Como hemos reseñado muchas veces, en estos artículos y otros espacios de Radio Martí, tres cubanos fueron elegidos al Salón de la Fama en la elección especial que se celebró en Tampa, el 27 de febrero del 2006.
Los tres fueron elegidos entre jugadores dueños y ejecutivos de equipos que formaban las Ligas Negras de Estados Unidos y de equipos que funcionaron antes de que las Ligas Negras fueran debidamente organizadas en 1920.
Entre los dueños y ejecutivos fue elegido el cubano Alejandro Pompez y entre los jugadores, José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente.
Dijimos que haríamos un artículo dedicado a cada uno de estos tres grandes de nuestro béisbol y hoy vamos a hablar del más grande defensor del jardín derecho, de la raza negra, que haya vestido un uniforme de pelotero en la historia, vamos a hablar de Cristóbal Torriente. Y, para aclarar a nuestros lectores, el buscar estadísticas exactas, relatos precisos y comparaciones de actuaciones de los jugadores que se desempeñaron en las Ligas Negras de Estados Unidos y en el comienzo de nuestro béisbol, no es fácil.
Para hacer cualquier investigación sobre jugadores de las grandes Ligas, no importa la época, usted se va al Internet, a la página de la organización de Grandes Ligas o a cualquier otra y encuentra todas las estadísticas de cada jugador en cada año y, si lo necesita, la computadora le ordena cualquier escalafón de hits, jonrones, ponchados, lo que quiera, o le compara la actuación del jugador A con el jugador B.
Pero cuando se trata del béisbol negro, esas estadísticas no existen y tratándose de nuestro béisbol, tampoco existe una base de datos como en las Grandes Ligas aunque la información sí se encuentra recogida en nuestra prensa de la época. Prensa que ofrecía un torrente de información que no era segundo de ninguna otra nación del mundo.
Cristóbal Torriente nació con la Guerra de Independencia, en 1895, villareño de Cienfuegos. Debutó en la pelota cubana con el Habana en 1913 pero pasó enseguida al Almendares donde jugó por tres temporadas hasta la de 1915-16. No jugó en Cuba en las temporadas de 1917-18 y 1918-19 porque se quedó en Estados Unidos jugando con los Cuban Stars, con quienes había debutado en 1914 y equipo que sería de Alejandro Pompez cuyo nombre acompaña al de Torriente en Cooperstown.
Regresó a Cuba para jugar de nuevo con el Almendares en la campaña de 1919-20. De ahí pasó a los Leones del Habana donde se mantuvo hasta la campaña de 1925-26.
En la temporada de 1926-27, que fue muy irregular ya que el Cienfuegos cesó de jugar, el ciclón del 26 devastó a Cuba y, además, le salió otra liga a hacerle la competencia a la establecida, Torriente tuvo solamente ocho veces al bate con el Amendares y solamente nueve veces al bate con el Habana en la campaña de la liga contraria, que llamaron Triangular, por haber participado tres equipos solamente, Los Alacranes, Marianao y las Medias Rojas del Habana.
En los años en los que jugó en Cuba, Torriente fue champion bate en la temporada de 1914-15 con 387 y en 1919-20 con 360. Hay que darse cuenta de que, en la campaña de 1914-15, cuando ganó su primera corona de bateo, Torriente tenía 19 años y, como veremos más tarde, en 1920, cuando ganó su segunda corona, también ganó el campeonato de bateo de la Liga Negra Nacional, Nacional Negro League, de Estados Unidos con 411 de promedio.
También en el béisbol cubano, Torriente lideró la liga dos veces en dobles, tres veces en hits y tres veces en jonrones. Su promedio de por vida en Cuba fue de 352, el más alto de la historia de nuestro béisbol profesional libre.
Torriente fue exaltado al Salón de la Fama del béisbol cubano en su primera edición, en 1939. Ahora también está en Cooperstown.
