Cubanos que salieron de la isla con la idea de entrar a Estados Unidos por la frontera mexicana y ahora viven en la pequeña localidad de Santa Rosa, al sur de Uruguay, esperan legalizar su situación en ese país lo antes posible, mientras las autoridades locales les ayudan con los trámites establecidos.
"En nuestro pequeño país somos todos descendientes de inmigrantes, por lo que ellos son bienvenidos como lo fueron nuestros antepasados, dijo a Martí Noticias la alcaldesa de Santa Rosa, Margot De León.
Con una población de 3.700 habitantes, la localidad de Santa Rosa ha recibido en menos de nueve meses a 220 cubanos.
La funcionaria elogió a los migrantes isleños, dijo que son laboriosos, responsables y confía en que salgan adelante, y logren poner al día los documentos legales para instalarse en la comunidad y trabajar.
Los cubanos trabajan en el campo, en las ventas de productos alimenticios y otros servicios de la localidad, explicó De León.
La alcaldesa hizo trámites con el Ministerio de Exteriores y que espera que en la medida de lo posible se vayan atendiendo los casos de los cubanos, porque "entendemos que son caros".
Para la alcaldesa, los isleños "ya ellos son parte de mi municipio, y es lógico que yo esté al tanto de cada caso", precisó.
Entre 2016 y 2017 entraron a la nación sudamericana 6.350 isleños, la mayoría de forma ilegal. El Gobierno ha concedido residencia a 1.265.
"Mejor que en Cuba"
Aniliuvis Rondón una de las cubanas que ya se instaló en Santa Rosa y ahora trabaja en un supermercado, dijo a marti Noticias que el destino de su familia siempre fue ir a Estados Unidos, pero al Obama cerrarnos las puertas decidimos instalarnos aquí y vivir lo más digno posible".
La mujer, que residía en Las Tunas, realizó una travesía por varios países junto al esposo, su hijo menor y un hermano, hasta llegar a Uruguay. Ahora tiene trabajo en un supermercado de la pequeña localidad uruguaya.
En Cuba, por el mismo trabajo, Rondón ganaba 10 dólares al mes, ahora recibe más de 600. Su esposo, ingeniero de profesión, trabaja de albañil, pero los ingresos de ambos les permiten tener una vida con ciertas comodidades.
"Aquí se vive mucho mejor que en Cuba, es un lugar acogedor y me gusta mucho”, aseguró Rondón.
Para muchos, el viaje a Uruguay estuvo lleno de peligros. Como mínimo dura cinco días, cuesta 2.000 dólares por persona y obliga a los emigrantes a atravesar la selva y a ponerse en manos de coyotes.
"En mi caso, y en el de mi familia, afortunadamente no tuvimos que atravesar la selva, pero sí pagarle a un coyote", dijo la mujer.
(Con reporte de Yolanda Huerga y archivo Martí Noticias)