El delicado tema de los cubanos varados en Costa Rica, fue incluido en la LIX Reunión de la Comisión de Seguridad de Centroamérica, del Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Y está más que claro, estos compatriotas nuestros, impulsados por el temor de que se modifique o derogue la Ley de Ajuste Cubano, salen de la isla con un único destino: Estados Unidos.
Poco me importa si ellos mismos se consideran emigrados políticos o económicos; están huyendo de una miseria que tiene su origen en la política. Eso, para mí, es más que suficiente aunque sepa que, mañana, si finalmente logran asentarse en Estados Unidos o en el país que los acoja, viajarán y/o enviarán su dinero a la isla.
Fue por ello que, imponiéndome evadir cualquier planteamiento ideológico y, después de muchos topetazos, logré conversar con un funcionario del Ministerio de Turismo y me aseguró que "el Gobierno no incentiva el éxodo de nadie, tampoco lo puede detener sin usar la fuerza. Estamos viviendo una transformación. Hoy emigran por varias razones, mañana encontrarán su beneficio aquí. Así es el tránsito a la democracia, unos creen, otros no. Esta crisis no es más que el estadio final de un proceso en el que unos ganan y otros pierden. Mira, gracias a esta situación, el turoperador Havanatur, básicamente, por concepto de boletos a cubanos, está vendiendo de 60.000 a 70.000 CUC diariamente".
Pero eso no quiere decir que el Gobierno de la isla haya creado esta situación de crisis por dinero. Afirmar esto sería caer en una afirmación demasiado arriesgada, una presunción peligrosa que lo único que consigue es desprestigiar al menos intelectualmente a todo aquel que lo repite.
No existen elementos demostrativos ni probatorios de que Cuba participa de la colosal ganancia que genera el muy lucrativo negocio de tráfico de personas. Es más, aunque concuerdo en que al Gobierno de la isla le importa un comino el destino de sus ciudadanos, me arriesgo a decir que ni trafica con personas ni se mete en tráfico de drogas. En el año 89, Cuba sacrificó un grupo de importantes peones para poder cooperar en este tipo de materias con organismos norteamericanos e internacionales.
Ahora existen protocolos firmados con Estados Unidos para velar y mantener una migración legal y segura. Las leyes cubanas sancionan con severidad el tráfico de personas. Aprendieron a jugar dentro de la jurisprudencia internacional porque las coyunturas cambiaron.
Lancé al aire la pregunta del por qué esta crisis migratoria se dio ahora, y obtuve la mejor respuesta de un escurridizo traficante y aparentemente adinerado:
"Los cubanos estamos acostumbrados a mentir, y esos –refiriéndose a los varados en Costa Rica– también esconden la verdad".
"La realidad es que el 17 de diciembre generó una esperanza nacional, la gente pensó que en tres días se verían cambios y progreso y ¿qué paso? Nada, el cuartico está igualito, o peor. Las noticias y los noticiarios fueron el detonante. Primero, cuando los cubanos ven que Estados Unidos y Cuba conversan sobre migración, entienden que van a quitar la Ley de Ajuste Cubano. Luego, el viaje de Raúl a México fue el disparo que marcó el Listo, Fuera, y dio inicio a la carrera".
"Se expande como la pólvora, que se trata de un acuerdo para cerrarle el paso a los cubanos por territorio mexicano. Es natural, la gente escucha noticias y runrunes, y eso de 'acuerdos migratorios' es la frase que lo dice todo, pero a la vez no dice nada".
"En Cuba las cosas están malas, la gente no acaba de ver la luz, ni al principio ni al final del túnel. En la psiquis del cubano solamente está emigrar y de este negocio nadie habla porque todos quieren ser traficados".
Recuerdo aquella histórica y nebulosa estrategia que Fidel Castro soltó en un kilométrico discurso pronunciado en agosto del 99, donde, hablando de la emigración, no hizo ninguna referencia para presionar y acabar con la Ley de Ajuste Cubano, todo lo contrario. Instó a hacer lobby, mover recursos y tocar puertas para convencer a líderes de la región que exigieran a Estados Unidos que también sus ciudadanos tengan el tratamiento excepcional y privilegiado que reciben los cubanos al pisar suelo americano. O sea, usar a nuestros migrantes como misiles, no para hacer atentados sino para cambiar la demografía estadounidense, y con ello influenciar en las decisiones políticas de un país que escucha a sus ciudadanos y respeta a las minorías.