El pasado 18 de julio fue detenido en la capital cubana el teniente coronel Rafael Mujica, jefe del Comando Especial de Bomberos de Capdevila, municipio Boyeros, y de la unidad de prevención del Aeropuerto José Martí de La Habana, ambas dependencias del Ministerio del Interior.
Se le acusa de ser el cerebro de una hipotética operación ilegal -además de millonaria- de tráfico y contrabando. Valerse de una ventajosa prerrogativa, como el libre acceso a las áreas restringidas de las terminales aéreas del aeropuerto habanero, para cobrarle a los pasajeros por sacar y/o entrar al país artículos prohibidos sin pasar los debidos controles aduanales y migratorios. También le imputan la supuesta utilización de las inspecciones de la unidad de bomberos para obstaculizar proyectos e inversiones extranjeras y luego aceptar el consabido soborno para destrabar los permisos.
Fuentes que aseguran ser cercanas al caso, y que prefieren opinar amparados en la absoluta clandestinidad, revelan que en el momento de la detención, las autoridades alertaron sobre otro individuo, por el momento sin nombre porque no se ha filtrado, que logró escapar del país en fecha reciente, con destino desconocido y documentación falsa, y podría ser el posible coautor de estos delitos continuados.
"¿Qué hay de malo en eso? – pregunta alguien que luego se contestó - Esa es una de las vías que, en secreto pero con previa autorización gubernamental, usa la inteligencia cubana para entrar o sacar del país mercancías y personas. Ellos enseñaron la fórmula, él se la aprendió y la utilizó".
Esta unidad antiincendios, sobre la cual descansa parte de la seguridad aeroportuaria y que dirigía Mujica, se encuentra ubicada a un costado de los 4.000 metros de pista del aeródromo habanero, entre las terminales # 3 del aeropuerto José Martí, y la # 5 del Guajay, por la que realizan acciones comerciales Aero Caribbean y otras líneas charter. Ubicación especial por donde se supone salieron, sin tocar el aeropuerto, bultos robados de los vagones del transporte de equipaje, y entraron al país, sin el menor sobresalto, materiales y personas, violando todas las regulaciones legales.
“Yo no digo que Rafael sea un santo. La codicia de los funcionarios cubanos es un fenómeno notable, la necesidad que sienten todos por acaparar bienes para enfrentar un futuro que se les muestra incierto parece no tener techo; pero esto, más que un caso de corrupción, parece un pase de cuentas”, asegura aquí en Miami alguien que se identifica como amigo del militar detenido.
“La clase militar cubana a la que él pertenece, le ha dado la espalda por miedo; pero ¿no le parece extraño que Mujica, el hoy presunto gran corrupto, no haya sembrado malos recuerdos entre ninguno de sus conocidos ni subordinados?, ¿No le parece igual de raro que, teniendo tanto dinero, como supuestamente dicen, resida en una modesta vivienda que se le cae el techo, en el reparto Lawton?", subrayó.