sufrido los carros americanos en Cuba, mientras recuerda su viaje a la isla 15 años atrás. “Cuando me acerqué a un Cadillac de 1956 que se veía en muy buenas condiciones, el chico dio vuelta a la llave y qué tenía: un motor diésel Peugeot”.
El experto afirma que no tardaría mucho a un conocedor darse cuenta que en realidad quedan muy pocos autos originales en las calles cubanas. Por ejemplo, un Chevy Bel Air 57’, sedán de cuatro puertas original, puede llegar a venderse hasta en 50 mil dólares, sin embargo el mismo modelo en Cuba con sus piezas sustituidas podría costar unos 5 mil dólares solamente.
“El socialismo autocrático de Fidel Castro fue el último clavo en el ataúd del nuevo mercado del coche”, continua el artículo. A los cubanos les estuvo prohibido comprar y exportar automóviles a la isla, mientras que el Gobierno cubano obligaba a sus ciudadanos a comprar autos nuevos solamente al Estado.
"Desde nuestra perspectiva, no hay mucho entusiasmo para traer esos autos al mercado estadounidense," dijo a CNBC, David Magers, CEO de subastas Mecum. El experto insiste en que el valor intrínseco de los coches de colección está en la originalidad de sus piezas, paneles o motores.
El apetito por los autos de colección de los años 50 ha bajado, aumentando actualmente por los llamados coches músculos americanos (American muscle cars), como el Ford Mustang del 65’ al 73’ o el Daytona y Dodge Challenger.
Expertos creen que el mayor interés por estos autos entre los cubanos probablemente venga de los propios exiliados, orgullosos de comprar un híbrido representativo de la supervivencia en la isla y un mérito para muchos coterraneos por ser un auto cubano.