Es un reclamo insistente de la población contar con una sola moneda, en la cual se inscribiera, como años atrás, "Este billete tiene curso legal y fuerza liberatoria ilimitada, de acuerdo con la ley, para el pago de toda obligación contraída o a cumplir en el territorio nacional", y que ello además se cumpliera; pero al contrario de lo que mucha gente piensa, no se trata simplemente de eliminar una de las dos existentes, el CUP, conocido como moneda nacional (MN) o el CUC, supuesta divisa.
Existen varios enredos en la situación monetaria del país. Uno, es el tipo de cambio entre esas dos monedas, que es de 25 CUP para la compra de 1 CUC por la población y de 1 por 1 para el sector empresarial y para las cuentas nacionales. El CUP tiene también una doble cotización frente al dólar, de 1 por 1 cuando se reciben remesas por vía de la Western Union y de 0,87 CUC por un dólar cuando la población acude a las casas de cambio (CADECAS).
A lo anterior se suma que otras divisas pueden ser utilizadas por la población para abrir cuentas bancarias o como medios de atesoramiento, al resultar más confiables que las dos mencionadas. Existen además otros vehículos no monetarios que actúan también en el cambio y la circulación, como son el racionamiento, las ventas especiales a sectores privilegiados con precios diferenciados y diversas gratuidades; sin obviar que imperan dos sistemas de precios, uno para el sector empresarial y otro, a niveles mucho más elevados, para la población.
Para enfrentar la instauración de una sola moneda el régimen tendría que desbaratar todos los entuertos que creó en estos cincuenta y tres años, que además de los ya mencionados, incluyen la desvalorización del salario -que apenas alcanza en la actualidad 18 CUC mensuales como promedio- y el impuesto de circulación y ventas, que encarece abusivamente los productos de consumo, representa más de la tercera parte de los ingresos de la población y que alcanzó 13 461 millones de pesos en 2010. Ambos aspectos constituyen los factores más voluminosos con que la población subsidia al Estado.
Tendría también que determinar una tasa para el cambio de los ahorros en las cuentas bancarias y para los atesoramientos de la población y de las entidades no estatales, unificar todos los tipos de establecimientos para las ventas y servicios a la población y permitir la libre formación de precios y tarifas; o lo que es lo mismo, el mercado libre de productos y servicios.
En su trasfondo todo ello no sería más que propiciar una amplia apertura económica, que implicaría la privatización de las ineficientes empresas estatales, la entrega de las tierras en propiedad con todas sus implicaciones, propiciar la recepción de inversiones extranjeras directas, con las garantías legales indispensables y todo lo que signifique instaurar una economía de mercado.
Está claro que los obsoletos jerarcas del también obsoleto régimen, no quieren ni oír hablar de esas cosas y por tanto, le dan vueltas al asunto sin atreverse a enfrentarlo. Si osaran dejar una de las dos monedas sin adoptar las medidas indispensables, no resolverían el caos existente, que por el contrario se agravaría.
Si se escogiera como única moneda al CUP, los trabajadores seguirían ganando lo mismo que hasta hoy, unos 450 pesos al mes como promedio, equivalentes a unos 18 CUC, pero los ya elevadísimos precios en las actuales tiendas en divisas se multiplicarían por 25, de acuerdo con la tasa actual de las CADECAS y un par de zapatos podría costar 1500 pesos, una botella de aceite comestible, 60 pesos, un paquete de café de quinientos gramos, 90 pesos y así por el estilo, por lo que para adquirir un televisor de pantalla plana habría que alquilar un camión, pero no precisamente para transportar ese artículo, sino para cargar el dinero.
Habría que agregar a ello la tendencia actual al incremento reiterado de los precios de esas tiendas, que al no ser ya un lugar de recaudación de divisas -pues estas se recaudan exclusivamente en las CADECAS- y ante las dificultades financieras del país; están cada vez más desabastecidas y dotadas de productos de baja calidad. Si algo tendría de positiva esa medida sería que pondría de relieve, y muy claramente, el nivel de miseria a que está sometido más del 70% de la población.
Si la decisión fuera dejar solo el CUC, la población vería dividir su salario por 25, los precios de lo que otrora fueron las tiendas de divisas permanecerían iguales en principio, pero continuarían elevándose, según la tendencia actual ya mencionada, los productos que ahora se venden en moneda nacional no tendrían una rebaja proporcional a los salarios, debido a que permanecería intacto el impuesto de circulación además de que se harían comparables con los similares de las antiguas tiendas de divisas; y además los ahorros en CUP quedarían reducidos a un 4%.
Con su propósito de entretener a la población sin aplicar medidas de fondo no es de dudar que el régimen ensaye alguna estratagema para confundir y apaciguar a los que exigen una sola moneda y agrave a la larga la situación monetaria y social existente.
