El fraude es un fenómeno antiguo y contra el que se ha luchado tradicionalmente en cualquier sistema de enseñanza respetable. En el caso cubano podría afirmarse que es un fenómeno cotidiano, pues si se entiende el mismo como una acción contraria a la verdad y un acto simulado, éste se práctica diariamente en el país a nivel estatal y gubernamental, como algo entronizado, propio del sistema de gobierno en que vivimos.
En el entorno escolar, lamentablemente también ocurre a diario, lo que trasciende a nivel informativo o social de acuerdo a la magnitud, personas implicadas o prensa independiente enterada. Como el caso reciente de la secundaria básica de Arroyo Naranjo con el fraude masivo de 8vo grado en la asignatura de Matemática, y que el gobierno se vio obligado a publicar en su Órgano Oficial, periódico Granma al trascender a los medios internacionales.
En la escuela cubana el fraude se ha convertido en una cadena en la que se encuentran implicados dirección, profesores y estudiantes junto a sus padres, yendo más allá de casos aislados o forma común del estudiante retrasado sino que se comete en la elaboración de todo tipo de informes: de participación en actividades escolares y extraescolares, de promoción, de evaluaciones, etc, etc. La dirección por su parte, exige a la vez que le exigen resultados a cualquier precio, los docentes necesitan resultados de excelencia para garantizar posibles estímulos salariales o su viajecito a Venezuela u otro país amigo del gobierno, mientras que los estudiantes con la ayuda de sus padres, estimulan a los docentes con objetos, que van desde una prenda de vestir, un puerco o incluso dinero, creando así un compromiso evaluativo. Situación extendida en todos los niveles: primario, secundario, preuniversitario y hasta universitario, donde también participan los estudiantes extranjeros, además de ser extensivo al postgrado, donde se destacan las Maestrías en Ciencias de la Educación y de la Educación Superior, en el que el reciclaje de tesis es realmente fraudulento.
Existen muchas aristas que influyen en la continuación y agravamiento de dicha problemática a lo largo de todo el país, que traen al traste como resumen: la existencia de estudiantes viciados, rodeados de profesores igualmente viciados, si tenemos en cuenta la exposición al fraude desde la niñez escolar, considerando, como es sabido el vicio como una actitud reiterativa del sujeto, que llega a dañarlo a él y a su entorno.
Entonces, además de tener un sistema de gobierno fraudulento por excelencia, aparece como causal la tergiversación y enseñanza por años de valores que no lo son, de ahí, en parte la desvalorización de la sociedad cubana. Por otro lado y en orden prioritario el factor económico, que mueve a los profesores a aceptar lo que no tienen, al carecer del pago digno que se merecen, amén de sacrificar su ética profesional.
Más adentro del sistema educativo en el país, que adolece de calidad en su única educación pública, y ha traído consigo la falta de rigor y rectitud, propio del momento evaluativo a los estudiantes, desde la primaria, convirtiéndose lo anormal en normal a la vista de todos.
Por último, aunque sé que pudiéramos extendernos en otras aristas, aflora la falta de sentido de pertenencia del profesorado, como consecuencia también de una formación improvisada, y de hecho fraudulenta en las últimas décadas con la inadecuada captación, procesos de formación emergente, “formándose” como docentes a jóvenes sin verdadero amor por el magisterio e incluso la no interiorización de su importancia como uno de los pilares que construyen y sostienen a una sociedad.
Dadas estas directrices del fenómeno y considerando que el fraude como delito y como simulación de la verdad siempre afecta a terceros, precisamente es la sociedad cubana, ese tercero. Por ello la falta de preparación profesional y técnica, que inciden en la baja calidad de los servicios que se prestan, la no seriedad en las negociaciones sociales y empresariales, la inadecuada manera de comportarse en sociedad y familia, trayendo todo consigo la aparición de otros fenómenos sociales como el robo, la corrupción y por demás el atraso del país en todos los órdenes.
En tanto no se rompa la cadena viciosa de la que hablábamos y la exigencia no sea en el sentido de cambiar el método, perfilar la atención a las diferencias individuales, reajustar y cambiar algunos objetivos educativos, en fin perfeccionar la metodología de la enseñanza y en sentido general el resto de las categorías del proceso docente, no comenzarán a revertirse cambios en esto que consideramos más que fraude escolar, corrupción entronizada.
Existen, por suerte en el país otras alternativas para ir contrarrestando el caso, la denuncia, el seguimiento al tema, el trabajo con los padres por parte de la sociedad civil cubana, la incipiente iniciativa formativa de profesores independientes, la labor del movimiento UNPACU con sus talleres de capacitación y de los Centros de Estudios Estratégicos del país, que van poco a poco reeducando a parte de la población.
