Cuando yo era un mozalbete, me parecía cosa de locos ver el instante cuando daban a conocer los resultados de las elecciones para miembros de la Asamblea Nacional, del Consejo de Estado, del Consejo de Ministros, y el Comité Ejecutivo. Era, o es, para los altos mandantes de la excéntrica revolución cubana un momento de actuación especial y fingido sobresalto; los dirigentes reelectos se abrazaban con artificiosa sorpresa, cómo si ellos no conocieran de antemano que eso estaba cuadrado.
Por idéntica razón, aunque por diferente motivo, me pareció un tanto ridícula la desmedida indignación con aderezo de asombro que manifestaron algunos al conocer que Cuba (el gobierno) había sido elegida para formar parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Aunque hace algún tiempo aprendí que la política arrastra una buena dosis de sobreactuación; me es difícil entender en este asunto la avalancha de opiniones encontradas, que transitan desde una hilarante indignación, hasta una pésima teatralidad, pasando por una soberana ingenuidad, ante la irónica realidad que ubica a la isla como el país con más votos por Latinoamérica para ocupar uno de los dos puestos regionales en el citado Consejo de los DDHH, durante el mandato que comenzará el próximo 1 de enero y se extenderá durante tres años.
¿Es que acaso tantos asombrados no sabían que este nombramiento era cosa de esperar? ¿De verdad alguien creyó que serviría para algo pedirle a La Habana firmar y/o ratificar los acuerdos internacionales en materia de derechos humanos?
Por favor, seamos objetivos, el mundo nunca se ha regido por la opinión de los millones de personas que a diario desestima, sino por cifras y estadísticas que en frecuentes ocasiones los propios gobiernos inventan, manipulan, alteran, sintetizan, multiplican, edulcoran…y por ahí para allá, un chorro más de sinónimos, porque sé que en "macropolitique" la semántica es irrelevante.
Es harto conocido que la compartimentación ha sido y es el arma más efectiva y usada por el gobierno cubano, eso posibilita, que al mirar hacia la isla, con peligrosa frecuencia muchos analistas lo hagan desde ópticas erradas, o mejor dicho fragmentadas, que no les permite tener una visión real de nada. Mientras tanto, el propio gobierno, conocedor de su capital y de sus exactas limitaciones, a través de sus embajadas y diferentes ONGs (por ejemplo, el CENESEX) compran la opinión de algunas influencias en los grupos de poder, logran manipular políticos, comprometen empresarios, enamoran la palabra de artistas a nivel internacional, y utilizan alianzas como el ALBA. Estos son los nuevos batallones que le ayudan a transformar antiguos cañonazos en contratos comerciales.
Me pregunto si a estas alturas exista quien no haya reparado que cuando el mundo giró y las fronteras se movieron, el mapamundi cambio de color.
Cuba es una pobre nación, y no una empresa en bancarrota, gobernada por hombres muy ricos, dentro de un grupo dictatorial, con monopolio familiar, que en otros tiempos financiaba movimientos subversivos, hoy invierte muchos recursos en hacer lobby a su favor en cuanto foro internacional se celebre, porque en su lucha, la de estos días, el adversario es sólo un obstáculo y lo importante es conocer a quien usar como aliado para lograr objetivos. Porque para el gobierno cubano, como en el submundo del hampa o en la académica estrategia militar, el coligado es un compañero casi siempre temporal, a quien se le puede seleccionar para cuestiones puntuales desde una lista de enemigos.
Por idéntica razón, aunque por diferente motivo, me pareció un tanto ridícula la desmedida indignación con aderezo de asombro que manifestaron algunos al conocer que Cuba (el gobierno) había sido elegida para formar parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Aunque hace algún tiempo aprendí que la política arrastra una buena dosis de sobreactuación; me es difícil entender en este asunto la avalancha de opiniones encontradas, que transitan desde una hilarante indignación, hasta una pésima teatralidad, pasando por una soberana ingenuidad, ante la irónica realidad que ubica a la isla como el país con más votos por Latinoamérica para ocupar uno de los dos puestos regionales en el citado Consejo de los DDHH, durante el mandato que comenzará el próximo 1 de enero y se extenderá durante tres años.
¿Es que acaso tantos asombrados no sabían que este nombramiento era cosa de esperar? ¿De verdad alguien creyó que serviría para algo pedirle a La Habana firmar y/o ratificar los acuerdos internacionales en materia de derechos humanos?
Por favor, seamos objetivos, el mundo nunca se ha regido por la opinión de los millones de personas que a diario desestima, sino por cifras y estadísticas que en frecuentes ocasiones los propios gobiernos inventan, manipulan, alteran, sintetizan, multiplican, edulcoran…y por ahí para allá, un chorro más de sinónimos, porque sé que en "macropolitique" la semántica es irrelevante.
Es harto conocido que la compartimentación ha sido y es el arma más efectiva y usada por el gobierno cubano, eso posibilita, que al mirar hacia la isla, con peligrosa frecuencia muchos analistas lo hagan desde ópticas erradas, o mejor dicho fragmentadas, que no les permite tener una visión real de nada. Mientras tanto, el propio gobierno, conocedor de su capital y de sus exactas limitaciones, a través de sus embajadas y diferentes ONGs (por ejemplo, el CENESEX) compran la opinión de algunas influencias en los grupos de poder, logran manipular políticos, comprometen empresarios, enamoran la palabra de artistas a nivel internacional, y utilizan alianzas como el ALBA. Estos son los nuevos batallones que le ayudan a transformar antiguos cañonazos en contratos comerciales.
Me pregunto si a estas alturas exista quien no haya reparado que cuando el mundo giró y las fronteras se movieron, el mapamundi cambio de color.
Cuba es una pobre nación, y no una empresa en bancarrota, gobernada por hombres muy ricos, dentro de un grupo dictatorial, con monopolio familiar, que en otros tiempos financiaba movimientos subversivos, hoy invierte muchos recursos en hacer lobby a su favor en cuanto foro internacional se celebre, porque en su lucha, la de estos días, el adversario es sólo un obstáculo y lo importante es conocer a quien usar como aliado para lograr objetivos. Porque para el gobierno cubano, como en el submundo del hampa o en la académica estrategia militar, el coligado es un compañero casi siempre temporal, a quien se le puede seleccionar para cuestiones puntuales desde una lista de enemigos.