La yunta monetaria cubana no solo es dispareja, sino que también hala una carreta desvencijada y está conducida por un boyero incapaz, asesorado por un moribundo de mente retorcida.
Tomado del blog Primavera Digital y publicado el 17 de julio del 2012.
Existen varios enredos en la situación monetaria del país. Uno, es el tipo de cambio entre esas dos monedas, que es de 25 CUP para la compra de 1 CUC por la población y de 1 por 1 para el sector empresarial y para las cuentas nacionales. El CUP tiene también una doble cotización frente al dólar, de 1 por 1 cuando se reciben remesas por vía de la Western Union y de 0,87 CUC por un dólar cuando la población acude a las casas de cambio (CADECAS).
A lo anterior se suma que otras divisas pueden ser utilizadas por la población para abrir cuentas bancarias o como medios de atesoramiento, al resultar más confiables que las dos mencionadas. Existen además otros vehículos no monetarios que actúan también en el cambio y la circulación, como son el racionamiento, las ventas especiales a sectores privilegiados con precios diferenciados y diversas gratuidades; sin obviar que imperan dos sistemas de precios, uno para el sector empresarial y otro, a niveles mucho más elevados, para la población.
Para enfrentar la instauración de una sola moneda el régimen tendría que desbaratar todos los entuertos que creó en estos cincuenta y tres años, que además de los ya mencionados, incluyen la desvalorización del salario -que apenas alcanza en la actualidad 18 CUC mensuales como promedio- y el impuesto de circulación y ventas, que encarece abusivamente los productos de consumo, representa más de la tercera parte de los ingresos de la población y que alcanzó 13 461 millones de pesos en 2010. Ambos aspectos constituyen los factores más voluminosos con que la población subsidia al Estado.
Tendría también que determinar una tasa para el cambio de los ahorros en las cuentas bancarias y para los atesoramientos de la población y de las entidades no estatales, unificar todos los tipos de establecimientos para las ventas y servicios a la población y permitir la libre formación de precios y tarifas; o lo que es lo mismo, el mercado libre de productos y servicios.
En su trasfondo todo ello no sería más que propiciar una amplia apertura económica, que implicaría la privatización de las ineficientes empresas estatales, la entrega de las tierras en propiedad con todas sus implicaciones, propiciar la recepción de inversiones extranjeras directas, con las garantías legales indispensables y todo lo que signifique instaurar una economía de mercado.
Está claro que los obsoletos jerarcas del también obsoleto régimen, no quieren ni oír hablar de esas cosas y por tanto, le dan vueltas al asunto sin atreverse a enfrentarlo. Si osaran dejar una de las dos monedas sin adoptar las medidas indispensables, no resolverían el caos existente, que por el contrario se agravaría.
Si se escogiera como única moneda al CUP, los trabajadores seguirían ganando lo mismo que hasta hoy, unos 450 pesos al mes como promedio, equivalentes a unos 18 CUC, pero los ya elevadísimos precios en las actuales tiendas en divisas se multiplicarían por 25, de acuerdo con la tasa actual de las CADECAS y un par de zapatos podría costar 1500 pesos, una botella de aceite comestible, 60 pesos, un paquete de café de quinientos gramos, 90 pesos y así por el estilo, por lo que para adquirir un televisor de pantalla plana habría que alquilar un camión, pero no precisamente para transportar ese artículo, sino para cargar el dinero.
Habría que agregar a ello la tendencia actual al incremento reiterado de los precios de esas tiendas, que al no ser ya un lugar de recaudación de divisas -pues estas se recaudan exclusivamente en las CADECAS- y ante las dificultades financieras del país; están cada vez más desabastecidas y dotadas de productos de baja calidad. Si algo tendría de positiva esa medida sería que pondría de relieve, y muy claramente, el nivel de miseria a que está sometido más del 70% de la población.
Si la decisión fuera dejar solo el CUC, la población vería dividir su salario por 25, los precios de lo que otrora fueron las tiendas de divisas permanecerían iguales en principio, pero continuarían elevándose, según la tendencia actual ya mencionada, los productos que ahora se venden en moneda nacional no tendrían una rebaja proporcional a los salarios, debido a que permanecería intacto el impuesto de circulación además de que se harían comparables con los similares de las antiguas tiendas de divisas; y además los ahorros en CUP quedarían reducidos a un 4%.
Con su propósito de entretener a la población sin aplicar medidas de fondo no es de dudar que el régimen ensaye alguna estratagema para confundir y apaciguar a los que exigen una sola moneda y agrave a la larga la situación monetaria y social existente.
La yunta monetaria cubana no solo es dispareja, sino que también hala una carreta desvencijada y está conducida por un boyero incapaz, asesorado por un moribundo de mente retorcida.
Tomado del blog Primavera Digital y publicado el 17 de julio del 2012.