En el béisbol negro de Estados Unidos, Torriente jugó con los Chicago American Giants de 1918 al 1925. Este equipo pertenecía al gran Rube Foster, quien también lo dirigía y del cual era, además, lanzador. Foster fue uno de los pioneros en llevar equipos del béisbol negro de Estados Unidos a Cuba, fue manager del club Fe en Cuba, en 1907, y está en el Salón de la Fama desde 1981.
En 1919, Torriente jugó en los jardines de los Giants junto con el gran Oscar Charleston, quien jugó muchos años en Cuba y está en el salón de la Fama desde 1976. Foster mudó a Charleston del jardín central al derecho, que era la posición normal de Torriente, para que éste jugara en el centro porque cubría más terreno que Charleston.
Torriente formó un dúo letal con Charleston cubriendo los jardines y bateando uno detrás del otro. Ese año Torriente bateó 325.
Torriente, que fue lo que se llama ahora "un jugador de cinco herramientas", era la única super estrella y gran slugger del equipo de Foster. Torriente era un notorio bateador de bolas malas, como lo fue en nuestros días Vladimir Guerrero, así que no importa lo que le tirara el lanzador, Torriente hacía viajar la pelota.
Torriente, además, tenía gran velocidad y, a pesar de ser el jonronero del equipo, era muy bueno robando bases y haciendo jugadas de toque de bola que eran la especialidad de Rube Foster en una época de pelota muerta que se prestaba a ese estilo.
En los tres primeros años de la formación de la Nacional Negro League, de 1920 a 1922, Torriente llevó a los Chicago American Giants a tres campeonatos consecutivos con promedios al bate de 411, 338 y 342. Como dijimos, el ganó el campeonato de bateo en 1920 y, además, en 1923 cuando bateó para 412.
Por cierto, de la formación de la Negro Nacional League fue en gran parte responsable Alejandro Pompez quien fuera, también, vicepresidente de la liga.
En aquel equipo de Chicago, los jardines de los tres fenómenos de la raza negra, Torriente, Jelly Gardner y Jimmy Lyons es considerado uno de los mejores jardines de la historia. Blanco o negro.
Dijimos hace un rato que la posición natural de Torriente era el jardín derecho. Bueno, no sé si su posición natural era el jardín derecho pero, no había quién jugara esa posición como él. Vamos a hablar un poco de esto y, después hablaremos también de las otras posiciones que jugaba Cristóbal y que lo hacen a él, junto con Dihigo y Méndez, más polifacéticos que Leonardo DaVinci.
Y es bueno traer a colación a Leonardo, ahora que los ignorantes se han enterado de su existencia por el novelón del código DaVinci.
Cuando se escogieron los jugadores para formar el mejor equipo del béisbol de las ligas negras de los primeros 25 años del Siglo XX, se escogió para el jardín derecho a Cristóbal Torriente. Ese trabajo lo hizo un panel presidido por el historiador William McNeit.
En 1952, el periódico Pittsburg Currier, terminó un trabajo de selección para escoger el equipo de ensueño de las Ligas Negras para los primeros 50 años del Siglo XX, seleccionaron para el jardín derecho… ¡adivinaron, a Cristóbal Torriente!
Siempre he sostenido que en Estados Unidos, entre 1920, cuando se organizó la Nacional Negro League, y 1950, cuando la barrera racial que había roto Branch Rickey en 1947 comenzó a tomar forma real, había dos ligas mayores. Una Blanca y la una negra. Así que por eso digo que nuestro cienfueguero se las veía de tú a tú con cualquier contemporáneo, de cualquier color.
Y revisitando el concepto de posición natural, hay que decir que nuestro hombre se desenvolvía naturalmente en las menos naturales de las situaciones, tratándose de béisbol.
Torriente jugaba muy bien la segunda y tercera base a pesar de ser zurdo. Torriente, que comenzó su carrera como lanzador, acumuló un hoja de 15 ganados y 7 perdidos en las ligas negras donde hizo innumerables apariciones como relevo, sin salir del juego y donde no figuró en las decisiones.
