Según comenta este viernes Global Post, la nueva ley de inversiones en Cuba, publicada el miércoles “después de ser aprobada por el Parlamento el pasado 29 de marzo, promete una moratoria fiscal de ocho años a los nuevos inversores y reduce teóricamente un impuesto del 30 por ciento sobre las ganancias - una característica que la ley de 1995 atribuyó a la retirada de muchos inversores extranjeros”.
La publicación recuerda que "la Inversión desde EE.UU. sigue estando prohibida por el embargo comercial”, y agrega que la misma suscita cada vez más críticas, incluso entre algunos cubano-estadounidenses, “quienes la consideran contraproducente”.
Pero aún sin la participación de EE.UU., la economía de Cuba ha despertado algún interés por el capital extranjero desde las primeras aperturas en 1995. De hecho , recuerda Global Post, a pesar de los pocos valores para la inversión en el Caribe , “el potencial de Cuba es grande”.
Raúl Castro, quien reemplazó a su hermano cuando enfermó en 2006, ha dicho que “le gustaría atraer a por lo menos 2.5 mil millones de dólares anuales en inversión extranjera”.
Desde el año 2008 , cuando las leyes de los Estados Unidos a los viajes a Cuba se aflojaron y a los cubano-americanos se les permitió moverse con relativa libertad de ida y vuelta, las remesas - es decir, el dinero ganado por los familiares en los EE.UU. y luego enviado a Cuba – crecieron de 1,5 mil millones a 2,5 mil millones de dólares.
Según resume la publicación, una mayor flexibilización hubiera redundado en mejores beneficios para el inversionista extranjero. Un impuesto del 30 por ciento sobre las ganancias y la obligación de formar una empresa conjunta con el Estado cubano, así como tener que contratar a todo el personal a través del Ministerio del Trabajo Cubano, hizo difícil que la inversión fuera rentable.
Peor aún, concluye Global Post, "el Estado cubano ha encarcelado a los ejecutivos extranjeros, se apoderó de muchas empresas que no resultaron ser viables, y en general, resultó ser un mal socio. Un poder judicial independiente podría ayudar a mitigar ese riesgo. Pero nada en la nueva ley parece cambiar esa realidad".
La publicación recuerda que "la Inversión desde EE.UU. sigue estando prohibida por el embargo comercial”, y agrega que la misma suscita cada vez más críticas, incluso entre algunos cubano-estadounidenses, “quienes la consideran contraproducente”.
Pero aún sin la participación de EE.UU., la economía de Cuba ha despertado algún interés por el capital extranjero desde las primeras aperturas en 1995. De hecho , recuerda Global Post, a pesar de los pocos valores para la inversión en el Caribe , “el potencial de Cuba es grande”.
Raúl Castro, quien reemplazó a su hermano cuando enfermó en 2006, ha dicho que “le gustaría atraer a por lo menos 2.5 mil millones de dólares anuales en inversión extranjera”.
Desde el año 2008 , cuando las leyes de los Estados Unidos a los viajes a Cuba se aflojaron y a los cubano-americanos se les permitió moverse con relativa libertad de ida y vuelta, las remesas - es decir, el dinero ganado por los familiares en los EE.UU. y luego enviado a Cuba – crecieron de 1,5 mil millones a 2,5 mil millones de dólares.
Según resume la publicación, una mayor flexibilización hubiera redundado en mejores beneficios para el inversionista extranjero. Un impuesto del 30 por ciento sobre las ganancias y la obligación de formar una empresa conjunta con el Estado cubano, así como tener que contratar a todo el personal a través del Ministerio del Trabajo Cubano, hizo difícil que la inversión fuera rentable.
Peor aún, concluye Global Post, "el Estado cubano ha encarcelado a los ejecutivos extranjeros, se apoderó de muchas empresas que no resultaron ser viables, y en general, resultó ser un mal socio. Un poder judicial independiente podría ayudar a mitigar ese riesgo. Pero nada en la nueva ley parece cambiar esa realidad".