Después del discurso de inauguración del presidente Barack Obama, la Casa Blanca tuvo la precaución de explicar que la falta de detalles sobre algunos de los programas en la agenda del presidente es algo no tenía importancia. Los detalles vendrán en el discurso ante el Congreso sobre el Estado de la Unión en febrero.
Eso fue un bálsamo para los que quieren una reforma migratoria y hay 11 o 12 millones de indocumentados además de sus familiares los que están pendientes de la decisión gubernamental.
Ellos no pueden esperar otros cuatro años. El presidente le prometió que resolvería el problema en el primer año de su primer mandato y en vez ha deportado más personas que ningún otro presidente. Si no lo cree, pregúntenle al congresista Luis Gutiérrez (D-Ill.) que lleva años protestando por las promesas incumplidas.
Este año la cosa pinta mucho mejor. Así lo dicen funcionarios de la Casa Blanca y hasta miembros del Congreso del Partido Republicano. ¡Ojalá así sea! Hace más de 25 años que ningún presidente atiende el reclamo de los indocumentados y sus familiares. El último en hacerlo – créanlo o no lo crean, fue Ronald Reagan en 1986. Si, ese mismo; el ícono de los conservadores.
De ahí en adelante los indocumentados y qué hacer con ellos se ha convertido en tema político importante antes de las elecciones. Después los funcionarios públicos se olvidan del mismo.
Pero las cosas cambian. En el 2012 el voto hispano salió en forma masiva a votar por Obama. Dicen que el 70 por ciento de ellos votaron por el presidente. Ahora está en manos de Obama reciprocarles su lealtad. Y es que aunque los indocumentados no votan, muchos de ellos tienen familiares que si los pueden hacer y lo hacen en forma masiva. Ellos quieren que los indocumentados puedan regularizar su situación legal en este país, para poder trabajar, pagar impuestos, y vivir sin temor a la “migra”.
Ya hay muchos republicanos en el congreso y comentaristas de derecha que entienden que el Partido Republicano tiene que cambiar de posición en este asunto porque si no cada día van a tener menos votos hispanos. Y esto puede convertirse en un hábito.
La cosa es tan obvia que el senador floridano Marco Rubio ha comenzado el año preparando su propio plan de inmigración. En el mismo el incluye más seguridad en la frontera, un programa para verificar los permisos de trabajo, un programa para darle visas a científicos y otro para trabajadores de la agricultura. Además trata de buscarle una solución a los que ya están en el país sin papeles.
Rubio todavía no ha presentado un proyecto de ley, pero ha hablado y escrito del mismo con lujo de detalles, como para ablandar el terrero. Y parece que lo está logrando. Ya tiene el apoyo del congresista Paul Ryan de Wisconsin y candidato a vice presidente por el Partido Republicano. También lo han halagado los importantes comentaristas conservadores Sean Hannity y Bill O’Reilly. Grover Norquist, el presidente de la organización Americans for Tax Reform dijo que los planes de Rubio van bien encaminados.
Es un buen comienzo, pero la batalla va a ser larga y dura. Entre otras cosas, Rubio todavía no ha decidido cómo va a legalizar el status de los indocumentados que llevan años en este país. El dice que quiere permitirles obtener un permiso de trabajo y una oportunidad a hacerse residentes. Esto siempre que venga después que hayan entrado todos los que solicitan visas y residencies en forma legal.
Ese puede ser un problema. Hay liberales que temen que esto haga que los indocumentados se pasen muchos años o décadas antes de poder legalizar por completo su estadía en este país. Rubio dice que todavía no ha encontrado una solución mejor.
A pesar de estos obstáculos, esta es la mejor oportunidad que han tenido los indocumentados en ver sus reclamos convertirse en realidad. Las elecciones del 2012 han surtido efecto. Los republicanos entienden que tienen que cambiar o demográficamente van a convertirse en un partido en una eternal minoría.
La pelota ahora está en el terreno del presidente Obama. El debe darle prioridad a este asunto. Son promesas incumplidas de antes de sus primeros cuatro años en la Casa Blanca. Ahora tiene una deuda que pagar con los hispanos.
Este es el momento para hacerlo. Los latinos les propinaron tremenda paliza en las elecciones a los republicanos. Eso debe de ser suficiente para que un buen número de ellos decidan cambiar de posición. Y la Casa Blanca no debe desperdiciar esta oportunidad. La reforma migratoria es un tema de derechos humanos que debe abordarse ahora, antes que la politiquería de siempre lo haga más difícil.
