Como he dicho antes en ocasión de la novela Dile adiós a la Virgen, 2003, José Abreu Felippe es uno de esos escritores a la vieja usanza -quizá los únicos que existen-, quienes viven no por, ni para la literatura, sino que sus vidas mismas son la literatura o, al menos, materia prima para la obra literaria, gente rara que se deja la piel, y a veces el alma, en el texto, en la elaboración del texto, quiere decir, de existencias como pretextos.
Y ahora agrego que tres virtudes existen que a mi entender no han de faltar al verdadero hombre de letras: vivencia, videncia y valor para contarla. Bueno, esa trinidad de virtudes adorna al autor que hoy tengo el honor de presentarles con motivo de su libro de relatos Confrontaciones.
En este breve volumen de trece relatos Abreu Felippe aborda los temas recurrentes de su obra anterior, el amor, la muerte, la vejez, la soledad, el sexo, la violencia, la vida y la transvida (esto último se aprecia magistralmente en el relato Negro y blanco), en fin, los temas trascendentes de siempre que conforman la gran literatura universal, y dentro de esa temática, claro, las particularidades de los subtemas sociales, políticos y religiosos que han tocado, entenebrecido y trucidado el cuerpo, pero sobre todo el alma, del autor.
En Confrontaciones Abreu Felippe puede crear de la nada, o de situaciones anodinas, una atmósfera de ansiedad, suspense y terror, así en el relato El intruso un desconocido, habitante de las calles por más señas, toca en una tranquila noche a la puerta de dos pacíficos hombres modernos -de esos que aún confían en que su vida está segura en manos de la divinidad estatal- y pide algo de comer y después, por si fuera poco, pasar al baño, en un país y en una ciudad donde, según se lee en el relato Te voy a matar … ya nadie, ni siquiera la policía, dispara a una pierna o al cuerpo del elegido, no, a la cabeza, preferentemente a la cara, entre los ojos parece ser el sitio ideal.
El autor es capaz de sorprendernos desde la cotidianidad misma y dar un inesperado giro a una solución que veíamos venir acorde con la dogmática al uso que nos tienen acostumbrados, inducen e imponen a diario los los dulcemente dictatoriales medios de difusión o disfunción masiva, así en Voy a ser mamá uno espera un encendido alegato a favor del matrimonio homosexual pues una pareja de lesbianas, o una de ellas, muy femenina, ha decidido ser mamá mediante la donación del semen, no in vitro sino en vivo por vía de un antiguo amigo, lo que su pareja acepta a regañadientes y con unas estrictas medidas de seguridad, al punto que exige que su amante reciba al varón completamente tapada con una capucha estilo burka, de manera que sólo exponga su parte pudenda y no pueda, por otra parte, ser tentada ante la vista del cuerpo varonil, Vade retro Satana. Pero como vista hace fe, la que ve y ha impuesto las condiciones termina al otro día abandonando a su amante para juntarse con el antes odiado varón.
En el último relato titulado Plenilunio, cierre redondo, el autor aborda, mediante el encuentro en la cama entre un atildado cubanoamericano formado en EE.UU y una desinhibida y despampanante cubana recién arribada en el éxodo de isleños por las selvas centroamericanas, el choque de trenes entre dos culturas que el discurso al uso, superficial y optimista, da por sentado que sería una y la misma cultura, pero que la realidad, profunda y pesimista, se encarga de desmentir a diario.
A mi entender Abreu Felippe logra con este relato retratar la rajadura, fragmentación probablemente definitiva de la nación cubana -si es que nación alguna vez hemos sido- en dos configuraciones que se avistan aleladas desde dos alejados horizontes en el ademán de un abrazo imposible; una faena que correspondería más a la ensayística que la literatura pero que, como siempre, es la buena literatura quien primero y mejor lo hace.