Si desde la isla una persona quiere leer reseñas sobre el herrumbroso carguero norcoreano Chong Chon Gang, donde el régimen cubano fue pillado con obsoleto armamento ruso, debe pagar 4.50 cuc la hora -el salario de diez días de un obrero- en alguna de las 118 salas de internet abiertas el 4 de junio.
También puede enterarse a través de un radio de onda corta. Pero la preocupación diaria por conseguir alimentos y la indiferencia de muchas personas a los comentarios de corte político, se convierten en una pista de aterrizaje suave para los autócratas de verde olivo.
El control es simple. Basta con silenciar en los medios oficiales las noticias relacionadas con el el culebrón ocurrido en el Canal de Panamá.
Después que el martes 16 de julio el Ministerio de Relaciones Exteriores emitiera una escueta nota, publicada en la prensa estatal, las informaciones sobre el alijo de armas en un buque de Corea del Norte, ocultas tras una montaña de azúcar prieta, se han invisibilizado.
Funcionarios cubanos no celebraron una conferencia prensa, explicando los motivos del gobierno para violar el embargo de armas establecido por Naciones Unidas a la empobrecida dinastía de los Kim.
El 26 de julio, contra lo que algunos cubanólogos esperaban, Raúl Castro no abordó el tema en su discurso con motivo del 60 aniversario del asalto a un cuartel militar en Santiago de Cuba.
La política informativa interna, por el momento, es aguantar las críticas internacionales sin replicar. Incluso la multinacional Telesur, creada con capital venezolano, generosamente donado por el difunto Hugo Chávez, le ha brindado escasa repercusión al suceso.
Las noticias en Cuba hay que aprender a leerlas entre líneas. A la espera de que el próximo 5 de agosto la ONU imponga una sanción a la isla, los talibanes ideológicos que controlan los medios, prefirieron destacar el desfile militar efectuado el 27 de julio en Pyongyang, por los 60 años del armisticio de Panmunjom.
Es un mensaje en clave de ida y vuelta destinado a la opinión pública mundial. El régimen de La Habana no se arrepiente de contrabandear armas hacia el estado canalla de Corea del Norte. Dos semanas antes del incidente, una delegación militar norcoreana, encabezada por el general Kim Kyok Sik estuvo en la isla y fue recibida por Raúl Castro. “Visito a Cuba para encontrarme con los compañeros de la misma trinchera, que son los compañeros cubanos”, dijo Kyok.
Las naciones democráticas debieran tomar nota. Las tibias e insuficientes reformas económicas cubanas se aplican exclusivamente para mantener el actual statu quo.
Es puro maquillaje. Oxígeno político de cara a la galería internacional. Una estrategia para atraer inversiones y capitales extranjeros o de cubanos moderados residentes en la Florida.
Un salvavidas para perpetuar el régimen. Los cambios no están impulsados por una necesidad perentoria de apostar por la democracia. No. Son un mecanismo para ganar tiempo, recapitalizar las finanzas del Estado y fortalecer las instituciones del régimen.
La filosofía castrista sigue en pie. El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Por ello, noticias como las del buque norcoreano y sus cacharros armamentísticos, nunca ocuparán titulares en la isla.
Mientras los hermanos Castro detenten el poder, en Cuba pueden cambiar algunas cosas, pero su esencia antimperialista se mantiene: Estados Unidos es el enemigo.
También puede enterarse a través de un radio de onda corta. Pero la preocupación diaria por conseguir alimentos y la indiferencia de muchas personas a los comentarios de corte político, se convierten en una pista de aterrizaje suave para los autócratas de verde olivo.
El control es simple. Basta con silenciar en los medios oficiales las noticias relacionadas con el el culebrón ocurrido en el Canal de Panamá.
Después que el martes 16 de julio el Ministerio de Relaciones Exteriores emitiera una escueta nota, publicada en la prensa estatal, las informaciones sobre el alijo de armas en un buque de Corea del Norte, ocultas tras una montaña de azúcar prieta, se han invisibilizado.
Funcionarios cubanos no celebraron una conferencia prensa, explicando los motivos del gobierno para violar el embargo de armas establecido por Naciones Unidas a la empobrecida dinastía de los Kim.
El 26 de julio, contra lo que algunos cubanólogos esperaban, Raúl Castro no abordó el tema en su discurso con motivo del 60 aniversario del asalto a un cuartel militar en Santiago de Cuba.
La política informativa interna, por el momento, es aguantar las críticas internacionales sin replicar. Incluso la multinacional Telesur, creada con capital venezolano, generosamente donado por el difunto Hugo Chávez, le ha brindado escasa repercusión al suceso.
Las noticias en Cuba hay que aprender a leerlas entre líneas. A la espera de que el próximo 5 de agosto la ONU imponga una sanción a la isla, los talibanes ideológicos que controlan los medios, prefirieron destacar el desfile militar efectuado el 27 de julio en Pyongyang, por los 60 años del armisticio de Panmunjom.
Es un mensaje en clave de ida y vuelta destinado a la opinión pública mundial. El régimen de La Habana no se arrepiente de contrabandear armas hacia el estado canalla de Corea del Norte. Dos semanas antes del incidente, una delegación militar norcoreana, encabezada por el general Kim Kyok Sik estuvo en la isla y fue recibida por Raúl Castro. “Visito a Cuba para encontrarme con los compañeros de la misma trinchera, que son los compañeros cubanos”, dijo Kyok.
Las naciones democráticas debieran tomar nota. Las tibias e insuficientes reformas económicas cubanas se aplican exclusivamente para mantener el actual statu quo.
Es puro maquillaje. Oxígeno político de cara a la galería internacional. Una estrategia para atraer inversiones y capitales extranjeros o de cubanos moderados residentes en la Florida.
Un salvavidas para perpetuar el régimen. Los cambios no están impulsados por una necesidad perentoria de apostar por la democracia. No. Son un mecanismo para ganar tiempo, recapitalizar las finanzas del Estado y fortalecer las instituciones del régimen.
La filosofía castrista sigue en pie. El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Por ello, noticias como las del buque norcoreano y sus cacharros armamentísticos, nunca ocuparán titulares en la isla.
Mientras los hermanos Castro detenten el poder, en Cuba pueden cambiar algunas cosas, pero su esencia antimperialista se mantiene: Estados Unidos es el enemigo.