La revista Science reporta esta semana que tres años después de que Estados Unidos y Cuba anunciaran el restablecimiento de sus relaciones, la atmósfera para la cooperación científica se ha enrarecido, a pesar de que las regulaciones implementadas desde principios de noviembre por la administración Trump no apuntan explícitamente a la ciencia, y para los académicos se mantienen excepciones a la prohibición de viajar a la isla .
El nuevo distanciamiento parece afectar directamente a los científicos cubanos que, después del retiro en septiembre pasado del 70 % del personal diplomático estadounidense de La Habana, deben gestionar en terceros países las visas para visitas temporales a EE.UU. Y también, específicamente, a sus colegas norteamericanos si están vinculados a entidades del gobierno.
Pero el enfriamiento es general, y la publicación pone como ejemplo una conferencia organizada para la próxima semana por el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí de Cuba (IPK) a la que planeaban asistir colaboradores estadounidenses: todos, menos uno, han desistido.
Algunos, señala Science, inquietos por las noticias sobre los extraños y sigilosos ataques contra el personal norteamericano en La Habana, y otros, por nuevas limitaciones en los viajes de funcionarios de EE.UU. a Cuba, según confirmaron investigadores del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), dependencia del gobierno federal.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo a Science que "los viajes a corto plazo de funcionarios del gobierno de EE.UU. a Cuba se limitan actualmente a aquellos involucrados en la investigación en curso" sobre los presuntos ataques sónicos.
La tensa atmósfera política inyecta incertidumbre a iniciativas en ciernes, observa el reportaje. Para una de ellas, enfocada en estudios sobre arbovirus como el Zika, chikunguña y dengue, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. aprobaron en junio cuatro becas de un año, cada una por $ 50.000, que fueron otorgadas al IPK.
Pero NHI le ha informado al instituto cubano que por ahora las becas están suspendidas.
En 2015, la Universidad de Tulane en Luisiana, Nueva Orleans, se convirtió en el primer beneficiario de fondos de los NIH para emplearlos en Cuba, recordó Arachu Castro, directora del Grupo Cooperativo para la Equidad en la Salud en América Latina de Tulane. "Continuamos planificando actividades conjuntas de investigación y enseñanza", dice Castro, "pero a la luz de las nuevas regulaciones, somos conscientes de la necesidad de tener un plan B".
Planes de contingencia también se preparan en la Universidad del Sur de California (USC), que el año pasado firmó en La Habana un acuerdo con el Centro de Neurociencias de Cuba. Y Science cita a una funcionaria del Ministerio de Salud Pública cubano, Ileana Morales Suárez, en el sentido de que no se sabe qué va a pasar con un memorando de entendimiento firmado en junio de 2016 entre el MINSAP y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.
Algunas colaboraciones con colegas estadounidenses siguen en cambio por buen camino. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. patrocinó el verano pasado un crucero de investigación conjunto con el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Cuba (SNAP), que bojeó la isla para evaluar los arrecifes de coral. Este mes, el SNAP recibirá a científicos de EE. UU. para estudiar los próximos pasos, incluidas publicaciones conjuntas.
Pero el encuentro con SNAP es una excepción, ya que las visitas de Estados Unidos a Cuba están disminuyendo, dice la revista. Otro ejemplo: cerca del 80 % de los químicos estadounidenses inscritos para Hot Topics 2018, un simposio de un día que sesionará en enero en La Habana, se han retirado.
Por otra parte, para los científicos cubanos se ha vuelto más difícil que nunca [al menos desde la apertura de la Sección de Intereses en La Habana en 1977] viajar a Estados Unidos pues, para tramitar las visas, desde septiembre pasado tienen que viajar a un tercer país, un gasto para muchos prohibitivo.
El IPK había planeado enviar a cinco jóvenes científicos a la Rama Médica de la Universidad de Texas (UTMB) en Galveston para capacitarlos en estudios moleculares de arbovirus y en organización de bancos de cepas virales. Ahora ─advierte María Guadalupe Guzmán, viróloga de la institución cubana─ no está claro cuándo sucederá.
[Redactado por Rolando Cartaya]