Eso fue un bálsamo para los que quieren una reforma migratoria y hay 11 o 12 millones de indocumentados además de sus familiares los que están pendientes de la decisión gubernamental.
Ellos no pueden esperar otros cuatro años. El presidente le prometió que resolvería el problema en el primer año de su primer mandato y en vez ha deportado más personas que ningún otro presidente. Si no lo cree, pregúntenle al congresista Luis Gutiérrez (D-Ill.) que lleva años protestando por las promesas incumplidas.
Este año la cosa pinta mucho mejor. Así lo dicen funcionarios de la Casa Blanca y hasta miembros del Congreso del Partido Republicano. ¡Ojalá así sea! Hace más de 25 años que ningún presidente atiende el reclamo de los indocumentados y sus familiares. El último en hacerlo – créanlo o no lo crean, fue Ronald Reagan en 1986. Si, ese mismo; el ícono de los conservadores.
De ahí en adelante los indocumentados y qué hacer con ellos se ha convertido en tema político importante antes de las elecciones. Después los funcionarios públicos se olvidan del mismo.
Pero las cosas cambian. En el 2012 el voto hispano salió en forma masiva a votar por Obama. Dicen que el 70 por ciento de ellos votaron por el presidente. Ahora está en manos de Obama reciprocarles su lealtad. Y es que aunque los indocumentados no votan, muchos de ellos tienen familiares que si los pueden hacer y lo hacen en forma masiva. Ellos quieren que los indocumentados puedan regularizar su situación legal en este país, para poder trabajar, pagar impuestos, y vivir sin temor a la “migra”.
Ya hay muchos republicanos en el congreso y comentaristas de derecha que entienden que el Partido Republicano tiene que cambiar de posición en este asunto porque si no cada día van a tener menos votos hispanos. Y esto puede convertirse en un hábito.
La cosa es tan obvia que el senador floridano Marco Rubio ha comenzado el año preparando su propio plan de inmigración. En el mismo el incluye más seguridad en la frontera, un programa para verificar los permisos de trabajo, un programa para darle visas a científicos y otro para trabajadores de la agricultura. Además trata de buscarle una solución a los que ya están en el país sin papeles.
Rubio todavía no ha presentado un proyecto de ley, pero ha hablado y escrito del mismo con lujo de detalles, como para ablandar el terrero. Y parece que lo está logrando. Ya tiene el apoyo del congresista Paul Ryan de Wisconsin y candidato a vice presidente por el Partido Republicano. También lo han halagado los importantes comentaristas conservadores Sean Hannity y Bill O’Reilly. Grover Norquist, el presidente de la organización Americans for Tax Reform dijo que los planes de Rubio van bien encaminados.
Es un buen comienzo, pero la batalla va a ser larga y dura. Entre otras cosas, Rubio todavía no ha decidido cómo va a legalizar el status de los indocumentados que llevan años en este país. El dice que quiere permitirles obtener un permiso de trabajo y una oportunidad a hacerse residentes. Esto siempre que venga después que hayan entrado todos los que solicitan visas y residencies en forma legal.
Ese puede ser un problema. Hay liberales que temen que esto haga que los indocumentados se pasen muchos años o décadas antes de poder legalizar por completo su estadía en este país. Rubio dice que todavía no ha encontrado una solución mejor.
A pesar de estos obstáculos, esta es la mejor oportunidad que han tenido los indocumentados en ver sus reclamos convertirse en realidad. Las elecciones del 2012 han surtido efecto. Los republicanos entienden que tienen que cambiar o demográficamente van a convertirse en un partido en una eternal minoría.
La pelota ahora está en el terreno del presidente Obama. El debe darle prioridad a este asunto. Son promesas incumplidas de antes de sus primeros cuatro años en la Casa Blanca. Ahora tiene una deuda que pagar con los hispanos.
Este es el momento para hacerlo. Los latinos les propinaron tremenda paliza en las elecciones a los republicanos. Eso debe de ser suficiente para que un buen número de ellos decidan cambiar de posición. Y la Casa Blanca no debe desperdiciar esta oportunidad. La reforma migratoria es un tema de derechos humanos que debe abordarse ahora, antes que la politiquería de siempre lo haga más difícil.