Pero Torriente, como dicen, jugaba al duro y rumbeaba al duro también y sus problemas de disciplina hicieron que Foster lo cambiara a los Monarcas de Kansas City en 1926, el equipo que más tarde dirigiría José de la Caridad Méndez.
En la primera parte del campeonato, Torriente bateó para 381 y puso a los Monarcas en primer lugar pero sacó bronca con la administración del equipo por un anillo perdido y abandonó el club por un tiempo, lo que le costó el campeonato a Kansas City.
Sus discrepancias con los Monarcas hicieron que firmara al año siguiente con los Detroit Stars, donde bateó para 339 y 320 en sus dos temporadas de 1927 y 1928.
Cuando sus facultades comenzaron a declinar, Torriente jugó con equipos de menos monta que los de Chicago, Kansas City y Detroit. En esos años jugó con los Union Giants, los Cleveland Cubs y los Atlanta Black Crackers. Torriente dejó el béisbol a mediados de los años 30 y se mudó a Ybor City en Tampa, el enclave histórico cubano en Florida. Ya para entonces el alcoholismo había hecho presa de él.
De las historias de Torriente, quizás la más repetida y conocida es la de sus tres jonrones frente a los Gigantes en el Almendares Park el 6 de noviembre de 1920. Para los que no hayan oído la historia, sucedió así, dicho en versión corta.
Abel Linares, el dinámico empresario de nuestro béisbol profesional de entonces, había importado para celebrar una serie de exhibiciones, a la formidable maquinaria beisbolera de los Gigantes de New York, dirigidos entonces por John Mc Graw. También contrató la figura más célebre del béisbol, entonces y ahora, Babe Ruth, que ese año había implantado un nuevo record de jonrones con 54.
Recuerden que el record anterior era de 29, impuesto, el año anterior, por el propio Bambino.
El gran bateador llegó a La Habana días después que los Gigantes y su presencia fue el acontecimiento del momento. Todo el mundo hablaba de los jonrones que Babe Ruth daría en Cuba. En la tarde del 6 de noviembre, la concurrencia invadió el Almendares Park, ávidos de ser testigos de los viajes que la blanca esfera emprendería cuando fuera conectada por el gran bateador.
Y esa aspiración fue satisfecha pero no por el Bambino sino, por nuestro humilde toletero criollo, Cristóbal Torriente, al batear tres jonrones y un tubey en cinco veces al bate.
Torriente conectó jonrones en el segundo y tercer innings. Los dos primeros toletazos se los conectó Torriente al lanzador Joe Kelly pero, cuando vino a batear por tercera vez, en el quinto inning, después de un out de Merito Acosta y con un compañero en base, Torriente se enfrentó a Babe Ruth que, de estar jugando primera base había venido a lanzarle a Torriente, "para que viera que a él no le bateaba".
Y, efectivamente, no le bateó jonrón, pero al segundo disparo de Ruth, Torriente se la recostó contra la cerca para un tubey e impulsar otra carrera. El tercer jonrón de la tarde no se lo pudo conectar Torriente a Ruth, quien había regresado a primera base, sino a Kelly que había regresado de primera a recibir más castigo de Cristóbal.
Torriente murió en New York, en 1938, pobre, alcohólico y tuberculoso. Tenía solo 43 años. Cuando se supo la noticia en Cuba, sus restos fueron trasladados a la Isla envueltos en la bandera cubana. Demasiado tarde.
En su carrera en las Ligas Negras de Estados Unidos, Torriente bateó para un promedio de por vida de 339 y contra lanzadores de las Grandes Ligas blancas, 311 de por vida.
Si jugara hoy, Torriente sería considerado el jugador de franquicia de cualquier equipo. El Manager del equipo ABC de Indianápolis, C. I. Taylor dijo un día: "Si yo viera a Torriente caminando por el otro lado de la calle, diría: Ahí va caminando un equipo completo de pelota".