Para los más afectados, el tratamiento de la epilepsia significa la perforación profunda en el cerebro, a través del cráneo, para destruir la pequeña área donde se originan las convulsiones, en un procedimiento invasivo, peligroso y con un largo período de recuperación.
Hace cinco años, un equipo de ingenieros de la Universidad Vanderbilt, en Nashville, Tenesí, se preguntó: ¿Es posible hacer frente a los ataques de epilepsia en una forma menos invasiva? Ellos decidieron que sí.
Debido a que el área involucrada está en el hipocampo, que se ubica en la parte inferior del cerebro, los científicos crearon un dispositivo robótico que se asoma a través de la mejilla y entra en el cerebro desde la parte inferior, lo que evita tener que perforar a través del cráneo y está mucho más cerca de la zona del objetivo.
El proyecto fue desarrollado por los científicos e ingenieros David Comber y Eric Barth, quienes diseñaron los componentes principales del robot quirúrgico.
El mismo consiste de una aguja de aleación con memoria, de forma que se puede dirigir con precisión a lo largo de una trayectoria curva, y una plataforma robótica que puede operar dentro del potente campo magnético creado por un escáner de resonancia magnética o MRI.
Los ingenieros crearon un prototipo de trabajo que se dio a conocer en una demostración en vivo durante la semana de la Conferencia de Fluido, Innovación, Energía e Investigación en Nashville, presentado por Comber, estudiante graduado en ingeniería mecánica que hizo gran parte del trabajo de diseño.
El final del dispositivo es una aguja de níquel-titanio 1,14 mm que funciona como un lápiz mecánico, con tubos concéntricos, algunos de los cuales están curvados, que permiten a la punta seguir una trayectoria curva en el cerebro.
A diferencia de muchos metales comunes, de níquel-titanio, la aguja es compatible con imágenes de resonancia magnética y combina el uso de aire comprimido, además de una plataforma robótica controlable que permite avanzar por segmentos de milímetro a la vez dentro del cerebro.
Según Comber, han medido la precisión del sistema en el laboratorio y encontrado que es mejor que 1,18 mm, que se considera suficiente para una operación de este tipo.
Además, la aguja se inserta en pequeños pasos milimétricos para que el cirujano pueda realizar un seguimiento de su posición tomando sucesivas exploraciones de MRI.
Según el profesor asociado de ingeniería mecánica Eric Barth, quien encabezó el proyecto, la siguiente etapa en el desarrollo del robot quirúrgico está siendo ensayada en cadáveres.
Se estima que podría estar en uso en los quirófanos en la próxima década.