A pocos días del Congreso del PCC y contando los meses para su retiro, el general Raúl Castro tiene poco más o menos todo cuadrado; pero solamente "casi".
Si observamos lo que el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros ha dicho y hecho durante estos dos últimos años, es fácil darse cuenta que todo es parte de un plan de retiro donde se calcula hasta las posibles consecuencias de una pérdida exponencial de poder porque sabe que aún ejerciendo el mando tras bambalinas, como se prevé, habrá un puñado de decisiones que ya no le consultarán y, como pasó con Fidel, quedará fuera del poder.
El plan de Raúl Castro es retirarse y, en paralelo, alejar la posibilidad, real, de que aparezca un Baltasar Garzón para juzgar cualquiera de sus numerosos delitos. Dentro de Cuba, peligra; fuera, el peligro es mayor.
Quien único puede cooperar para garantizar algún tipo de inmunidad es Su Santidad el Papa; pero, ¿a cambio de qué?
A diferencia del periodismo, en la política lo importante es justo lo que no se ve.
Intentemos echar un vistazo a los acontecimientos: En el último año han pasado por La Habana François Hollande; el Jefe de Gobierno de Italia; el presidente de Austria; y ahora Barack Obama. Y, en medio de todo este ir y venir de elegantes e importantes visitantes, el Club de París condonó parte de la deuda a Cuba.
Es muy lógico pensar que todo esto es resultado de una gran negociación; máxime sabiendo que el Club de París no regala $4.000 millones sin acuerdo de por medio.
El turismo creció en Cuba más de un 20%. La Habana está llena de visitantes, los ingresos aumentan y también las remesas. Sin dudas, hay mucho más dinero ingresando al país, pero las calles están de grima, el alumbrado público es nulo, las tiendas continúan desabastecidas y la población está averiada.
¿Dónde está todo ese dinero?
Una buena parte se la está robando para crear un gran fondo que soporte el después de la familia real y su séquito de guardaespaldas.
La muy publicitada batalla contra la corrupción le garantizó al General centralizar el dinero en una sola arca y eliminar de un tirón a cierto número de "corruptos" que no eran confiables.
De deshonestidad acusaron a funcionarios que, por la información que manejaban, conocían el destino final, o podían seguir la huella, del dinero desviado. O sea, más que corruptos, fue una élite encarcelada.
Tal es el caso de Tomás Lorenzo, exdirector de Cartas de Crédito del BICSA, un señor que su delito nunca fue robar, su perjurio radicaba en manejar información y, quizás por eso, acaba de fallecer en prisión.
La otra parte del dinero la está usando para pagar a los acreedores y, al pagar, gana confianza y protección. Por eso Rusia, China y el Club de París dispensan; porque hubo una intención de pago y una acción que justifica el perdón de la deuda.
Próximamente visitará La Habana el recién electo presidente de Argentina y ya avisó que su país también conmutará parte del adeudo.
La táctica es efectiva pero peligrosa. Muy parecida a la que usó Chauchescu antes que lo fusilaran; apretó el cinturón de Rumanía para comenzar a pagar deudas; pero lo hizo en mal momento, la miseria ya se había apoderado del país, era 1989, soplaban vientos de libertad y el resto ya es Historia.
Al ingenioso plan del General sólo le falta un sucesor que sea capaz de mantenerlo alejado de aquellos que, como yo, estarán siempre al acecho. Un adepto que, opino, no debe ser su hijo, ni Díaz Canel; y que seguro comenzaremos a ver por estos días, durante los reajustes que se anuncien para el próximo VII Congreso del Partido Comunista de Cuba.