Cinco estadounidenses con gorras de béisbol y anteojos de sol visitan la vieja pero remodelada casa y estudio del artista cubano Roberto Diago en La Habana.
"Esa es la pieza que compré la última vez que estuve aquí", dice Robert Penta, abogado de 33 años, apuntando una tela.
Es la segunda vez en dos meses que este grupo de Louisville, Kentucky, viaja a la isla con un permiso para compradores de arte. No quieren perder tiempo tras el anuncio de que Cuba y Estados Unidos van a restablecer relaciones diplomáticas después de medio siglo.
"Hacemos como una visita de emergencia", dice Cordt Huneke, de 33 años, quien trabaja con capital de inversión, junto a una pintura de Diago que acaba de comprar.
"Creo que el arte cubano está por explotar. Lo hará rápido, más rápido que lo que nadie anticipa", agrega.
Alberto Magnan, cubanoestadounidense dueño de la galería MagnanMetz de Nueva York, dice que aunque los norteamericanos han estado siempre interesados en el arte cubano, la demanda se incrementó desde el anuncio de la reconciliación entre los dos países, el 17 de diciembre.
"Ese día tuve 25 llamadas telefónicas de coleccionistas", indica Magnan, de 51 años.
Desde 1962 un embargo ha impedido la importación a Estados Unidos de la mayoría de los productos cubanos, pero no hay límites sobre productos culturales como libros, películas, música y obras artísticas. Los artistas son además de las pocas personas autorizadas a viajar entre los dos países, junto con diplomáticos, periodistas y médicos.
El arte "fue una excepción del embargo (...), fue una suerte para nosotros", dice el artista cubano Kadir López, de 41 años, en su casa llena de obras de arte moderno.
"El arte transporta información, es un flujo de información y tiene que ver con la libertad de expresión", explica.
A pesar de que gobierno cubano controla la información, López dice que nunca le han pedido que modifique una obra: "La metáfora es muy importante. Tú puedes hablar de cualquier cosa, el problema es como lo presentas".
Esta excepción del embargo explica parcialmente la gran cantidad de artistas en Cuba y la fama internacional de que gozan algunos de ellos. López vendió su primera obra por 300 dólares hace 20 años, pero dice que hoy la misma pieza vale por lo menos 25.000 dólares.
El embargo hizo que las compras de arte cubano fueran un proceso complicado y caro para los norteamericanos. Las opciones eran pagar al contado o a través de una galería de arte en el exterior, y embarcar las piezas a través de Europa, que era más barato que por Canadá o México, aunque de todos modos cuesta sobre 3.000 dólares.
Producir cierto tipo de arte en Cuba es también costoso y a veces imposible por la carencia de materiales y escasa infraestructura: por ejemplo, no hay laboratorios fotográficos capaces de imprimir fotos muy grandes.
Luis Miret, director de la Galería Habana, la más antigua de Cuba, dice que el acercamiento con Estados Unidos no sólo simplificará los intercambios, sino que ayudará a promover las obras de los artistas cubanos, proceso costoso desde La Habana.
"Van a entrar nuevos factores, nuevas entidades, galeristas, centros de arte, fundaciones, museos", dice el director de 56 años, en el baúl de los tesoros de su galería, un cuarto interior lleno de pinturas, fotos, libros y esculturas.
"Si se simplifica, todos van a venir con interés mayor donde van a seleccionar artistas cubanos. Lo que vamos a hacer es compartir ese costo de promoción internacional", añade.