Todo esto, aunque se necesita mayor empuje de la oposición y sociedad civil, mientras se efectúen cambios radicales, que impliquen la implantación de una educación en democracia, la inyección de capital para restablecer toda la infraestructura educacional muy deprimida, además de la reevaluación de cada docente y directivo del sector. Cosas solo posibles si la propia sociedad cubana, como tercera afectada las promueve.
En el entorno escolar, lamentablemente también ocurre a diario, lo que trasciende a nivel informativo o social de acuerdo a la magnitud, personas implicadas o prensa independiente enterada. Como el caso reciente de la secundaria básica de Arroyo Naranjo con el fraude masivo de 8vo grado en la asignatura de Matemática, y que el gobierno se vio obligado a publicar en su Órgano Oficial, periódico Granma al trascender a los medios internacionales.
En la escuela cubana el fraude se ha convertido en una cadena en la que se encuentran implicados dirección, profesores y estudiantes junto a sus padres, yendo más allá de casos aislados o forma común del estudiante retrasado sino que se comete en la elaboración de todo tipo de informes: de participación en actividades escolares y extraescolares, de promoción, de evaluaciones, etc, etc. La dirección por su parte, exige a la vez que le exigen resultados a cualquier precio, los docentes necesitan resultados de excelencia para garantizar posibles estímulos salariales o su viajecito a Venezuela u otro país amigo del gobierno, mientras que los estudiantes con la ayuda de sus padres, estimulan a los docentes con objetos, que van desde una prenda de vestir, un puerco o incluso dinero, creando así un compromiso evaluativo. Situación extendida en todos los niveles: primario, secundario, preuniversitario y hasta universitario, donde también participan los estudiantes extranjeros, además de ser extensivo al postgrado, donde se destacan las Maestrías en Ciencias de la Educación y de la Educación Superior, en el que el reciclaje de tesis es realmente fraudulento.
Existen muchas aristas que influyen en la continuación y agravamiento de dicha problemática a lo largo de todo el país, que traen al traste como resumen: la existencia de estudiantes viciados, rodeados de profesores igualmente viciados, si tenemos en cuenta la exposición al fraude desde la niñez escolar, considerando, como es sabido el vicio como una actitud reiterativa del sujeto, que llega a dañarlo a él y a su entorno.
Entonces, además de tener un sistema de gobierno fraudulento por excelencia, aparece como causal la tergiversación y enseñanza por años de valores que no lo son, de ahí, en parte la desvalorización de la sociedad cubana. Por otro lado y en orden prioritario el factor económico, que mueve a los profesores a aceptar lo que no tienen, al carecer del pago digno que se merecen, amén de sacrificar su ética profesional.
Más adentro del sistema educativo en el país, que adolece de calidad en su única educación pública, y ha traído consigo la falta de rigor y rectitud, propio del momento evaluativo a los estudiantes, desde la primaria, convirtiéndose lo anormal en normal a la vista de todos.
Por último, aunque sé que pudiéramos extendernos en otras aristas, aflora la falta de sentido de pertenencia del profesorado, como consecuencia también de una formación improvisada, y de hecho fraudulenta en las últimas décadas con la inadecuada captación, procesos de formación emergente, “formándose” como docentes a jóvenes sin verdadero amor por el magisterio e incluso la no interiorización de su importancia como uno de los pilares que construyen y sostienen a una sociedad.
Dadas estas directrices del fenómeno y considerando que el fraude como delito y como simulación de la verdad siempre afecta a terceros, precisamente es la sociedad cubana, ese tercero. Por ello la falta de preparación profesional y técnica, que inciden en la baja calidad de los servicios que se prestan, la no seriedad en las negociaciones sociales y empresariales, la inadecuada manera de comportarse en sociedad y familia, trayendo todo consigo la aparición de otros fenómenos sociales como el robo, la corrupción y por demás el atraso del país en todos los órdenes.
En tanto no se rompa la cadena viciosa de la que hablábamos y la exigencia no sea en el sentido de cambiar el método, perfilar la atención a las diferencias individuales, reajustar y cambiar algunos objetivos educativos, en fin perfeccionar la metodología de la enseñanza y en sentido general el resto de las categorías del proceso docente, no comenzarán a revertirse cambios en esto que consideramos más que fraude escolar, corrupción entronizada.
Existen, por suerte en el país otras alternativas para ir contrarrestando el caso, la denuncia, el seguimiento al tema, el trabajo con los padres por parte de la sociedad civil cubana, la incipiente iniciativa formativa de profesores independientes, la labor del movimiento UNPACU con sus talleres de capacitación y de los Centros de Estudios Estratégicos del país, que van poco a poco reeducando a parte de la población.
Todo esto, aunque se necesita mayor empuje de la oposición y sociedad civil, mientras se efectúen cambios radicales, que impliquen la implantación de una educación en democracia, la inyección de capital para restablecer toda la infraestructura educacional muy deprimida, además de la reevaluación de cada docente y directivo del sector. Cosas solo posibles si la propia sociedad cubana, como tercera afectada las promueve.