Posiblemente me crucifiquen a mí también por lo que voy a decir.
Hoy la prensa se está comiendo vivo al jugador cubano Yuli Gurriel, por el gesto que tuvo en la banca de "estirarse los ojos", durante el tercer partido de la Serie Mundial en el cual pareció estar haciendo un gesto racial contra el pitcher de Los Angeles Dodgers, Yu Darvish.
Gurriel está arrepentido por haber hecho ese gesto. No hubo malicia ni maldad en la acción, pero la jauría de periodistas está dispuesta a no soltar la presa.
Uno se pregunta ¿por qué no actúan con igual celo cuando los jugadores ponen, en forma deliberada, una rodilla en tierra durante el himno de Estados Unidos? Eso me parece a mí más irrespetuoso, aunque dicen, están en su derecho a protestar.
Darvish, el propio ofendido, dijo que Gurriel hizo algo "irrespetuoso", pero luego en un tweet comentó que "nadie es perfecto" y pidió obtener algo bueno del incidente.
En América Latina es común hacer "chinito" y no significa insulto. En Cuba no es una excepción.
Gurriel y su hermano a un año de haber huido de la dictadura castrista, no han absorbido la cultura de los Estados Unidos, nación profundamente susceptible y vulnerable a las acciones raciales.
Muchas veces, cuando mi familia me pregunta si quiero ir a comer afuera, comúnmente yo hago el gesto de estirarme los ojos, para significar que quiero comida china, que es una de mis favoritas.
Crucifíquenme a mí también.