El chiste, propalado en Cuba hace alrededor de una década, ha cobrado inusitada actualidad: Un venezolano anónimo pide asilo político en La Habana porque –argumenta– detesta el socialismo. "¡Pero aquí también tenemos socialismo!", le ripostan allí las autoridades cubanas.
Entonces, demostrando su perspicacia, el morocho contraataca con que: "Es verdad, pero el socialismo de Venezuela solo está empezando, y el de Cuba ya se está acabando".
Aquella broma se trasmuta tal vez ahora en realidad y comienza a engranarse como un mecanismo de relojería; desde el 17 de diciembre último, con la liberación de los espías y la llegada de famosos de la jet set a la Isla, Washington y La Habana dan los primeros pasos para endulzar un amargo contencioso de más de medio siglo.
Nicolás Maduro, sin embargo, tensa torpemente en Venezuela las cuerdas más ásperas del ideario bolivariano y sus paragüerías (así llamaban los cubanos a las chapucerías de los malos choferes) chocan por carambola con el béisbol.
En medio de su guerrita particular con Estados Unidos, nación a la que culpa de los males de Venezuela –una fábula muy familiar para los cubanos–, Maduro decretó que todo visitante de la nación del norte deberá solicitar una visa con tres meses de antelación. Las Grandes Ligas fue sacudida hace unos días por esta medida cuando un scout de Astros de Houston resultó devuelto a casa tan pronto llegó a un aeropuerto venezolano.
Así las cosas, Marineros de Seattle decide retirar su academia de novatos de Venezuela y trasladarla a una novísima instalación en República Dominicana. Venezuela es la segunda cantera latinoamericana de jugadores para el Big Show, solo por detrás de Quisqueya, pero –según reporta ESPN–, de 23 campos de entrenamiento en 1999, MLB ha reducido esa cifra hasta 4.
Se parece la Venezuela actual a la Cuba de los años 60 del pasado siglo, una Cuba que ahora exige sin embargo –en labios de un hijo de Fidel Castro– el derecho de participar sin requisitos en la fiesta del mejor béisbol del mundo. Buscando tal vez una luna de miel con los morenos del Caribe, ya en las Grandes Ligas se plantean celebrar en La Habana, tan pronto como en 2016, partidos de exhibición pretemporada.
Una Cuba que se acerca y una Venezuela que se aleja. Pareciera que el legendario chiste se ha convertido en una verdad como un templo, la de un socialismo que empieza y otro que, aunque muy poco a poco, se va extinguiendo.