Es bastante posible que España pueda dar un giro hacia el pésimo remedo del comunismo (el partido Podemos), y en tal caso sería el peor escenario para levantar un país con una tasa de desempleo por encima del 25%. Lo tenemos más claro ahora que en Grecia ha ganado las elecciones un partido de izquierda (Syriza), que lo primero que hará, posiblemente, será sacar el país de la Unión Europea.
España se perfila igual y no es de extrañar si tenemos en cuenta que el electorado ha mantenido, con sus votos de castigo, la alternancia de dos partidos corruptos. Ahora el electorado podría castigar al PP y al PSOE dándole el beneficio al joven e inquietante Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, es un maestro en desviar temas en tertulias televisivas.
¿Cómo lo hace? No es fácil, pero hay quien nace con aptitudes histriónicas y luego las echa a andar ante las cámaras.
En España es bastante viable entretener a esa gente que se pasa el día "trampeando" para buscarse la vida. Un término del argot popular que en Cuba sería el símil de "inventando": Luego, esa misma gente consume estas tertulias donde hay un supuesto moderador escuchando órdenes a través de un dispositivo inalámbrico.
Uno se pregunta por qué el moderador no exige respeto en el punto donde se tiene que exigir, y por qué no detiene el show y expulsa del plató a quien deba ser expulsado. Uno se lo pregunta por decencia, pero la respuesta la sabemos. La gente necesita consumir programas ardientes y a su vez las televisiones, y el establishment, necesitan que el tiempo corra.
Soy de la opinión de que, mientras exista monarquía en España, no habrá muchas posibilidades para que un partido rojito como Podemos gane las elecciones. Ahora bien, bajo el supuesto de que Pablo Iglesias sepa esto mismo, ¿qué gana él con todas estas horas de debate, de altercados verbales, lo que en principio debe suponerle un desgaste mental y físico?
Pablo Iglesias cuenta con la libertad de expresión a su favor y con una masa cada día más heterogénea de público que está en la calle. Cuenta con financiaciones desde el exterior del país y ahora con un precedente importantísimo en la vieja Europa: El triunfo del partido ultraizquierdista griego.
Supongamos que no tenga ego y que sienta todo lo que dice. La pregunta gira sobre por qué no acaba de denunciar regímenes dictatoriales comunistas como los extinguidos ya en Europa oriental y el que a duras penas se mantiene en La Habana.
Sería más coherente si los denunciara, pero evidentemente esto no está en sus planes. Su estrategia es aprovechar al máximo la crispación, que vienen fomentando hace años los programas televisivos de casi todos los canales y que enriquece solo a unos pocos, comenzando por algunos tertulianos que sí cobran por estar ahí.
Podemos va a terminar siendo más un producto de la televisión que de su propia política. En eso están y lo aprovechan al máximo, en lugar de mostrar una agenda clara de sus pasos.
Una vez, en una comida en Barcelona, alguien con quien conversé, ya hacia los postres, me dijo, con respecto al Castrismo:
–Al final cada pueblo tiene lo que se merece.
Yo le respondí, ¡faltaría más!, con una pregunta:
–Entonces, según su tesis ¿debo entender que España mereció cuarenta años de Franquismo?
Ahora le respondería también con una pregunta:
–¿Debemos entender que España se merece a Pablo Iglesias y a Podemos?