Algo extraño se viene cocinando desde La Habana. No resulta nada nuevo, ni siquiera diferente a otros experimentos del mismo tiempo. Desde que se consumó la dinástica sucesión de poder en Cuba, el manejo de la esperanza a cuentagotas ha sido el arma fundamental del arsenal político del Raulismo.
Bajo este manto de cambios controlados desde la cúpula y “acompañamientos”, término acuñado por el Cardenal Ortega y repetido por otros devotos de Extramuros, se esconde toda una maniobra que busca perpetuar al régimen como única fuente de poder y a la misma vez demonizar a quienes se oponen a este pacto de élites, acusándolos de “extremistas” y hasta de incultos, verbatim.
El último capítulo de esta saga postotalitaria lo acaba de protagonizar nada más y nada menos que el Secretario de Cooperación Internacional y para Iberoamérica de España, Jesús Gracia, al afirmar que existe una nueva relación de confianza con el gobierno cubano, algo que según él, “se ha visto en la resolución del caso de Ángel Carromero y en general en el tono de la relación bilateral",
Resulta bien significativo que la persona escogida por el gobierno del PP para hablar de la nueva relación de confianza con el régimen sea Jesús Gracia, teniendo en cuenta que es de sobra conocido que la intención del régimen con la Unión Europea es precisamente el Acuerdo de Cotonou, para tener acceso a programas de ayuda económica que puedan suplantar la ayuda venezolana en este momento, y hace un tiempo atrás, la de la Unión Soviética.
Estas declaraciones, y la mención a la búsqueda de “una agenda de interés común que vamos a desarrollar en los próximos años, y para eso hemos dado una serie de pasos”, están más claras que el agua en lenguaje diplomático. Se concreta así el pago del rescate de Carromero, junto al abandono en términos prácticos y reales de la disidencia cubana por parte del Partido Popular. La suerte está echada, sólo queda la retórica.
En ese mismo curso retórico transitatia el anuncio de ETECSA de la apertura de Internet Cafés con precios subsidiados para los cubanos. Esta fórmula encaja perfectamente en el nuevo esquema dictatorial, porque en definitiva la esencia sigue siendo la misma. No importa si se conectan o no, porque el acceso es filtrado, censurado o controlado.
El objetivo a ultranza de todas estas mezclas, siguiendo la metáfora cafetera, consiste en mover el eje del debate sobre los cambios en Cuba a la esfera intelectual, descalificando al activismo bajo el supuesto de que es ejercicio de personas carentes de preparación o inteligencia política. De esta manera, la dinámica de los cambios sigue bajo control del régimen, puesto que se miden Las transformaciones por lo que la dictadura concede o no. Le changement c'est moi.
Por el mismo sendero viaja la nueva relación Cuba-Mexico con la asunción de Enrique Peña Nieto, acuñada en Santiago de Chile con la presidencia del Raulismo en CELAC. Sumemos a esto el reciente anuncio de acuerdos de colaboración entre Cuba y Finlandia, y tenemos la triangulación diploeconómica de la dictadura: La Habana-América Latina-Unión Europea. Se vende un aroma de cambios para lograr una aceptación basada en una cortina de humo. Lo que se mezcla sigue siendo oscuro.
En esta nueva relación de confianza por supuesto que hay un peligro, pero no para el gobierno español, y mucho menos para el régimen de La Habana. Quienes están frente a un peligro claro y presente son los activistas pro democracia dentro de la Isla. Laura Pollán; Orlando Zapata, Juan Wilfredo Soto García; Oswaldo Payá; y Harold Cepero, son parte del daño colatera de la mal llamada “real politik”.
La única alternativa a este esquema es una opción verdaderamente popular. En ese sentido, la anunciada fusión entre la Unión Patriótica de Cuba y el Frente Antitotalitario Unido, significa una nueva relación de confianza en la dirección apropiada. Lo importante ahora es que más que una formulación política, se traduzca en un ejemplo una política realmente verdadera.
Los cambios no ocurren en espacios virtuales o a partir de élites de ningún tipo, sino cuando el pensamiento se traduce en acción, y esta acción se expresa a través de un auténtico poder en números de ciudadanos manifestando su voluntad.
Esto es lo que enseña la Historia, desde Nueva Delhi hasta la Plaza Tahrir. Como dijo alguien que encapsulaba dentro de sí todas las dotes de un promotor de cambios, el activista, pensador y legislador norteamericano Frederick Douglass: “si no hay lucha, no hay progreso”.
Bajo este manto de cambios controlados desde la cúpula y “acompañamientos”, término acuñado por el Cardenal Ortega y repetido por otros devotos de Extramuros, se esconde toda una maniobra que busca perpetuar al régimen como única fuente de poder y a la misma vez demonizar a quienes se oponen a este pacto de élites, acusándolos de “extremistas” y hasta de incultos, verbatim.
El último capítulo de esta saga postotalitaria lo acaba de protagonizar nada más y nada menos que el Secretario de Cooperación Internacional y para Iberoamérica de España, Jesús Gracia, al afirmar que existe una nueva relación de confianza con el gobierno cubano, algo que según él, “se ha visto en la resolución del caso de Ángel Carromero y en general en el tono de la relación bilateral",
Resulta bien significativo que la persona escogida por el gobierno del PP para hablar de la nueva relación de confianza con el régimen sea Jesús Gracia, teniendo en cuenta que es de sobra conocido que la intención del régimen con la Unión Europea es precisamente el Acuerdo de Cotonou, para tener acceso a programas de ayuda económica que puedan suplantar la ayuda venezolana en este momento, y hace un tiempo atrás, la de la Unión Soviética.
Estas declaraciones, y la mención a la búsqueda de “una agenda de interés común que vamos a desarrollar en los próximos años, y para eso hemos dado una serie de pasos”, están más claras que el agua en lenguaje diplomático. Se concreta así el pago del rescate de Carromero, junto al abandono en términos prácticos y reales de la disidencia cubana por parte del Partido Popular. La suerte está echada, sólo queda la retórica.
En ese mismo curso retórico transitatia el anuncio de ETECSA de la apertura de Internet Cafés con precios subsidiados para los cubanos. Esta fórmula encaja perfectamente en el nuevo esquema dictatorial, porque en definitiva la esencia sigue siendo la misma. No importa si se conectan o no, porque el acceso es filtrado, censurado o controlado.
El objetivo a ultranza de todas estas mezclas, siguiendo la metáfora cafetera, consiste en mover el eje del debate sobre los cambios en Cuba a la esfera intelectual, descalificando al activismo bajo el supuesto de que es ejercicio de personas carentes de preparación o inteligencia política. De esta manera, la dinámica de los cambios sigue bajo control del régimen, puesto que se miden Las transformaciones por lo que la dictadura concede o no. Le changement c'est moi.
Por el mismo sendero viaja la nueva relación Cuba-Mexico con la asunción de Enrique Peña Nieto, acuñada en Santiago de Chile con la presidencia del Raulismo en CELAC. Sumemos a esto el reciente anuncio de acuerdos de colaboración entre Cuba y Finlandia, y tenemos la triangulación diploeconómica de la dictadura: La Habana-América Latina-Unión Europea. Se vende un aroma de cambios para lograr una aceptación basada en una cortina de humo. Lo que se mezcla sigue siendo oscuro.
En esta nueva relación de confianza por supuesto que hay un peligro, pero no para el gobierno español, y mucho menos para el régimen de La Habana. Quienes están frente a un peligro claro y presente son los activistas pro democracia dentro de la Isla. Laura Pollán; Orlando Zapata, Juan Wilfredo Soto García; Oswaldo Payá; y Harold Cepero, son parte del daño colatera de la mal llamada “real politik”.
La única alternativa a este esquema es una opción verdaderamente popular. En ese sentido, la anunciada fusión entre la Unión Patriótica de Cuba y el Frente Antitotalitario Unido, significa una nueva relación de confianza en la dirección apropiada. Lo importante ahora es que más que una formulación política, se traduzca en un ejemplo una política realmente verdadera.
Los cambios no ocurren en espacios virtuales o a partir de élites de ningún tipo, sino cuando el pensamiento se traduce en acción, y esta acción se expresa a través de un auténtico poder en números de ciudadanos manifestando su voluntad.
Esto es lo que enseña la Historia, desde Nueva Delhi hasta la Plaza Tahrir. Como dijo alguien que encapsulaba dentro de sí todas las dotes de un promotor de cambios, el activista, pensador y legislador norteamericano Frederick Douglass: “si no hay lucha, no hay progreso”.